
La producción de peras, manzanas, petróleo, gas y minerales en Neuquén puede alcanzar para todo nuestro consumo nacional anual.
Escribe Eliseo Marchetti
Seguramente te resulte conocido hablar de “Vaca Muerta”, pero ¿por qué en estos días Neuquén volvió al centro de las miradas? Sin dudas, la noticia más resonante de la semana es la derrota electoral del Movimiento Popular Neuquino después de 60 años de gobierno.
¿Qué implicancias tiene ganar la gobernación de esta provincia? Cuando hablamos de Neuquén y Vaca Muerta estamos ante el combustible de una posible nación industrial. El desarrollo de la explotación de éste rubro crece exponencialmente, año tras año, y no parece tener obstáculos.
Con sus más de 700.000 habitantes, Neuquén representa el 3% del Producto Bruto Interno (PBI) de Argentina, y aproximadamente el 25 % del producto bruto de la Patagonia. A la vez, su tasa de desempleo es del 6%, mientras que la pobreza se encontró entre las más altas de la región patagónica, con más del 38%.
La cuenca Neuquina forma parte de una inmensa zona geográfica que comparte con Rio Negro, La Pampa y Mendonza. Es una de las regiones petroleras y gasíferas más importante de Argentina, lo cual la volvió un atractivo foco de inversiones extranjeras en la exploración y explotación de hidrocarburos y minerales, como oro, cobre, baritina, caliza y arcilla, entre otros.
Uno de los principales pilares de la economía neuquina es la industria petrolera con epicentro en Vaca Muerta.
Hacia finales de 2022 la provincia alcanzó la producción de 308.660 barriles de petróleo. Se estima que actualmente el sector hidrocarburífero emplea a más de 30.000 personas y que en promedio la mano de obra capacitada cobra sueldos de más de medio millón de pesos.
Según el Instituto Argentino del Petróleo y del Gas (IAPG), el yacimiento de Vaca Muerta podría contener reservas de gas y petróleo equivalentes a más de 14 años de consumo energético mundial, lo que lo convierte en uno de los lugares más importantes a la hora de proyectar y planificar la Argentina del futuro inmediato.
Ahora bien, aunque una de sus actividades productivas es la explotación de petróleo, también es de destacar la generación de energías renovables en particular, la eólica y solar.
Según el Instituto Argentino de la Energía «General Mosconi», en 2020 la capacidad instalada de energía renovable en Neuquén alcanzó los 188 MW, de los cuales 144 MW corresponden a energía eólica y 44 MW a energía solar.
A su vez, la producción frutícola presenta una fuerte concentración en el Alto Valle, especialmente en la confluencia de los ríos Neuquén y Limay, donde también se encuentra la mayor cantidad de la población. En 2020, la producción de manzanas en la provincia alcanzó las 360.000 toneladas, mientras que la producción de peras fue de 180.000 toneladas.
Otro sector sumamente relevante para la economía neuquina es el turismo, ya que posee algunos de los centros de esquí más prestigiosos de la región patagónica; lugares exclusivos para la caza y pesca deportiva; cientos de rápidos para hacer rafting; las altas cimas cordilleranas para los amantes del montañismo; centros arqueológicos y paleontológicos de inmensa riqueza; termas y baños de lodo volcánico; turismo rural y cientos de fiestas populares capaces de trasladar al visitante hacia las costumbres milenarias de los primeros habitantes de estas tierras, entre otras tantas cosas.
Por último, la minería es otro sector en pleno crecimiento en Neuquén. Según el Ministerio de Energía y Recursos Naturales de la provincia, solo en 2020 se extrajeron 58.000 toneladas de plomo, 11.000 toneladas de zinc, 5.000 kilos de oro y 227.000 kilos de plata.
En resumen, Neuquén cuenta con una economía diversa y en constante crecimiento, impulsada por la producción de hidrocarburos, la agricultura, la minería, el turismo y el enorme potencial de las energías renovables. Con un sólido crecimiento económico y una ubicación estratégica en el centro de la Argentina, la provincia tiene un gran horizonte por delante en lo que refiere a la atracción de nuevas inversiones y continuar su desarrollo en los próximos años.
Desde ya que sería muy interesante seguir comentando sobre la pujante economía neuquina y sus enormes posibilidades, pero para hacerlo con exactitud escribir un tratado. Dicho esto, lo que queremos hacer notar en estas líneas es que existe un sin fin de posibilidades de desarrollo en las distintas regiones de nuestro país, que por desidia y poca creatividad de la dirigencia política y falta de planificación estatal, hoy no estamos potenciando como deberíamos.
El ejemplo de desarrollo nacional hoy es el Gasoducto “Néstor Kirchner”, que por sus principales auspiciantes y las condiciones financieras se hará para que el gas se vaya al extranjero. Sin embargo, las bondades naturales de la tierra neuquina nos ofrece un panorama ideal para invertir en la logística regional, integrar el territorio con ferrocarriles, aprovechar la cercanía con el recurso mineral para desarrollar la generación del combustible para la industria, tender al pleno empleo en miras a erradicar la pobreza patagónica y, en definitiva, construir oportunidades para las familias argentinas que quieran poblar la Patagonia.
Lamentablemente, la lógica extractivista per se y el esquema de dependencia al que nos encontramos sometidos en lo que refiere a la administración de nuestras riquezas y recursos naturales, nos hace pensar únicamente en el hoy, sin proyectarnos el mañana.
Así, solo pareciera importar los escasos dólares en concepto de regalías acordadas a espaldas del pueblo, y no se piensa en todo lo que se podría hacer con el impulso que genera, por ejemplo, la actividad petrolera, más aún cuando vemos la potencialidad que tiene esta región en el esquema global
Neuquén, como cada una de las provincias argentinas en el marco del sistema federal, merecen proyectarse y planificarse en forma soberana en miras a constituir fuertes núcleos productivos según sus propias riquezas y especificidades, con ciudades, infraestructura, servicios y altos niveles de calidad de vida en sus poblaciones.
La oportunidad de hacer algo grande está ante nosotros y depende exclusivamente de nuestra conciencia y acción: no podemos conformarnos con las pobres gestiones a las que nos acostumbró la clase política, sino que debemos trabajar para que el crecimiento y desarrollo de la patria sea una causa nacional de conjunto, a partir de lo cual la exigencia de una planificación seria, integral y federal sea incuestionable y condicione a los gestores de turno del poder político.
Aunque el presente pueda parecer oscuro y muchas veces nos empuje a la decepción y la desesperanza, lo cierto es que el futuro de nuestra patria sigue siendo inmenso y brillante. Solo debemos tenerlo bien presente y replicarlo en cada rincón de esta hermosa Nación, que todo lo tiene, y todo lo puede.