Sucesos que echan luz sobre el contexto internacional y argentino de nuestros tiempos. Escribe Ariel Duarte.


#1 - La Paz de los dos Estados

La paz está en marcha y comenzó por resolver lo urgente: liberación de rehenes, prisioneros, detenidos, devolución de cadáveres y cese de todo tipo de hostilidades.
Los acuerdos sufren sus primeros traspiés, derivados del estado de destrucción en que quedó la Franja de Gaza: parte del acuerdo supone la devolución de cuerpos que, según el propio párroco argentino de la iglesia en Gaza, se encuentran entre montañas de escombros producto de los bombardeos.
La respuesta del gobierno israelí ante la demora en la devolución de los cuerpos fue, nuevamente, cerrar el paso fronterizo de Rafah, entre Israel y Egipto.

Benjamín Netanyahu hace algunos años decidió sacrificar su cargo, su imagen y —quizá también— su libertad, en pos de asegurar la sobrevida de la causa sionista y consolidar la permanencia de Israel en la región.
En pocos años construyó un perfil de inescrupuloso asesino, capaz de hacer cualquier cosa en defensa de los suyos y, en particular, para cumplir con la misión del Gran Israel.

El plan era compartido por el conjunto. Por acción u omisión, la dirigencia israelí se embarcó, hace varias décadas, en el proyecto del Gran Israel, o por lo menos en el primer paso del proyecto: ser la potencia nuclear de Medio Oriente y, mediante sus Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), obtener el control integral de los territorios palestinos.
Parafraseando al asesor presidencial Damián Reidel, para el sionismo el obstáculo del Gran Israel son los palestinos; por eso, la crudeza de las muertes a lo largo de los últimos años —donde mujeres y niños fueron las principales víctimas— expresa la intención de impedir la reproducción social del pueblo palestino.
La amenaza constante, por parte de vecinos y propios, de querer destruir Israel y expulsarlos, sirvió de justificación para concretar un objetivo distinto al de convivir.

La lucha palestina obtuvo algunas conquistas: una Autoridad Palestina que ejerce una administración tutelada de Cisjordania y de la Franja de Gaza, donde años atrás ganó las elecciones Hamás.
Los palestinos nunca se acostumbraron a convivir con las Fuerzas de Defensa Israelíes, porque siempre se dedicaron a atacarlos, requisarlos, demorarlos y confiscar sus bienes.
La muerte civil se volvió moneda corriente: los israelíes son ciudadanos de primera y los palestinos, de segunda.
Frente a cada acto de violencia del lado de las fuerzas oficiales israelíes, los palestinos debían tolerar, mientras que frente a cada acto de violencia de sectores extremistas autodenominados palestinos, la respuesta hacia el pueblo era el escarmiento público y el tránsito de semanas como parias y sospechosos.

Recapitulemos para entender la capitulación

Desde la posguerra, el interés británico tenía un gendarme: Estados Unidos. El pueblo norteamericano financió con sus impuestos el caos y la estabilidad que el poder global necesitaba.
Tras los acuerdos de paz en 1945, Gran Bretaña cedió uno de sus territorios ocupados —el de Palestina— para la creación del Estado de Israel: un nuevo enclave pro británico, aunque con legitimidad histórica para ocupar Medio Oriente.

El gran negocio de la posguerra fue construir las cadenas globales de distribución. Gran Bretaña, uno de los triunfantes de la Segunda Guerra Mundial, dominaba las rutas desde hacía siglos y era hábil en aprovechar la desigualdad social y los recursos de países empobrecidos para mejorar la productividad de la economía global.

Sus barcos habían derivado en bancos y sus islas en paraísos fiscales. En la carrera por la integración global, dominada por el gran intermediario inglés, se construyeron a comienzos del siglo XX dos colosos que debían competir en el nuevo orden global; fieles a su histórica confianza en la competencia.

De este modo, al igual que promovieron el financiamiento del Pentágono, lo hicieron también con la Revolución de Octubre en Rusia.

Al finalizar la guerra contra los nacionalismos en 1945, se acordó que una cortina dividiría el mundo en zonas de influencia y que la carrera tecnocrática iba a resolver el modelo triunfante.

Sin embargo, la desigualdad golpeaba de un lado del muro y la falta de incentivos del otro.
La injusticia social y el ataque a la soberanía de los pueblos dieron contexto a las revoluciones del Tercer Mundo. En muchas naciones emergieron movimientos descolonizadores: queríamos ser libres para elegir nuestro lugar en la división internacional de la posguerra.

Entre los pueblos del Tercer Mundo, algunos fueron tutelados por las potencias para un destino de cooperación con el orden de posguerra.
Naciones como Brasil, Israel, Sudáfrica, India o China fueron elegidos por Gran Bretaña como tutelados regionales para contener a las posibles amenazas de Sudamérica, África y Eurasia: Argentina, Angola, Rusia, por ejemplo.
Se sembraba el caos y la fractura civil en esas naciones que amenazaban con erigirse como potencias industriales desde la tierra y con proyección en el mar.

Hacia 1970, Estados Unidos y Rusia ya eran dos potencias nucleares capaces de destruir al mundo varias veces. El comercio y las fortunas del mundo, mientras tanto, eran custodiadas por la Corona inglesa y sus delfines financieros.
Lo que para unos era la democracia liberal y el ciudadano global, para los otros era el “Todo el poder a los soviets” y los proletarios del mundo unidos. Ambos encontraban sus razones globalistas para expandirse en sus zonas de influencia.
Sin embargo, lo único que terminó dominando la escena fue la desesperación por el dinero, el comercio y el consumo.
Lo tecnocrático y lo global apostó por maximizar ganancias en todo: unos para los bolsillos de quienes eran el Partido; otros, para los bolsillos de los bancos y multinacionales.
En todo este gran juego, el objetivo era reordenar el mundo hacia los mares y convertir a las potencias terrestres en serviles gendarmes del flujo de mercaderías y dinero.

En el caso de Eurasia, había que dividirla en una Europa atlantista y una Rusia contenida desde China, India y Japón. Luego, para dividir el continente gigante, había que sembrar el caos en la línea ideal de frontera: Medio Oriente.

Ese rol fue ocupado por Israel, que mediante la injerencia norteamericana en los países árabes, sembró la discordia y el caos entre vecinos.

El gran objetivo de la globalización radica en el libre flujo de mercaderías y capitales, ordenado a través del control de las rutas comerciales y de los precios “internacionales” de materias primas y alimentos. Para ello, se siembra caos o estabilidad según convenga, a fin de intervenir en esos precios y rutas comerciales.

El fin del globalismo

Sin embargo, un buen día, el mundo cambió.
Estados Unidos se replegó, abandonó su posición de gendarme de los ingleses, volvió el proteccionismo, las cadenas cortas de distribución y otras potencias comenzaron a disputar el protagonismo de un nuevo Occidente ampliado.
La idea de un Estado palestino, más allá de haber sido ordenada por las Naciones Unidas hace varias décadas, pasó a ser parte de la agenda de la multipolaridad reinante y emergió como una posibilidad cierta.

Para que el Estado de Israel preservara su estatus regional y global en un mundo donde Estados Unidos abandona su posición de gendarme en Medio Oriente, la clase dirigente israelí apañó el encrudecimiento de las acciones contra los palestinos, en pos de mejorar su posición negocial cuando el Estado palestino se cristalizara.
Esos duros años transcurrieron desde la acción de Hamás el 7 de octubre de 2023, y el premier israelí Netanyahu encontró su límite en el Salón Oval, cuando miró el suelo y recibió un severo llamado de atención por parte de Trump, que lo obligó a llamar en vivo por teléfono al emir de Qatar para pedir disculpas por haber atacado un objetivo en su territorio.

Días después, lo sentó nuevamente en el Salón Oval para que, frente a las cámaras, aceptara la capitulación del acuerdo de 20 puntos de paz tutelado por Estados Unidos.

Entre los 20 puntos firmados por Netanyahu, lógicamente, se encuentra la aceptación de iniciar un camino hacia la constitución de un Estado de Palestina (punto 19).

Mientras tanto, varias potencias de Medio Oriente se sumaron al acuerdo de paz: en la cumbre del 15 de octubre celebrada en Egipto, cuyo protagonista fue el promotor del acuerdo de paz Trump, participaron el presidente de la Autoridad Palestina Mahmud Abás, junto con Qatar, Irak, Jordania, Pakistán, Emiratos Árabes Unidos, Turquía, Francia, España, Indonesia, Azerbaiyán, Italia, Alemania, Reino Unido, Grecia, Armenia, Hungría, Canadá, Noruega, Kuwait, Baréin, Japón así como representantes de la ONU y la Liga Árabe.

Como con Ucrania, la Unión Europea y China miraron la paz por televisión. El intento de los ingleses y franceses por condenar a Israel y promover la creación del Estado de Palestina en la ONU quedó como noticia del pasado a la luz del acuerdo promovido por Estados Unidos.

Quienes se suponían los nuevos líderes de la globalización del siglo XXI, en detrimento de la potencia norteamericana, quedaron rezagados frente al reposicionamiento de Estados Unidos en el mundo, que incluye al conjunto de potencias emergentes —salvo China— en su nueva arquitectura internacional.

Aparece en estos días la desesperación de los socios de este tratado. Si sale mal, todos están involucrados en el tren de Trump. ¿Qué significa salir mal?
El punto 17 es claro: cualquier contraataque o retardo promovido por Hamás legitima una vuelta a las hostilidades por parte de Israel.
Por eso, ahora se apuran en la creación de la Fuerza Internacional de Estabilización que incluye el acuerdo (punto 15), en la cual los países árabes serán los nuevos gendarmes del territorio palestino, a fin de evitar que los extremistas vuelvan a legitimar el caos.

En conclusión, la ofensiva militar por parte de las Fuerzas de Defensa Israelíes obtuvo un triunfo ante el escenario en el que el Estado palestino se constituía como un hecho del nuevo orden: lograron el reconocimiento y legitimidad de su presencia en Medio Oriente por parte de muchos Estados que hasta hace algunos años soñaban con su desaparición.

A continuación, acompañamos los 20 puntos del acuerdo de paz suscripto por las naciones árabes, Israel, Hamás y la Autoridad Palestina, a fin de que todos conozcamos cuál es el camino que transita el corazón de Medio Oriente de cara a los próximos años.

  1. Gaza será una zona desradicalizada y libre de terrorismo que no represente una amenaza para sus vecinos.

  2. La reconstrucción de la región se ha determinado como un objetivo prioritario para compensar el sufrimiento de larga data del pueblo de Gaza.

  3. Si ambas partes están de acuerdo con esta propuesta, la guerra terminará de inmediato. Las fuerzas israelíes se retirarán a la línea acordada para preparar la liberación de los rehenes. Mientras tanto, se suspenderán todas las operaciones militares, incluidos los bombardeos aéreos y de artillería, y las líneas de batalla permanecerán congeladas hasta que se cumplan las condiciones para la retirada completa por etapas.

  4. Dentro de las 72 horas posteriores a que Israel acepte públicamente este acuerdo, todos los rehenes, vivos y fallecidos, serán devueltos.

  5. Una vez que todos los rehenes hayan sido liberados, Israel liberará a 250 prisioneros que cumplen cadena perpetua, así como a 1700 habitantes de Gaza que fueron detenidos después del 7 de octubre de 2023, incluidas todas las mujeres y niños detenidos en este contexto. Por cada rehén israelí cuyos restos sean liberados, Israel liberará los restos de 15 habitantes de Gaza fallecidos.

  6. Una vez que todos los rehenes sean devueltos, los miembros de Hamás que se comprometan a la coexistencia pacífica y a desmantelar sus armas recibirán amnistía. Los miembros de Hamás que deseen salir de Gaza recibirán un paso seguro a los países anfitriones.

  7. Una vez aceptado este acuerdo, la totalidad de la ayuda será enviada inmediatamente a la Franja de Gaza. Como mínimo, los importes de la ayuda estarán en consonancia con lo incluido en el acuerdo de 19 de enero de 2025 sobre asistencia humanitaria, incluida la rehabilitación de infraestructuras (agua, electricidad, aguas residuales), la rehabilitación de hospitales y panaderías, y la entrada de equipos necesarios para retirar escombros y abrir carreteras.

  8. La entrada de distribución y ayuda en la Franja de Gaza se realizará sin interferencia de las dos partes a través de las Naciones Unidas y sus organismos, y la Media Luna Roja, así como de otras instituciones internacionales no asociadas de ninguna manera con ninguna de las partes. La apertura del cruce de Rafah en ambas direcciones estará sujeta al mismo mecanismo implementado en virtud del acuerdo del 19 de enero de 2025.

  9. Gaza será gobernada bajo el gobierno temporal de transición de un comité palestino tecnocrático y apolítico, responsable de la gestión cotidiana de los servicios públicos y los municipios para la población de Gaza. Este comité estará compuesto por palestinos calificados y expertos internacionales, bajo la supervisión de un nuevo organismo internacional de transición, el "Consejo de Paz", que estará encabezado y presidido por el presidente Donald J. Trump, con otros miembros y jefes de Estado que se anunciarán, incluido el ex primer ministro Tony Blair. Este organismo establecerá el marco y administrará la financiación para la reurbanización de Gaza hasta el momento en que la Autoridad Palestina haya completado su programa de reformas, como se describe en varias propuestas, incluido el plan de paz del presidente Trump en 2020 y la propuesta franco-saudí, y pueda recuperar el control de Gaza de manera segura y efectiva. Este órgano recurrirá a las mejores normas internacionales para crear una gobernanza moderna y eficiente que sirva al pueblo de Gaza y sea propicia para atraer inversiones.

  10. Se creará un plan de desarrollo económico de Trump para reconstruir y revitalizar Gaza convocando a un panel de expertos que han ayudado a dar a luz a algunas de las prósperas ciudades milagrosas modernas en el Medio Oriente. Muchos grupos internacionales bien intencionados han elaborado muchas propuestas de inversión reflexivas e ideas de desarrollo emocionantes, y se considerarán para sintetizar los marcos de seguridad y gobernanza para atraer y facilitar estas inversiones que crearán empleos, oportunidades y esperanza para el futuro de Gaza.

  11. Se establecerá una zona económica especial con tarifas preferenciales y tarifas de acceso que se negociarán con los países participantes.

  12. Nadie se verá obligado a abandonar Gaza, y aquellos que deseen irse serán libres de hacerlo y de regresar. Alentaremos a las personas a quedarse y les ofreceremos la oportunidad de construir una Gaza mejor.

  13. Hamas y otras facciones acuerdan no desempeñar ningún papel en el gobierno de Gaza, directa, indirectamente o de ninguna forma. Toda la infraestructura militar, terrorista y ofensiva, incluidos los túneles y las instalaciones de producción de armas, será destruidas y no reconstruida. Habrá un proceso de desmilitarización de Gaza bajo la supervisión de observadores independientes, que incluirá el despliegue permanente de armas fuera de uso a través de un proceso acordado de desmantelamiento, y respaldado por un programa de recompra y reintegración financiado internacionalmente, todo verificado por los observadores independientes. La Nueva Gaza estará plenamente comprometida con la construcción de una economía próspera y con la coexistencia pacífica con sus vecinos.

  14. Los socios regionales proporcionarán una garantía para asegurar que Hamas y las facciones cumplan con sus obligaciones y que la Nueva Gaza no represente una amenaza para sus vecinos o su pueblo.

  15. Estados Unidos trabajará con socios árabes e internacionales para establecer una Fuerza Internacional de Estabilización (ISF) temporal que se desplegará de inmediato en Gaza. Las ISF entrenarán y brindarán apoyo a las fuerzas policiales palestinas controladas en Gaza, y consultarán con Jordania y Egipto, que tienen una amplia experiencia en este campo. Esta fuerza será la solución de seguridad interna a largo plazo. Las ISF trabajarán con Israel y Egipto para ayudar a asegurar las áreas fronterizas, así como con la fuerza policial palestina recién entrenada. Es fundamental evitar que las municiones entren en Gaza y facilitar el flujo rápido y seguro de mercancías para reconstruir y revitalizar Gaza. Las partes acordarán un mecanismo de eliminación de conflictos.

  16. Israel no ocupará ni anexará Gaza. A medida que las ISF establezcan el control y la estabilidad, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) se retirarán en función de las normas, hitos y plazos relacionados a la desmilitarización que se acordarán entre las FDI, las ISF, los garantes y los Estados Unidos, con el objetivo de una Gaza segura que ya no represente una amenaza para Israel, Egipto o sus ciudadanos. En la práctica, las FDI entregarán progresivamente el territorio de Gaza que ocupe a las ISF de conformidad con un acuerdo que concertará con la autoridad de transición hasta que se retiren por completo de Gaza, excepto por una presencia perimetral de seguridad que permanecerá hasta que Gaza esté adecuadamente protegida de cualquier amenaza terrorista resurgente.

  17. En caso de que Hamas retrase o rechace esta propuesta, lo anterior, incluida la operación de ayuda ampliada, continuará en las áreas libres de terrorismo entregadas por las FDI a las ISF.

  18. Se establecerá un proceso de diálogo interreligioso basado en los valores de tolerancia y coexistencia pacífica en un intento de cambiar la mentalidad y las narrativas de palestinos e israelíes haciendo hincapié en los beneficios que pueden derivarse de la paz.

  19. A medida que avance la remodelación de Gaza y se aplique fielmente el programa de reforma de la Autoridad Palestina, se pueden establecer finalmente las condiciones para un camino creíble hacia la autodeterminación palestina y el establecimiento de un Estado, que reconocemos como la aspiración del pueblo palestino.

  20. Estados Unidos establecerá un diálogo entre Israel y los palestinos para acordar un horizonte político para una coexistencia pacífica y próspera.


#2 - El Plan V

Existían dos caminos posibles después de las elecciones que sucedieron hace un mes en la Provincia de Buenos Aires. 

El primero se agotó antes de lo previsto, ahora se negocia el segundo. 

Esos caminos fueron relatados en el Contexto semanal dos días después de sucedidas las elecciones del 7 de septiembre:

“Las soluciones que se plantean ofrecen varios escenarios posibles, a los cuales hay que estar atentos… Quienes proponen adelantar el desastre y detener la agonía del sector productivo, evalúan la posibilidad de anticipar las elecciones y terminar de una vez por todas con el dilema de la continuidad libertaria en la conducción del gobierno. Una salida institucional que pueda contener, si así lo quiere, la figura presidencial de Javier Milei hasta el final de su mandato -o la vice, en su defecto-, pero con un gabinete intrusado por el círculo rojo y su paladín de Acassuso. Desde el gobierno, esperan un último manotazo de ahogado: la ayuda norteamericana prometida por Scott Bessen, el secretario del Tesoro yanki. Un nuevo blindaje, como el anunciado por Cavallo allá por el 2001. Las propuestas que circulan incluyen la eliminación de las bandas cambiarias para normalizar un tipo de cambio a $1600, nuevas líneas de financiamiento por parte de Estados Unidos y el BID, que garanticen el ingreso de dólares, acumulación diaria de reservas para cumplir con el acuerdo del FMI y prometer garantía cambiaria sin comprometer el pago de la deuda del Tesoro Nacional.”

La crisis que atraviesa la economía nacional reúne varios problemas estructurales que vienen desde hace 50 años, agravados por el pensamiento liberal y colonial, la corrupción, la ineficiencia, la especulación y la usura, que guiaron la voluntad política en los últimos 10 años.

Recordemos: el gobierno trafica en el exterior un falso superávit en las cuentas públicas, mientras que, en un año, nos endeudó más que cualquier otro gobierno de la Historia por el mismo período: el equivalente a 100 mil millones de dólares. 

La mayoría de esa deuda emitida fue mediante bonos públicos en pesos, con una cláusula muy particular, propia de la usura y la perversión financiera: “capitalización de intereses”. 

Al final de cada vencimiento de corto plazo, los intereses se integran con el capital, por lo que en la contabilidad del déficit fiscal se los excluye, en tanto el capital de la deuda no forma parte del rubro “servicios de deuda”. 

Esta constituye una de las principales mentiras del esquema económico: hay déficit y es enorme, además de que a la deuda en pesos se suma la no contabilización de las deudas corrientes, como la previsional por la licuación de jubilaciones y pensiones, junto con los fondos adeudados a las Provincias y la obra pública.

Esta mentira se suma a la de la baja de la inflación, en tanto encarecieron a la Argentina en dólares como ningún otro país en el mundo, con el café más caro que en Suiza. 

El gran problema de la crisis es que lo financiero es el desencadenante de las turbulencias de corto plazo, pero no la explicación del problema. 

En el exterior, nuestros funcionarios dicen que tenemos problemas de liquidez, es decir, que con plata se resuelve todo, y el drama es que el presidente se cree sus mentiras.

Claro está: con plata se resuelven los problemas de quienes invirtieron en bonos y necesitan salirse de la bicicleta financiera. 

Sin embargo, la crisis es económica: Argentina se encuentra en la encrucijada de decidir sobre un rumbo de producción y trabajo, alineado al proteccionismo de la Época, o seguir el camino de la renta y la especulación, deseosa de vivir de Vaca Muerta, Tierras raras, Soja y cualquier otra moda de dólares crocantes. 

El problema es que el segundo camino se intenta implementar hace 10 años, pero la economía internacional ya no favorece el enriquecimiento nacional mediante la venta de materia prima y alimentos en grandes acuerdos de libre comercio. 

Casualmente, la potencia que propone este esquema de intercambio en cadenas globales, donde unos garantizan abastecimiento de materia prima con ventas récord y otros productos manufacturados a bajísimos precios, es el nuevo “enemigo” de Occidente: los orientales de China.

 

Vamos a los desencadenantes del fracaso del Plan A.

Gracias a las promesas de anuncios de ayuda norteamericana, las licitaciones de deuda pública de septiembre y octubre derivaron en un aumento de la deuda por varios billones de pesos.

Mientras tanto, hace algunas semanas, el gobierno norteamericano había entrado en “shut down”, es decir, por la no aprobación del presupuesto, la administración pública cierra reparticiones y corta gastos corrientes de corto plazo, hasta que el financiamiento del Congreso sea aprobado. 

En este sentido, el Secretario del Tesoro Bessent debe explicar en Estados Unidos que la ayuda a la Argentina no es a través de financiamiento, sino que se negocia un intercambio de monedas entre los Bancos Centrales y que, en todo caso, serán el mercado financiero, operadores de mesas de dinero de la banca pública norteamericana o el Fondo de Estabilización del Tesoro, quienes comprarán pesos argentinos para evitar una corrida. 

El factor Espert, el negociado de las Retenciones con China y la reciente entrevista con Trump catapultaron la suerte de todo. 

Por un lado, los vínculos con el narcotráfico del ex primer candidato de la Provincia de Buenos Aires -que aparecerá en la Boleta Única- congeló la campaña oficial.

Ningún candidato oficial del país puede ir a hablar de propuestas, porque todo gira en torno a los candidatos ligados al narcotráfico, como también la primera candidata oficial en Río Negro. 

La propuesta oficial parece ser que se limita a garantizar la impunidad de candidatos narcotraficantes, lo cual los condena a una derrota contundente en las elecciones.

La eliminación de corto plazo de las retenciones terminó por consolidar la unidad del círculo rojo del poder en la Argentina, aunque en contra del Gobierno. 

El negocio de eliminar las retenciones sirvió para que un grupo de exportadoras -principalmente la china Cofco que reservó 15 buques- liquidara dólares con ganancias extraordinarias de más de 1500 millones de dólares en solo 3 días. 

El negocio consistió en vender hasta un 40% más caro la mercadería que compraron con retenciones, es decir, con un precio menor, o bien se endeudaron con sus casas matrices para garantizar la liquidación de corto plazo, para luego comprar la mercadería a un 30% menos, una vez restituidas las retenciones. 

El problema fue que dejaron afuera a la Sociedad Rural Argentina, y ni que hablar al conjunto de productores representados en la CRA o la Federación Agraria Argentina. 

La SRA, junto con AGD, Clarín, Techint, Arcor y Aluar, constituyen los principales factores de poder de la Argentina, caracterizados por mantener una posición dominante en sus respectivos mercados, con empresas integradas en los distintos eslabones de producción y distribución.

Desde marzo, con seguridad, el Gobierno mantiene un enfrentamiento con el Grupo Clarín, desencadenado a partir de la voluntad del grupo por absorber la porción del mercado del 70% de las telecomunicaciones con la compra de Telefónica.

El grupo Clarín ya le soltó la mano hace rato, aunque su posición en bonos argentinos, el carry trade y el futuro electoral lo obliga a ser cauteloso a la hora de encarar su combate. 

En cuanto a Techint y Aluar, sus empresas fueron las que más sufrieron la desvalorización en el mercado de capitales y bonos por la política económica. 

En el plano comercial y productivo, Techint amplió sus inversiones en el rubro energético para bajar sus costos y aprovechar la ventana de oportunidad de Vaca Muerta, pudiendo proveer de sus tubos de acero en el desarrollo energético. 

Aluar hizo lo propio con la generación eléctrica en sus plantas a través de la construcción de un parque eólico, con el objetivo de garantizar menores costos energéticos en el mediano plazo y así compensar las pérdidas. 

Sin embargo, las ventas en el sector industrial cayeron estrepitosamente producto del ingreso de mercadería china, cuestión que también sufrieron Arcor y AGD en el rubro alimenticio. Todas las compañías productivas se desvalorizaron en el mercado de capitales. 

La forzada estabilidad cambiaria con un peso sobrevalorado también afectó la rentabilidad de ese conjunto de empresas productivas, en tanto hace 10 años se sumaron a la gesta de la Argentina Exportadora, con la esperanza de que una baja en los impuestos internos mejorarían sus términos de intercambio en un mundo que, en realidad, caminaba hacia el proteccionismo.

Todas las acciones llevadas a cabo por el gobierno desde el 7 de septiembre condujeron a profundizar la derrota electoral: 

1) la quita de retenciones temporal aumentó los precios de los alimentos, disparó la inflación y mojó la oreja del campo;

2) la defensa irrestricta del “profe Espert” por parte del presidente despertó las alertas sobre el espúreo financiamiento del partido gobernante, ya acalorado por las coimas denunciadas en ANDIS;

3) los “no acuerdos” con Estados Unidos, transmutan su imagen de un León emperador a un terrible gato, capaz de prostituir su dignidad y la del país a cambio de un efímero Tuit, a lo que se suma haber mojado la oreja del sistema financiero local, mediante la intrusión de un coloso por la ventana. 

Donald Trump fue contundente: si no ganan las elecciones, la ayuda financiera de corto plazo se termina. Como todos saben que las elecciones se perdieron, el plan A ya fracasó, sólo están viendo cómo controlar el daño, en la forma de comunicar la derrota.

Mientras tanto, los sectores liberales y progresistas nuevamente coinciden en el análisis: conciben la economía desde el dinero y creen que el problema argentino es financiero. Por eso piensan que la injerencia de Estados Unidos puede cambiar el rumbo: unos festejan y otros gritan de histeria.

Sin embargo, como el problema es económico y político, el fracaso del Plan A nos conducirá al Plan B o V, dependiendo de la contundencia del triunfo del Partido Justicialista en las elecciones.  

Argentina define, en una semana, su futura Asamblea Legislativa y el sesgo que tendrá el gobierno de transición. 

Las opciones dependen de si la victoria es pírrica o abultada por parte del Justicialismo y las Provincias Unidas frente al gobierno.

El camino frente a una victoria abultada por parte del Justicialismo será la posibilidad de erigir un gobierno de transición comandado por un peso pesado del peronismo del interior, con o sin Villarruel, pero sin protagonismo de Mauricio Macri. 

El camino frente a una victoria pírrica será la posibilidad de que el círculo rojo, Macri y la vicepresidenta coronen a Milei como un presidente sin facultades y un gabinete intervenido, o bien una presidencia de Villarruel en acuerdo con los gobernadores y el Pro.  

¿Cómo seguirá todo? Dependerá de la prudencia del gobierno en manejar el fracaso y la inteligencia de los vencedores en trasladar la victoria electoral a la política. 


#3 - El más joven y el mejor

Faustino Oro conquistó el torneo de Ajedrez Prodigios y Leyendas y se  constituye como Gran Maestro con tan solo 11 años, el más joven de la Historia del certamen. 

Triunfó en el torneo de manera invicta y rompió la barrera de los 2.500 puntos en el ranking internacional Elo, estando también entre los primeros diez argentinos y, nuevamente, logrando ser el más joven en entrar al ranking internacional con esos puntos. 

Faustino nació en 2013, se crió en San Cristobal, Capital Federal, y comenzó a jugar ajedrez durante la Pandemia, primero como autodidacta y luego con diversos maestros y profesores. 

Ya en abril de 2023 se había convertido en el Maestro FIDE más jóven de la Historia, al igual que subcampeón del torneo ITT.

Otro ejemplo más de la capacidad y talento argentino, que en diversas disciplinas logramos coronarnos de gloria y enarbolar la bandera hacia los podios del mundo. 

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