
Por Santiago Giraudo
“Si nuestra sociedad desea preservar su identidad en la etapa universalista que se avecina, deberá conformar y consolidar una arraigada cultura nacional”. Esta fue una de las tantas directrices que nos dejó el Presidente Juan Perón en su “Modelo Argentino para el Proyecto Nacional” del año 1974.
A su vez, Fermín Chávez nos enseñaba que todas las crisis económicas son reflejo de una crisis espiritual. Por ello, al celebrarse esta semana un nuevo día de la tradición en nuestro país, por el aniversario del natalicio de José Hernández, autor del Martín Fierro, nuestro gran poema nacional, entendemos conveniente responder dos preguntas; ¿por qué es importante la tradición nacional y cuál fue el valor que le dio el peronismo?
Este discurso inicia la respuesta a la segunda pregunta.
“Es simbólico para mí que, con la bienvenida que termina de darme el señor comisionado de San Isidro, hayan querido obsequiarme con nuestro gran poema criollo, el Martín Fierro…
José Hernández cantó las necesidades del pueblo que vive adherido a la tierra. Todavía no se ha cumplido para el pueblo argentino la invocación de grandeza y de justicia que el Martín Fierro enseña. Nosotros hemos de tomar de él ese ideal cantado para llevarlo paulatinamente a la ejecución, a fin de que se borren para siempre los males que él cantó, ‘no para mal de ninguno, sino para bien de todos…’.
Si hemos de realizar algo que sea beneficioso para el país y para el bien de esa masa cuyos dolores cantó, de esa masa criolla y sufrida que todavía no ha redimido sus males, ha de ser por ese camino, creando nuevas condiciones de trabajo, sin seguir ejemplos ni ser dirigidos por otra fuerza que no sea el bien por el bien mismo, cantando, si es necesario con toda la voz que se tiene.
Agradezco, señores, profundamente, este regalo porque en cada casa argentina y en cada escritorio de un gobernante debe haber un Martín Fierro tan grande como sea posible, para que pueda leerse desde lejos y en todo momento.
«Si nuestros gobernantes hubieran leído el Martín Fierro en vez de leer a autores extranjeros, es probable que habrían comprendido los problemas argentinos hasta resolverlos con pasión, amor y carácter…”[1]
Estas fueron palabras del Secretario de Trabajo y Previsión, Coronel Juan Perón, en la Municipalidad de San Isidro en el año 1944 al ser reconocido por su labor.
El Martin Fierro de José Hernández se publicó en el año 1872. Esta obra fue utilizada y abordada por todas las ideologías en nuestro país, desde la fecha de publicación hasta hoy, como el Martín Fierro es garantía de popularidad, las diferentes representaciones políticas lo trataban y “llevaban agua para su molino”, socialistas-comunistas-conservadores, etc.
Pero fue para el año 1934 cuando encontró su punto más alto de propaganda, debido a cumplirse el centenario del natalicio de su autor, fue mucha la convulsión, los festejos, los escritos, que se desarrollaron a partir de esta efeméride. Recordemos particularmente el año 1934.
En 1943, año en que desde el Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, el Ministro Gustavo Martínez Zuviría, a partir del impulso de agrupaciones tradicionalistas, firmó una resolución garantizando la realización de actos conmemorativos en todas las escuelas secundarias del país para el 10 de noviembre, celebrando el Día de la Tradición. No está de más aclarar que ya había acontecido la “Revolución de los coroneles” del 4 de Junio, por ende este Ministro corresponde al gobierno de Farrell, que al año siguiente, fue el primer mandatario que asistió a una celebración del Día de la Tradición. Edelmiro Farrell concurrió a la Ciudad de La Plata para el festejo, con desfile de numerosas delegaciones gauchas y cerró el acto con un discurso, resaltando al gaucho “por ser ejemplo de sobriedad, sufrimiento y amor a la patria”. Este acto fue organizado por el Instituto Nacional de la Tradición, organismo creado vía Decreto por Farrell el año anterior.
Siguiendo con esta cronología, en 1945 se realizaron desfiles en 25 de mayo, San Antonio de Areco, Chacabuco, San Isidro, Mercedes y Morón, en conmemoración del Día de la Tradición.
En 1946 el acto central es un gran desfile ecuestre en Capital Federal a partir de la actuación de la Comisión Vecinal de Nueva Chicago.
En 1947 se repiten casi con exactitud los festejos.
En 1948 el Presidente Juan Perón firmó un Decreto nacionalizando la fiesta de la tradición, para el cultivo de la nacionalidad. Todas las escuelas del país debían involucrarse en la organización del festejo con renovada intensidad.
En 1949 es para resaltar la organización del primer Congreso Nacional de Folklore, desde el Ministerio de Educación, como parte de los festejos del 10 de noviembre.
Tal fue la reivindicación de la tradición como celebración nacional, como fiesta patria y popular, que en 1950 la C.G.T organizó un acto significativo.
En 1951 el pueblo argentino respaldó la gestión de la “nueva Argentina” del General Juan Domingo Perón y Eva Perón. Para 1952 se dispuso el festejo del Día de la Tradición en todas las cárceles.
En 1953 los festejos cobraron una connotación directa con Eva Perón, y se realizó una peregrinación gaucha a Luján en memoria de ella y en apoyo al Segundo Plan Quinquenal.
En 1954 fue la celebración de mayor relevancia, con una preparación que comenzó en febrero de ese año con la creación de la “Comisión Organizadora de la Fiesta de la Tradición”. Se puso en marcha un proyecto surgido desde los círculos criollos de diferentes localidades, porque la praxis política del peronismo, surgía desde las organizaciones libres del pueblo. Se realizaron desfiles en todo el país, siendo el más relevante el que se realizó a lo largo de la Avenida de Mayo, finalizando en la Casa de Gobierno frente al balcón donde el Presidente esperaba. Tras su salida, se entonó el Himno Nacional argentino y allí se nombró alGeneral Juan Domingo Perón como el “Primer Tradicionalista de la Argentina”. Los gauchos continuaron la celebración con un festival folclórico nocturno y así se cerró la “Semana de la Tradición”.
Los festejos duraron una semana, fue esa la relevancia que el peronismo le dio a dicha fecha patria. Relevancia que terminó de consagrarse el 22 de octubre de 1975 cuando la Presidenta María Estela Martínez de Perón promulgó la Ley N° 21.154 que declaró el 10 de noviembre como Día de la Tradición Nacional en todo el territorio argentino. Hasta ese día sólo existían Decretos presidenciales, y fue Isabel Perón quien incorporó esta ley para la eternidad.
Ahora bien, ¿por qué es importante la tradición nacional? Aquella pregunta la puede satisfacer Joaquín V. González, miembro de la llamada “generación del 80”: ”La tradición es también una fuerza; ella es formada por el sentimiento y la pasión de la masa social y por la comunidad de destinos; es un elemento histórico y filosófico para explicar los grandes acontecimientos, es la historia misma de los pueblos que no tienen historia, es la costumbre de pueblos que no tienen leyes formales, y por eso es un culto, y por eso arraiga en el corazón y en la inteligencia, y refleja el genio de la raza que le ha dado vida. Y se ha visto alguna vez que naciones dominadas largo tiempo por la conquista, obligadas a obedecer otras leyes y otros dioses, han conservado en el santuario de su conciencia, como un talismán sagrado para las horas de amargura, el recuerdo de su tierra nativa, la memoria de sus años de libertad, y una voz interior les hablaba a solas, como un reproche, como una acusación unas veces, y otras como un consuelo y una esperanza de recobrar algún día el perdido paraíso donde nacieron y respiraron los primeros hálitos de la vida.”[2].
A nuestro entender debemos tomar este concepto de tradición y no desde concepciones atadas al pasado, sino como una fuerza vital para el desarrollo de una nación y su pueblo, una fuerza necesaria para fortalecer nuestra cultura nacional. Porque sin tradición no hay cultura, y bien sabemos que “la cultura es un instrumento fundamental para conquistar nuestra definitiva autonomía y grandeza como nación”.[3]
Volviendo al año 1934, en plena década infame, la Argentina se sumergía en la crisis global desatada por la caída de la Bolsa de Wall Street de 1929. En esta crisis económica golpeó duramente a los sectores populares dejando filas de rostros desencajados, ropas caídas a lo largo y ancho del país y la limosna de una olla popular.
Esta década se caracterizó por el fraude, la corrupción y la entrega del patrimonio nacional, por citar, el Pacto Roca Runciman, donde la dirigencia política daba espaldas al pueblo, generando una densa atmósfera de descreimiento sobre la república. Quizás sea el tango “Cambalache” de Enrique Santos Discépolo del año 1934 la fiel descripción de aquella época. Y es precisamente en esta realidad que se fue generando aquel clima político, social y cultural que Fermín Chávez supo denominar “paleoperonismo”.
Así lo define como “el contexto filosófico que precedió al advenimiento del peronismo, su germinación estuvo enmarcada en una inédita convulsión cultural, intelectual, política y social que posibilitó el florecimiento de una original concepción que, tanto al ex mandatario argentino como su equipo fueron acuñando, durante la fase conocida como paleo peronismo”[4].
Es un momento de clima de anti colonialidad. Los hermanos Irazusta y sus obras sobre la historia argentina; la creación y denuncia antiimperialista de la FORJA de Jauretche y Homero Manzi; los escritos de Raúl Scalabrini Ortiz; las obras de Quinquela Martín ilustrando al trabajador; la pintura “Manifestación” de Antonio Berni; la obra literaria de Roberto Arlt; Molina Campos expresando al gaucho en sus pinturas; y la gran cantidad de agrupaciones tradicionalistas a lo largo del país (agrupación Bases, El Ceibo, Federación Gaucha Bonaerense, Asociación gauchos de la patria, Junta Tradicionalista Las Flores, Círculo Criollo El Lazo, etc); por mencionar algunos ejemplos.
A partir de la crisis económica, surge la interrogación sobre la identidad nacional.
Este espíritu nacional fue brotando desde el subsuelo, porque es desde el sentimiento de los pueblos oprimidos que nacen las revoluciones.
“La gran Revolución de 1810… no fue un acontecimiento aislado ni repentino, sino que sus orígenes se remontan a las épocas más oscuras de la evolución de las razas… toda Revolución es un progreso, he ahí porque es una ley ineludible en el mundo; pero ella no se realiza jamás de una manera súbita, porque ha debido prepararse en el corazón y la inteligencia de las generaciones pasadas, que han ido legando a sus hijos la herencia de sus ideas y de sus sentimientos, hasta que, llegado el momento psicológico de la concentración y de la unidad de los elementos revolucionarios, rompen el molde antiguo y estrecho que los contenía, y estallan en creaciones nuevas sobre las ruinas de las pasadas formas. Ese recuerdo conservado en secreto por todos los hijos de un pueblo que cayó vencido y esclavizado, no es sino la fibra, el genio nativo, que se conservan en lo íntimo, para hacer explosión más tarde, cuando la opresión, la injusticia, la barbarie despótica, han desquiciado las bases de la ley humana, y han conjurado contra sus autores las fuerzas comprimidas que fermentan con sordas convulsiones en el corazón de las víctimas. Entonces el esclavo rompe de un impulso súbito la cadena que le oprime el cuerpo y el alma; la tierra se estremece como si se removiera en el fondo de las tumbas olvidadas, los héroes indígenas que cayeron en la lucha primera; pueblan el espacio como irradiación invisible de seres ideales, de músicas, de sueños, de cantares vagos pero poéticos, de voces paternales largo tiempo no escuchadas, todos los recuerdos de aquellas épocas de gloria y de libertad, que sus señores le quitaron por la fuerza de las armas para sumirlos en la sombra y en la esclavitud.”[5].
No estamos seguros si aquel clima es el mismo que estamos transitando en estos momentos, pero sí debemos tener en claro que la tradición y con ella la cultura, son dos fuerzas que siempre debemos tener presentes y “alentar con optimismo la tarea de configuración de una cultura nacional”[6]. Porque “el pueblo no puede -ni quiere- renunciar a la historia y a los valores y principios que él mismo ha hecho germinar en su transcurso”[7].
Bibliografía:
«La Fiesta de la Tradición durante el primer peronismo: de José Hernández a Juan Domingo Perón», Matías Emiliano Casas.
“Como dijo Martin Fierro. Interpretaciones y usos del poema durante el siglo XX”, Matías Emiliano Casas. Prometeo Libros. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 2022.
“Otra vuelta con Martín Fierro”, Fermín Chávez. Ediciones Theoría. 1999.
[1] *»Obras Completas Juan Domingo Perón». Editorial Docencia. Fundación Hernandarias. Página 419
[2] “La tradición nacional”, Joaquín V. González. Colección El Pasado Argentino. Librería Hachette. 1957.
[3] “Modelo Argentino para el Proyecto Nacional” Juan Domingo Perón, 1974.
[4] “La tensión dinámica entre la competencia y la cooperación: una clave para comprender al Primer Peronismo y para actuar en el futuro”. Francisco José Pestanha
[5] “La tradición nacional”, Joaquín V. González. Colección El Pasado Argentino. Librería Hachette. 1957.
[6] “Modelo Argentino para el Proyecto Nacional” Juan Domingo Perón, 1974.
[7] “Modelo Argentino para el Proyecto Nacional” Juan Domingo Perón, 1974.