Los presentes sucesos reflejan el contexto internacional y local de los tiempos que se vienen. 

Hoy en Geopolítica y Actualidad Nacional escribe Ariel Duarte. 

#1 - Las fronteras del Nuevo Orden

#2 - De liberales a estafadores

#3 - Otro mundial


#1 - Las fronteras del Nuevo Orden

La riqueza del lenguaje aparece en el sótano del discurso. La literalidad es combustible para la comedia y las terminaciones dan lugar a las paradojas. 

Dos temas centrales marcaron la semana, ambos en torno a un mismo concepto, aunque con distinto género: “El” y “La” Mundial. Por un lado, comenzó el Mundial de Clubes, con sede en los Estados Unidos. Por otro, cuando hablamos de “La Mundial”, nos referimos a la Tercera Guerra, que ya llegó hace rato. 

La guerra y la paz

Hay algunas anécdotas que siempre valen la pena recordar. En septiembre de 2014 el Papa Francisco visitó el Memorial de Redipuglia, en Italia, donde descansan más de 100 mil soldados italianos caídos en la Primera Guerra Mundial. En esta oportunidad remarcó:

“Viendo la belleza del paisaje de esta zona, en la que hombres y mujeres trabajan para sacar adelante a sus familias, donde los niños juegan y los ancianos sueñan… aquí, en este lugar, cerca de este cementerio, solamente acierto a decir: la guerra es una locura”. 

El verdadero drama de la guerra es la reconstrucción. Porque los ciclos de la naturaleza —incluso la humana— no se miden en semanas ni en años, sino en generaciones. No se trata solo de levantar edificios a contrarreloj, sino de sanar las cicatrices de miles de familias que vieron desarmarse sus vínculos más íntimos y ni siquiera pudieron despedir a sus muertos. En este sentido, sostuvo Francisco en Redipuglia que: 

“Mientras Dios lleva adelante su creación y nosotros los hombres estamos llamados a colaborar en su obra, la guerra destruye. Destruye también lo más hermoso que Dios ha creado: el ser humano. La guerra trastorna todo, incluso la relación entre hermanos. La guerra es una locura; su programa de desarrollo es la destrucción: ¡crecer destruyendo! La avaricia, la intolerancia, la ambición de poder… son motivos que alimentan el espíritu bélico, y estos motivos a menudo encuentran justificación en una ideología; pero antes está la pasión, el impulso desordenado”. 

El impulso desordenado se impone cada tantos años sobre la cordura. El camino fácil, la inmediatez, la “rapidación”, son tentaciones de la época que aceleran las escaladas violentas frente a los problemas políticos. 

El recuerdo de Francisco en el memorial de Redipuglia tenía un propósito: denunciar ante los gobiernos y los pueblos del mundo que “Hoy, tras el segundo fracaso de otra guerra mundial, quizás se puede hablar de una tercera guerra combatida «por partes», con crímenes, masacres, destrucciones…”.

Era la primera vez que un mandatario internacional denunciaba ante el mundo el escenario que hoy es para todos natural. 

Un mes después, el 28 de octubre, Francisco presentó ante el Aula Vieja del Sínodo el Primer Encuentro de Movimientos Populares. Pero su mensaje ya no estaba destinado a mandatarios y al público en general, sino a organizaciones concretas de distintas comunidades nacionales. 

Allí volvió a insistir con su denuncia y anticipó lo que, un año más tarde, se coronaría con la Encíclica Laudato Si': 

“Todos los pueblos de la tierra, todos los hombres y mujeres de buena voluntad, tenemos que alzar la voz en defensa de estos dos preciosos dones: la paz y la naturaleza. La hermana madre tierra como la llamaba San Francisco de Asís”.

Luego, recordó en su disertación sobre el drama actual: “Hace poco dije, y lo repito, que estamos viviendo la tercera guerra mundial pero en cuotas. Hay sistemas económicos que para sobrevivir deben hacer la guerra”. 

Asimismo, explicó que:

“Se fabrican y se venden armas y, con eso, los balances de las economías que sacrifican al hombre a los pies del ídolo del dinero, obviamente quedan saneados. Y no se piensa en los niños hambrientos en los campos de refugiados, no se piensa en los desplazamientos forzosos, no se piensa en las viviendas destruidas, no se piensa, desde ya, en tantas vidas segadas. Cuánto sufrimiento, cuánta destrucción, cuánto dolor. Hoy, queridos hermanas y hermanos, se levanta en todas las partes de la tierra, en todos los pueblos, en cada corazón y en los movimientos populares, el grito de la paz: ¡Nunca más la guerra!”.

Casi once años después de aquellas declaraciones, las advertencias del Sumo Pontífice están en boca de todos. Lamentablemente, hemos dejado pasar mucho tiempo para abordar este drama. 

La irracionalidad geopolítica

Vivimos manifestaciones en distintos teatros de operaciones de una confrontación internacional dramática. Los más aventurados nos reiteran que la razón de fondo de estas guerras nunca son religiosas, culturales, étnicas, ni mucho menos militares.  

Si la guerra es la continuación de la política por otros medios, “el impulso desordenado” de la destrucción es alimento para toda una industria armamentística que lucra con la reconstrucción de las ciudades dañadas. Durante toda guerra, quienes se alimentan del conflicto construyen sus ilusorios castillos de dólares sobre las cenizas de nuestra calidad humana. 

El asunto de la guerra implica una triple tarea: 1) la reconstrucción del Hombre llevado al estado colectivo de locura y destrucción, 2) la resolución del conflicto político que le dio excusa, 3) la reconstrucción material de las naciones devastadas por la incursión violenta. 

El punto uno parece ser siempre una nimiedad para los especialistas a miles de kilómetros de distancia. Siempre se analiza desde el prejuicio sobre la preferencia de uno u otro de los bandos, y en última instancia se justifica la guerra sobre la base de la existencia de guerras anteriores. 

Desde un punto de vista filosófico -con una postura teológica preasumida aunque no confesa- se explica que el ser humano es violento por naturaleza. En otros campos, también nos pretenden explicar que nuestro origen primitivo es competitivo, violento y colonial. “El Hombre es lobo del Hombre”.  

Sin embargo, para el derecho internacional tales justificaciones no existen. La paz del mundo, la no agresión, la autodeterminación de los pueblos y la descolonización son fines en sí mismos y un camino hacia el cual debe mejorarse la situación existente o heredada. En efecto, las agresiones de una nación sobre otra son siempre justificadas en la defensa, no en la naturaleza inevitablemente violenta del ser humano. 

Se justifican las agresiones desde la respuesta defensiva por una “agresión previa", o bien en la incursión de un ataque “preemtivo”, es decir, cuya amenaza es evidente e inminente. Frente a ello, el derecho internacional sanciona las posibilidad de los ataques “preventivos”, los cuales son aquellos cuya amenaza es evidente aunque no inminente. 

Más allá del derecho internacional, los pueblos del mundo son quienes encarnan el grito de la paz, y muchas veces el apoyo a la conducta violenta de un Estado se fundan sobre la base del “único camino posible” para conseguir la paz. 

La responsabilidad de nosotros, como humildes ciudadanos de esta Patria austral, es siempre clamar por la paz, por el entendimiento mutuo, por la sencilla razón de que los costos de una guerra son siempre soportados por los pueblos, por los más humildes y, en especial, por los excluídos de este sistema, ancianos y niños. 

El camino de la violencia es un error en sí mismo, nunca mejora el estado de situación política previa, y si bien se dice que la guerra es la continuación de la política por otros medios, debe señalarse que esos medios son los menos idóneos para resolver el problema político previo. 

El problema geopolítico: el fin de un ciclo 

Desde que las conocemos, observamos una íntima relación carnal entre las guerras mundiales y la división internacional del trabajo. 

Basta observar los famosos Ciclos de Kondratieff de crecimiento desarrollo y crisis del sistema capitalista, en los cuales se producen divisiones internacionales del trabajo sobre la base de la dominación de naciones sobre otras a partir de distintos saltos tecnológicos o mejora de sus costos primos, cuyos equilibrios temporales completan su etapa -o colapsan- y se debe barajar y dar devuelta.

 

Desde que América irrumpe en la Historia y la convierte en Universal, el pensamiento colonial de algunas potencias entendió que para mejorar su productividad y calidad de vida, debían expandir su exportaciones industriales a todos los mercados posibles y abaratar al máximo sus costos primarios para producir. En esto, resultaba fundamental el dominio del comercio internacional y la existencia de áreas de influencia o dominio que, al mismo tiempo de ser sus proveedores de materias primas, fueran también sus compradores de productos terminados. 

El asunto es que, producto de un conjunto de factores humanos, económicos, tecnológicos y políticos, los ciclos entran en crisis y las potencias nunca quieren resignar su posición: nadie quiere pasar al club de los perdedores, de los proveedores de servicios y recursos primarios, y menos cuando sos un pueblo que hace miles de años se dedica a hacer la guerra y conquistar.

Estos factores pueden ser múltiples y los vemos incluso en el mundo que hoy vivimos. Podemos mencionar algunos ejemplos: la lucha de los pueblos y del ser humano por su liberación de todo dominio, la búsqueda de la justicia y el bien común en la que el Ser Humano encuentra su realización, el auge de nuevas potencias que aprovechan el esquema de división internacional del trabajo a su favor para desplazar a las actuales, los saltos tecnológicos que ofrecen a un pueblo una mejora sideral en sus costos primarios de producción, entre otros.  

Es importante destacar estas divisiones internacionales de trabajo como característica clave del origen de los conflictos internacionales. Como dijo algún sabio, “Gobernar es crear trabajo”, y si el precio de la paz es aceptar una alta tasa de desempleo, la clase dirigente de esas naciones saben que eso supone una crisis política sobre sus lugares de liderazgo.  

Aquel ciclo económico que a partir de la Primera Revolución Industrial de la máquina a vapor puso a Inglaterra como gendarme y potencia -a través de su liderazgo sobre la producción industrial a nivel mundial y el dominio sobre el comercio marítimo- entró en crisis a partir de la Segunda Revolución Industrial, la de “los procesos”, lo que permitió a Estados Unidos posicionarse como la nueva potencia y gendarme. 

El globalismo erigido a partir de la posguerra de la década del 40, ofició de vehículo para un despegue y acaparamiento de los sectores financieros y tecnológicos sobre el poder de decisión. Eso llevó a la construcción de un mundo descentralizado en cuanto a la producción, y los procesos industriales fueron cooptados por la maximización de las ganancias por parte del sector financiero. 

Mientras Estados Unidos se pretendía posicionar como el nuevo taller del mundo, a partir de la declaración de la inconvertibilidad del dólar de 1971 y el alza de los precios del petróleo, el sector financiero encontró en el comercio global la posibilidad de maximizar sus ganancias mediante la deslocalización de la industria norteamericana hacia las naciones asiáticas emergentes. 

La desocupación y la inundación de los mercados norteamericanos con productos asiáticos, muchas veces fabricados por las mismas compañías que antes proveían de trabajo calificado al obrero yanki, derivó en una crisis económica, social y política del pueblo norteamericano. 

La excesiva deuda pública, el déficit fiscal y el aumento de impuestos solo sirvieron de vehículo para contener cierto nivel de consumo del “sueño americano”, a la par de financiar la maquinaria de guerra para garantizar el dominio del sector financiero y el control de los precios de las materias primas. 

La Revolución Energética Norteamericana o también denominada “Revolución del Shale” de principios de este siglo, permitió algo que el globalismo financiero no pudo contener. El “argumento” económico basado en deslocalizar las industrias hacia otras naciones emergentes con menor nivel salarial -en tanto Estados Unidos no contaba con energía barata ni era autosuficiente- había dejado de funcionar. Estados Unidos hace años que está en condiciones de volver a ser el taller del mundo. 

Ante la destrucción de su clase media, el aumento del desempleo y las crisis financieras recurrentes de familias, empresas y un Estado sobreendeudado, la decisión de recuperar su posicionamiento como taller del mundo implicaba la supervivencia de su clase dirigente, y un sector se hizo cargo de ese destino a partir de 2016.

De ahí que la contradicción principal de la confrontación geopolítica internacional es entre Estados Unidos y la potencia emergente que se catapultó como su reemplazo en calidad de taller del mundo: la República Popular China. 

Si debemos identificar una frontera física en la cual se juega esta contradicción principal entre Occidente y Oriente, debemos fijarla en el Estrecho de Taiwán, que divide la República Popular China de la República de China, cuyo asentamiento principal está en la isla de Taiwán y se erige como el portavoz político del oriente pronorteamericano. Si observamos el Estrecho y las naciones que se encuentran a su derecha, precisamente vislumbramos la zona en la cual se tejerá la primera cortina de hierro de nuestro siglo. Allí es donde se orquestó en los últimos años la alianza militar AUKUS, entre Australia, el Reino Unido y Estados Unidos.  

Existe una segunda frontera física en la cual también se juega la contradicción principal entre Estados Unidos y China. La misma refiere a la configuración del nuevo orden internacional, en tanto debe determinarse hasta dónde llegará la segunda cortina de hierro que dividirá las zonas de influencia norteamericanas y chinas sobre Eurasia. 

El fenómeno de los últimos acontecimientos

La aceleración de la violencia en Medio Oriente, las demostraciones de fuerza que vemos últimamente en algunos Estados como Israel, Irán, Rusia o Turquía, refieren a la búsqueda de mejorar la posición geoestratégica de esas naciones en la frontera con Oriente, de cara a la contradicción principal que deberá resolver el mundo en las próximas décadas. 

Las anécdotas son las que todos conocemos. En los últimos años, a partir de su incursión en Ucrania y su consolidación en Crimea, Rusia buscó posicionarse desde un lugar de fuerza en la conformación del nuevo orden. Turquía lo hizo en el avance sobre Siria y la destrucción del régimen de Al-Assad. Irán y Arabia Saudita lo hicieron también mediante la diplomacia cuando en marzo de 2023 restituyeron sus relaciones diplomáticas. Israel lo hizo en el reciente genocidio en Gaza, el desbaratamiento de Hezbollah y ahora el ataque preemtivo contra Irán por el supuesto avance nuclear. 

Todos buscan hoy ser los líderes de una región atravesada por la violencia, la persecución étnica y religiosa y la emigración forzada y masiva de miles de personas. Todos saben que asistimos a la antesala de nuevas fronteras geopolíticas, y nadie quiere quedar como rehén bajo la influencia de una de las dos potencias. 

Los últimos años nos ofrecieron una novedad en los conflictos, precisamente porque el nuevo orden es internacional y no global. La nueva gran guerra se nacionaliza y quedan atrás los tantos conflictos proxy o “guerras delegadas”, en los cuales los enfrentamientos eran entre grupos rebeldes o insurgentes contra los Estados.

El problema del infierno de la guerra es que todas las salidas siempre son problemáticas. Mientras que el presidente norteamericano asegura haber desbaratado el asentamiento nuclear iraní Fordor, los iraníes lo niegan y su Parlamento aprueba este fin de semana el bloqueo del Estrecho de Ormuz en respuesta al ataque yanki e israelí. 

Los misiles que cayeron sobre Israel demostraron las limitaciones del domo de hierro, mientras que las operaciones militares de Israel dieron fé de su capacidad tecnológica e inteligencia estratégica. Si bien la cohesión política del régimen de Netanyahu volvió a recuperarse, en tanto existe una unidad de concepción por parte del pueblo israelí en la confrontación con el régimen iraní, ya son casi 2 años de una economía de guerra y subsistencia, con cuarentenas preventivas por ataques desde Gaza, Líbano y ahora Irán. Estos doce días de confrontación con Irán le significaron un gasto de 12 mil millones de dólares. 

Al mismo tiempo, la incursión contra Irán fue respaldada por una Unión Europea fracasada en la defensa de Ucrania, mientras que China y Rusia clamaron por un diálogo y la desescalada del conflicto. 

La Tercera Mundial se aventura como un conflicto entre naciones, aunque se comercializa por Estados Unidos e Israel como un problema contra el régimen iraní, clamando por una insurrección o golpe interno una vez desbaratadas las capacidades militares y tecnológicas. 

La reciente decisión del Parlamento iraní en el bloqueo del Estrecho de Ormuz amenazó con patear el tablero, en la búsqueda de una participación de las potencias mundiales y regionales en el conflicto. 

Las principales productoras de petróleo de Medio Oriente pueden sufrir el bloqueo del estrecho de 50 km que divide Irán de Emiratos Árabes Unidos, por donde circulan 21 millones de barriles de petróleo diarios provenientes de Irán, Irak, Kuwait, Arabia Saudita, Qatar y Emiratos Árabes Unidos. Representan el 35% del petróleo mundial y cerca de un tercio del gas natural licuado, sumado a distintas mercaderías fundamentales en la integración de Eurasia.

A la par, el bloqueo de esa ruta comercial implicaría para China -principal importador de petróleo del mundo- la afectación de su programa de desarrollo industrial, siendo el 25% de sus importaciones de GNL provenientes de Qatar. El 85% de las exportaciones de crudo y GNL que navegan por el estrecho tienen como destino China, India, Japón y Corea del Sur. 

Sin embargo, las amenazas se desinflaron rápido, la respuesta iraní contra la base norteamericana ubicada en Qatar fue preavisada, de igual modo que desde distintas agencias iraníes se informó que también hubo un preaviso del ataque norteamericano. 

Las definiciones del nuevo orden implican soluciones políticas que se aventuran hacia los próximos tiempos, cuando se cristalicen las nuevas cortinas de hierro y las zonas de influencia de China y Estados Unidos. Mientras tanto, los dolores de parto se agigantan en el corto plazo, con la irracionalidad destructiva de una violencia que sólo aletarga la salida.     


#2 - De liberales a estafadores

Difícilmente podamos encontrar otro ejemplo de irracionalidad económica como el del actual esquema que gobierna la Argentina. Sólo puede explicarse el desmanejo de la economía cuando observamos que una banda de ejecutivos del Ministerio de Economía y del Banco Central están estafando al conjunto del pueblo argentino. 

Mientras en el extranjero se cierran estrechos, se protege la industria, se bloquean rutas, se relocalizan industrias y se apuesta por la logística de cadenas cortas de comercialización, el anarcocapitalista pasó de proponer  libertinaje total de la economía, a permitir la existencia de una estafa piramidal financiera contra nuestro pueblo. 

La fiesta del endeudamiento del año pasado -récord de la Historia Nacional (100 mil millones de dólares en un año)- se agotó hacia septiembre, cuando la estabilidad cambiaria de corto plazo pasó a ser garantizada por el Blanqueo de capitales sancionado con la Ley Bases.

Hacia enero de este año ya se veía agotada la entrada de dólares por Blanqueo, por lo que el nuevo caramelo para aletargar la estabilidad cambiaria mediante un ingreso temporal de dólares pasó a ser el nuevo acuerdo que se negociaba con el Fondo Monetario Internacional. 

Sin embargo, las promesas de juntar reservas con la liberación del cepo cambiario para personas humanas, fue rápidamente descartada por el esquema económico, que optó por pretender convencer a la población de ingresar sus dólares “del colchón” al sistema, como medio para abonar la estabilidad cambiaria y seguir con el verso de la baja de la inflación. 

Asistimos a un esquema de estafa financiera: el equipo económico del Ministerio de Economía y del Banco Central forma parte de una misma consultora en el sector financiero (Anker), y mediante la emisión de deuda han garantizado para sus amigos rentabilidades en dólares del 30% anual, que no existen en ninguna parte del mundo. 

La fiesta financiera debe pagarse y así nos hemos posicionado como el país más caro del mundo, en el cual un café cuesta tres veces lo que cuesta en Europa, o bien llegamos al absurdo de que los viajes de egresados a Brasil sean un 15% más baratos que los viajes de egresados a Bariloche. 

También se pagó esa fiesta con la devaluación del salario, pensiones y jubilaciones de nuestro pueblo, en especial aquellos que dependen de la erogación de partidas presupuestarias. 

La apertura comercial lejos estuvo de solucionar el inconveniente de los precios más caros del mundo, en tanto las importaciones fueron acaparadas por los mismos productores nacionales de los bienes importados, que deben comercializarlos a precios desmedidos para poder sostener una capacidad industrial ociosa. 

Desde junio de 2024, la cuenta corriente de la balanza de pagos está en rojo y acumula un déficit de casi 13 mil millones de dólares en los últimos 12 meses. Entre enero y abril de este año, las importaciones de bienes de consumo aumentaron un 69,1% (3.474 millones de dólares) y la cuenta de turismo al exterior amenaza superar los 11 mil millones de dólares para este año.

Mientras se apostaba al ingreso de los dólares del colchón, los depósitos en dólares desde el lanzamiento han caído 480 millones. Mientras nos vendieron la salvación de la economía mediante el ingreso de inversiones de dólares por el RIGI, desde diciembre de 2023 la inversión extranjera directa cayó 1.700 millones de dólares. 

La estafa del esquema económico ahora pretende sumar reservas internacionales empeñando las mismas reservas que tiene, mediante créditos REPO, que implican poner en garantía activos a cambio de dinero de corto plazo. 

A la par, se pretende engrosar la entrada de corto plazo de dólares mediante la venta de activos públicos a cargo de la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE), por los cuales se calcula un rango de 600 a 1000 millones de dólares a conseguir -siempre y cuando existan compradores-, y entre los activos podemos mencionar 140 propiedades o terrenos en todo el país, vehículos, o bien la privatización de hidroeléctricas como Alicurá, El Chocón, Cerros Colorados y Piedra del Águila, y empresas públicas como AySA, Enarsa, Nucleoeléctrica, Yacimientos Carboníferos Río Turbio, Intercargo, Trenes Argentinos, Belgrano Cargas y Corredores Viales.  

Asistimos a una carrera del equipo económico en la búsqueda de fondos para garantizar la salida de corto plazo para los amigos que hicieron ganancias extraordinarias desde inicios de 2024, con la timba de los títulos de deuda pública.   

Siendo que la situación social ya es dramática, con jubilaciones que no alcanzan ni para pagar el alquiler, la gran pregunta es hasta cuándo el sector productivo de la Argentina tolerará esta estafa que todos conocen, siendo que el uso del carry trade les sirvió en el corto plazo para cubrir los rojos originados en la abrupta caída del consumo, pero que en el mediano plazo sólo las condena a descapitalizarse para cubrir los costos fijos en aumento. 

El final es abierto y la esperanza nunca se negocia pues, como decía nuestro Libertador, “La patria existe y triunfará”. 

  

#3 -  Otro mundial

La Patria existe y otro certamen internacional nos dio el galardón principal: se trata del CanSat Competition en Virginia, Estados Unidos.

La competición internacional de ingeniería es organizada por la American Astronautical Society con el respaldo de la NASA y algunas compañías como Lockheed Martin y Siemens. 

El certamen ocurrió entre el 3 y el 9 de junio pasado, con 40 equipos universitarios de todo el mundo, y el único representante argentino fue del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA). 

Por primera vez un equipo latinoamericano triunfó en la competencia, a través de la simulación de un ciclo completo aeroespacial, donde debieron modelizar la misión mediante su concepción, diseño, construcción, lanzamiento y análisis de resultados, sobre la base de un satélite del tamaño de una lata de gaseosa.

Uno de los estudiantes del equipo ganador del ITBA, Thomas Marthi, explicó que: 

“El satélite se lanza a 700 metros, se abre y unas aspas comienzan a girar a 18 kilómetros por hora en caída. Va girando como un helicóptero. Nosotros usamos una antena direccional que tenemos que ir apuntando a donde va a estar el satélite y ahí empieza la toma de datos… La competencia lo que busca es hacer una simulación de lo que es un proyecto real aeroespacial que se trabaja en la industria”.

El equipo argentino se integró por diez estudiantes de Ingeniería Electrónica, Industrial, Informática, Mecánica y Bioingeniería. Muchos de sus integrantes habían participado anteriormente en la competencia, y el ITBA había sido finalista en 2021, 2022 y 2024. 

Celebramos otro ejemplo más de las capacidades tecnológicas y humanas que nuestra Nación cuenta para emprender un camino de desarrollo industrial.

 


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