Sueñan los nadies con salir de pobres: ¿“Privilegio” o “derecho” a la educación?

Publicado el Por Repliegue

En este contexto de aislamiento, el derecho a la educación pública de calidad puede convertirse en un privilegio.


Por Paula Daniela Marino – Facultad de Derecho UBA

    El escenario “pandémico” actual no dejará a nadie indemne. Es una de las pocas certezas que existen.

    Observamos, día a día, las consecuencias en las vidas de todas las personas que habitan el suelo argentino: cierran negocios, llevándose consigo todos los sacrificios que ocasiona el emprender, gigantescas pérdidas de puestos de trabajo que dejan desprotegidas a cientos de familias, fallecimientos y consecuencias diversas en la salud – desde las propias por COVID-19 hasta psicológicas producto del encierro, como así también el aumento en violencia de género ya existente pero acentuado por el aislamiento-.

     He sostenido con anterioridad que el derecho a la salud se encuentra íntimamente relacionado con el mundo laboral. Ahora bien, sería inocente de mi parte excluir del análisis a la educación, la cual no sólo nos facilita el ingreso a los puestos de trabajo para subsistir y otorgarnos movilidad social ascendente, sino que nos otorga dignidad, nos hace libres de la manipulación por la ignorancia, iguala, y forma como personas.

    Ahora bien, es imposible no preguntarse: ¿Qué está ocurriendo con la educación argentina? ¿estamos viviendo una emergencia educativa?

La “Encuesta de Percepción y Actitudes de la Población. Impacto de la pandemia COVID-19 y las medidas adoptadas por el gobierno sobre la vida cotidiana. Informe sectorial: Educación” realizado por UNICEF Argentina en mayo del año 2020 nos obliga a ver la cruel realidad: el 53% de los encuestados en los hogares donde son percibidas las AUH no disponen de computadoras o tabletas para la realización de trabajos escolares (esta cifra contempla no sólo a quienes no poseen estos recursos, sino también a los que no pueden utilizarlos para el fin mencionado). Asimismo, el 33% de las personas sin recursos tecnológicos carece de comunicación con sus docentes. 

También nos dan otra cifra, que será difícil de revertir por diversos motivos: en el 76% de los hogares con bajos ingresos, las madres son las encargadas de brindar apoyo en tareas escolares. Nadie debería dudar respecto a la clara vinculación entre la desigualdad sufrida por las mujeres debido a roles sociales prestablecidos que evitan la formación académico-laboral, la existencia de los “trabajos feminizados” que resultan los más precarizados, y los hogares con ingresos más bajos. Círculo vicioso si los hay, ¿verdad?

   Estas cifras reflejan una realidad dolorosa y urgente: el derecho a la educación pública de calidad (anteriormente golpeado), hoy podría llegar a convertirse en un privilegio.

  No escapan de conocimiento las medidas implementadas por el Ministerio de Educación de la Nación frente al COVID-19 (conforme datos publicados en argentina.gob.ar) respecto al programa “Seguimos educando” y el acuerdo establecido con ENACOM para la liberación del uso de datos en los sitios web de las universidades. Asimismo, el DNU 690/20 (publicado el día 22.08.20 en el Boletín Oficial), que declara servicios públicos a la telefonía celular y fija, internet y la televisión y congela las tarifas de esas prestaciones, parecería, en principio, haber dado en la tecla. Sin embargo, tampoco se desconoce la existencia de diversos amparos respecto a la accesibilidad informática en barrios vulnerables (lógicamente, la vulnerabilidad social restringe el acceso a una educación de calidad).

  Nos decía Eduardo Galeano: “Sueñan las pulgas con comprarse un perro, y sueñan los nadies con salir de pobres…”.

  Como estudiante de la Universidad de Buenos Aires puedo decir que, por cada alumno que da a conocer su imposibilidad de acceder a una clase virtual, siempre existe el compañero que le ofrece apuntes o datos móviles, y por cada docente que impunemente omite cumplir la reglamentación de cursada -provocando irregularidades y angustias-, siempre hay otro docente que, además de brindar su conocimiento y tiempo, pone a disposición su humanidad.

   Ha quedado claro: el pueblo ha entendido la premisa “nadie se salva solo”, y debe continuar exigiendo lo que le corresponde.

   Quizás sea el momento de que las pulgas se unan para comprarse un perro.


*Agradecemos a los compañeros y compañeras de Revista De Frente http://revistadefrente.com.ar

Deja una respuesta