SPINETTALANDIA – DÍA DEL MÚSICO ARGENTINO

Hoy es el día del músico argentino y es por él. Lógico, si el 23 de enero de 1950 se presentaba ante el aire espeso del verano porteño uno de los máximos talentos que haya pisado estas tierras y, tal vez, el planeta. Sí, el planeta. No exagero. Del Bajo Belgrano a Spinettalandia, sin escalas por las rutas argentinas.

Armador y desarmador, surrealista y poeta, explorador y auténtico, un verdadero Cortázar para los oídos. Artista con todas las letras, Spinetta tiene muchas versiones de sí mismo.

Es el fogón adolescente hecho de Almendra, por el que todavía, 50 años después, Ana no duerme y, a la vez, se ríe el niño dormido cuando suenan sus acordes. También, y hay que decirlo, por el que esos benditos ojos de papel lo llevaron al hartazgo de no soportarse más.

Es el que cuando las guitarras empezaron a distorsionar en serio, se vistió de Robert Plant para sacudir la modorra. Ya despiértate, rayo. Tomá, pibe, ¿querías rock? ahí tenés. Y que las habladurías del mundo hablen nomás. Mi Flaco preferido. Como dijo Don Ricardo: melodías de Pescado siempre sonarán.

El que cuando la progresión llegó para quedarse, se hizo Invisible para abrir las puertas del Jardín de los Presentes de una vez y para siempre. Como los libros de la buena memoria, pero en sonido. Una caricia al alma.

El de la fusión Jazz-Rock de Jade en los ´80 que canta toda la vida, canta con emoción, canta sus penas de hoy.

El del disco con Charly que nunca llegó a ser. “Menos mal”, dirían los dos. Y sí, se divorciaron a tiempo, antes de traer una criatura al mundo. Hubiera sido caótico. Y hermoso a la vez, claro. Sólo nos dejaron la indómita luz de una versión casera.

El que, entrados los ´90, se asoció al desierto para inmortalizar en modo power trío una perfecta combinación de su historia, una espejo en una sombra, donde lo dejó todo aunque poca bola le dieran. Nasty People. Tan solo durará en el viento.  

Luis es de esos que nunca toleró copiarse, necesitó reinventarse todo el tiempo. Todas sus experiencias se deshicieron pronto. Debe ser por eso de que las almas repudian todo encierro. Por suerte, pudo tener su merecido homenaje con “las bandas eternas” llenando la cancha de Vélez con 5 horas de música, historia y amigos de primer nivel.

Confieso no ser un Spinetteano de la primera hora y me falta mucho recorrido para serlo, el camino es muy largo y es difícil cuando uno no lo hereda. Pero Luis Alberto, como alguna que otra doctrina que anda por ahí, siempre te espera. Siempre. Y uno llega, por donde sea que venga, llega. Todos los caminos llevan al Flaco. Para cada década, un sonido distinto, pero siempre ruido de magia. Ahí va el Capitán Luis, luciendo su alma de diamante, una canción para los días de la vida que nunca debe dejar de sonar, con el corazón entre Plant y Miles Davis, entre Lennon y Coltrane, pero siempre mirando al Bajo Belgrano. Un día como hoy, en 1950, el mundo pasó a ser algo mejor de lo que era el día anterior y el 8 de febrero de 2012, post-crucifixión, algo peor. No tengo dudas. A quienes nos llaman músicos por tocar un instrumento te debemos un montón. ¡Gracias por todo y a seguir descubriéndote!

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