Sucesos que echan luz sobre el contexto internacional y argentino de nuestros tiempos. Escribe Ariel Duarte.
#1 - El futuro de Gaza
Llegan los tiempos de la negociación de los dos Estados, Palestina e Israel, luego de décadas de sometimiento, apartheid y genocidio sobre los pueblos que allí decidieron vivir sus días.
Los acontecimientos desarrollados tras el ataque de Hamas el 7 de octubre de 2023 fueron el resultado de la estrategia adoptada por Benjamin Netanyahu frente a la agresión externa, casualmente realizada por los grupos que décadas atrás habían promovido.
La estrategia adoptada por el premier israelí se condijo con la comprensión del momento histórico: la época llama a la discusión de un nuevo orden internacional, que implica en particular redefinir los acuerdos de la posguerra de 1945.
Los acuerdos entre los ganadores de la Segunda Guerra fueron más allá de la cortina de Hierro y la división del mundo entre el polo demoliberal y el soviético: alcanzaron, también, una arquitectura financiera y comercial que subsiste hasta nuestros días, con una frutilla del postre que nadie pidió, pero todos estuvieron dispuestos a aceptar:
La caída de Berlín debía dar un mensaje claro sobre quiénes eran los destinatarios del odio de los regímenes nacionalistas.
En las áridas tierras entre el final del Mediterráneo y el Mar Muerto, Inglaterra dominaba las colonias que habitaban los palestinos. Mediante un arrogante movimiento discutido desde la metrópoli, dispuso la entrega de esa superficie para la creación del Estado de Israel.
La aspiración de Inglaterra de ser la nueva Roma de la posguerra debía contar con una proyección en Eurasia, que sirviera de contención de las potencias orientales y condicionara el precio y comercio de la energía. Las commodities y el dólar se convertían en la nueva moneda del César, y Medio Oriente no podía escapar a ello.
Guerras, colonos, poblamiento e inversión extranjera mediante, el Estado de Israel se consolidó sobre la región como una de sus potencias junto con Arabia Saudita, Irán y Turquía, todas convivientes del abrazo ruso, que las incluye como parte de su proyecto euroasiático.
Siempre amenazada por otras naciones árabes que querían su desaparición, Israel se dedicó a enfierrarse y garantizar su abastecimiento, a la par que aprovechaba cada conflicto para expandir aún más su frontera sobre los territorios palestinos, mientras quebraba el frente interno de los colonizados. Los grupos extremistas y las divisiones históricas entre los árabes han perjudicado, también, la consolidación de un Estado Palestino soberano.
En los últimos años, la consolidación de distintos proyectos nacionales en la discusión regional y global, los denominados “emergentes”, tocó el trasero israelí y su papel de gendarme indiscutido de Medio Oriente.
Los vecinos chiitas, sunitas, paisanos y cristianos comenzaron a cuestionar los privilegios del Estado en la disposición de armamento nuclear sin control, o la realización de ataques hacia objetivos ubicados en territorios ajenos a los de su soberanía, con la excusa de combatir el terrorismo o prevenir amenazas al pueblo israelí.
En términos diplomáticos, el reclamo histórico de los palestinos se sustenta, hoy por hoy, sobre la resolución 194 adoptada por la Asamblea General de la ONU en 1948 y la resolución del Consejo de Seguridad 237 de 1967, en las cuales se estipula que ningún pueblo puede ser expulsado de su tierra y la garantía a los palestinos de su derecho a regresar, luego de las constantes expulsiones que se sucedieron desde 1946.
Las discusiones que vienen
Las definiciones sobre el nuevo orden incluyen, tal como ocurrió en 1945, variadas cuestiones que acechan a un mundo aturdido por el experimento globalista.
Desde la conformación de un Estado Palestino, la des-neocolonización de África, las nuevas zonas de influencia de Occidente y Oriente sobre Eurasia y el Pacífico, las nuevas rutas comerciales del Ártico, el destino de la Antártida, el espacio exterior, los nuevos límites en las capacidades de defensa, la cuestión nuclear y una nueva arquitectura financiera que vuelva a ofrecer un patrón sobre el cual se apalanque el comercio.
En lo que respecta a la cuestión palestina, el pasado 27 de agosto, Donald Trump convocó en la Casa Blanca a una reunión especial junto con su vicepresidente J. D. Vance, el enviado especial en Israel Steve Witkoff, el secretario de Estado Marco Rubio, el ministro israelí de Asuntos Estratégicos Ron Demer y el ex primer ministro británico, en representación de la Corona, Tony Blair.
Según informó The Washington Post, la conclusión sobre la reunión fue que la Franja de Gaza pasaría a ser administrada por Estados Unidos durante al menos 10 años, conformándose un brillante complejo turístico y centro de fabricación de alta tecnología en Medio Oriente, con una inversión de 100 mil millones de dólares.
La fórmula encuentra su raíz histórica en la decisión adoptada por el ex presidente norteamericano Andrew Jackson en 1830, cuando promulgaba la “Ley sobre la Deportación de los Indios”, en la cual se proponía acordar con las comunidades originarias mediante la cesión de tierras para la creación de “reservas”, administradas por los pobladores, aunque apalancadas por el negocio que proponía el gobierno federal, que a lo largo del tiempo derivó en complejos turísticos y casinos.
Desde los sectores cercanos a Trump, explican que la visión del presidente es la de un empresario: antes de establecer los términos de un nuevo Estado, debe definirse el proyecto de negocios que lo sustentará.
Como propuesta para la población, se incluye la oferta de pagar 23 mil dólares por persona a cada familia que acepte abandonar Gaza, a cambio de ser recibidos en Libia, Etiopía, Sudán del Sur, Indonesia u otros Estados amigables con Washington.
El diario británico Financial Times, cercano a la socialdemocracia, informó acerca de una serie de reuniones del Tony Blair Institute for Global Change y el Boston Consulting Group, consagradas al proyecto “The Gaza Reconstitution, Economic Acceleration and Transformation Trust”, cuyas siglas son “GREAT Trust”.
A tal efecto, promovieron la creación, junto con sectores de la inteligencia israelí, de la Gaza Humanitarian Foundation (GHF), con sede en Suiza, a fin de adentrarse y coordinar la conducción del pueblo palestino hacia el abandono de sus hogares y la supervivencia en el destierro.
Apadrinada también por Israel, la GHF fue la elegida para la distribución de ayuda humanitaria en reemplazo de la autoridad israelí de ocupación, la ONU o la Cruz Roja.
La reunión convocada por Washington se anticipó por las continuas burlas de la autoridad israelí, que aprovechaba sus relaciones con la GHF para disparar a los civiles que acudían a los puntos informados de entrega de mercadería y ayuda humanitaria.
El primer ministro Benjamin Netanyahu se preparó para este momento y buscó mejorar su posición negocial para la posible discusión de un nuevo Estado.
A partir de sus últimos movimientos, se observa que ordenó crear en Rafah una “ciudad de tiendas” para más de 500 mil personas, donde se buscará concentrar a la población que se evacúe de Gaza, limitándola a permanecer en el sur de la franja.
En ese sentido, el pasado 23 de julio, el Parlamento israelí adoptó una ley no vinculante por la cual el gobierno invita a anexar Cisjordania antes de que el Consejo de Seguridad de la ONU otorgue el reconocimiento legal al Estado de Palestina.
Arabia Saudita y Francia impulsan el reconocimiento del Estado de Palestina en la ONU, mientras la Autoridad Nacional Palestina se prepara para proclamar su independencia, y los vecinos de Egipto y Jordania reclutan palestinos para el movimiento de liberación Al-Fatah.
Se acerca el desenlace de esta película y todos buscan posicionarse.
#2 - La recta final
El resultado electoral abre la puerta al estrés del calendario.
El gobierno nacional se chocó con la implacable realidad, que golpeó el único relato que lo autocomplacía: el fin del peronismo.
La victoria por el 62% de los votos en Avellaneda por parte de Verónica Magario (frente a un 27,4% del candidato libertario Bordarenko), fue mucho más que los errores de una política fallida de pelearse con todos al mismo tiempo: el pueblo está sufriendo y encuentra en el gobierno a uno de los principales responsables. Frente a los que creían que el peronismo había perdido su raigambre popular y que los libertarios se podían imponer en los barrios humildes, podemos destacar un dato contundente: en la Isla Maciel, casi el 90% votó por Fuerza Patria.
Lo más preocupante sucedió en el mercado y los agentes económicos, tanto del sector empresario, como del movimiento obrero organizado.
A lo largo de los últimos meses, la promesa oficial de ponerle el último clavo al cajón del peronismo encontró su triste final, con la simple observación de los números publicados por las autoridades económicas, que refutan toda la propaganda del gobierno:
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La baja de la inflación era, en realidad, un crecimiento más leve de los precios, aunque con la condición de ser el país más caro del mundo.
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La baja de la pobreza era, en realidad, un juego estadístico nominal por la devaluación arbitraria de diciembre de 2023, a costa de una economía parada y con desempleo al alza.
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La baja del dólar era, en realidad, una ficción temporal hasta fin de año, en tanto se comprometieron con dólar futuro a un salto cambiario post electoral, a costa de empapelar de deuda pública el Ministerio de Economía y congelar la actividad productiva con tasas de interés exorbitantes.
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La baja de la emisión monetaria fue, en realidad, una multiplicación de la base monetaria, que pasó de 8 billones a 44 billones, cooptada principalmente por el sector financiero, a través de la compra de títulos de deuda pública en el Carry trade.
La promesa del Gobierno a los agentes financieros también quedó trunca.
El objetivo propuesto para asegurar la estabilidad cambiaria dependía de lo electoral: una derrota táctica el 7 de septiembre y un empate victorioso el 26 de octubre. Números que permitían bajar el riesgo país hacia los 300 puntos y volver a tomar deuda en mercados extranjeros al 8/9% anual, e incorporar nuevos dólares al financiamiento de la estabilidad cambiaria.
Todo salió mal.
La derrota del domingo catapultó el Riesgo País a más de 1100 puntos, tomar deuda externa en los mercados extranjeros es inviable y los vencimientos de deuda pública apremian la crisis oficial.
El calendario ofrece un panorama nocivo para el destino oficial: de acá hasta las elecciones vencen 40 billones de deuda pública, equivalentes a 30 mil millones de dólares.
Las tasas de interés que se ofrecen por renovar estas deudas duplican a la inflación en términos reales. Es una paralización total de la actividad económica ya que, frente a las ofertas de títulos de deuda del gobierno a tasas exorbitantes, las empresas y personas no tienen posibilidad de refinanciar sus créditos ni mucho menos tomar nuevos.
Sólo en septiembre vencen 24 billones de pesos y en todo octubre el número asciende a 18 billones, las licitaciones de deuda tendrán lugar en las fechas 10 y 26 de septiembre, 15 y 29 de octubre.
Ahora, las soluciones que se plantean ofrecen varios escenarios posibles, a los cuales hay que estar atentos.
Quienes proponen adelantar el desastre y detener la agonía del sector productivo, evalúan la posibilidad de anticipar las elecciones y terminar de una vez por todas con el dilema de la continuidad libertaria en la conducción del gobierno. Una salida institucional que pueda contener, si así lo quiere, la figura presidencial de Javier Milei hasta el final de su mandato -o la vice, en su defecto-, pero con un gabinete intrusado por el círculo rojo y su paladín de Acassuso.
Desde el gobierno, esperan un último manotazo de ahogado: la ayuda norteamericana prometida por Scott Bessen, el secretario del Tesoro yanki. Un nuevo blindaje, como el anunciado por Cavallo allá por el 2001.
Las propuestas que circulan incluyen la eliminación de las bandas cambiarias para normalizar un tipo de cambio a $1600, nuevas líneas de financiamiento por parte de Estados Unidos y el BID, que garanticen el ingreso de dólares, acumulación diaria de reservas para cumplir con el acuerdo del FMI y prometer garantía cambiaria sin comprometer el pago de la deuda del Tesoro Nacional.
Sin embargo, las propuestas obvian un punto fundamental: los encajes récord sobre los depósitos bancarios y las tasas de interés exorbitantes para canalizar el ahorro nacional al financiamiento del Estado y la estabilidad cambiaria.
Las fórmulas puestas sobre la mesa, una vez más, desoyen el principal reclamo que las urnas gritaron: el problema va más allá de la obra pública o el Garrahan, la nueva ola de desocupación y el estancamiento de la economía retroalimentaron y agravaron la pérdida de poder de compra del salario, que ya venía deteriorando desde hace 10 años.
Nuevamente, el debate público deja un final abierto sobre los programas políticos que sustentan un cambio de gobierno. ¿Quién se hará cargo del proyecto nacional de una Argentina industrial y proteccionista que la época demanda?
#3 - Estudiantes de la Patria
Con 17 años, criado en Lanús Oeste, Gastón Díaz es campeón mundial de Geometría.
Lleva entre sus medallas varias olimpíadas internacionales de matemáticas y fue elegido entre los 10 mejores estudiantes del mundo, según los informes de Global Student Prize 2025.
Cuando era chico, recuerda que tenía serias dificultades para contar bien los números, la solución que adoptó fue ir a fondo: estudiar matemáticas.
El certamen que elabora el Global Student Prize reúne 11.000 jóvenes de 148 países. El único de Sudamérica en llegar al top 10 fue Gastón Díaz.
El concurso todavía no terminó, se elegirá al mejor entre los 10 finalistas y se anunciará el próximo mes junto con la entrega de los 100 mil dólares de premio.
Gastón Díaz también ganó un concurso junto a otros compañeros, por haber elaborado una ley de alfabetización financiera y tecnológica juvenil, que actualmente se implementa en 70 ciudades argentinas con un alcance de 6 millones de estudiantes.
Otra de sus actividades cotidianas es la enseñanza de Matemáticas e Informática y la entrega de 5 mil viandas junto a la organización El Ombú.
Estudiantes de todas partes del mundo con al menos 16 años participan del Global Student Prize, con los requisitos de contar con logros académicos y haberse destacado en proyectos con “impacto real en el aprendizaje, en la vida de sus compañeros y en la sociedad”.
Argentina viene con buena racha en el certamen. El año pasado otra estudiante de Buenos Aires pudo alcanzar el podio de los primeros 10.
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