Los presentes sucesos reflejan el contexto internacional y local de los tiempos que se vienen. Hoy en Geopolítica y Actualidad Nacional escribe Ariel Duarte.
#1 - Un Estrecho camino
Estados Unidos y Rusia anunciaron una cumbre este viernes 15 de agosto en Alaska, para comenzar a definir los términos de la paz en Ucrania.
La primera cumbre entre Vladimir Putin y Donald Trump será todo un símbolo para el concierto de las Naciones.
Hasta hace algunos años, las corrientes del pensamiento anglofrances -cuyos puertos se encontraban en el músculo militar de la OTAN- el sector financiero de Wall Street, la Banca londinense y la Comisión Europea, se aventuraban en un apoyo total a Ucrania. Su argumento era la amenaza de una nueva autocracia y totalitarismo que pretendía invadir las democracias occidentales.
Por otra parte, las corrientes del pensamiento sinófilo auguraban la nueva proeza de una China diplomática del nuevo mundo, que iba a ser la interlocutora para orquestar la paz en el nuevo conflicto desatado en febrero de 2022.
Sin embargo, los ganadores del nuevo orden internacional, Estados Unidos por su vector militar y económico, y Rusia por su vector militar, decidieron ser quienes dieran el puntapié inicial para pacificar el mundo, sin más interlocutores que su propia diplomacia.
El lugar elegido, según las declaraciones de Rusia, “es lógico” por encontrarse en el Estrecho de Bering que divide América de Eurasia.
Ahora bien, las dos potencias imponen un mensaje al mundo sobre la geopolítica del Pacífico. El gran Océano que divide las aguas entre Oriente y Occidente, se ordena desde el Estrecho de Bering, y en particular desde el alineamiento de los intereses rusos con los norteamericanos.
Para que haya paz en el mundo, el Pacífico se ordenará sobre la base del acuerdo de las dos grandes potencias militares.
Moscú se encuentra en una posición de ventaja ante Kiev, controlando alrededor del 20% del territorio ucraniano.
En la actualidad consolidó su posición sobre la región del Donbass, incorporó a su Constitución la anexión de los territorios de Donetsk, Lugansk, Jerson, Zaporiyia y la península de Crimea (ocupada ya en 2014).
En los últimos días, atacó con bombas guiadas sobre Zaporiyia y se enfrenta a diario sobre la zona de Pokrovsk y Dobropillia, cuyos campos se ubican entre el triángulo de Zaporiyia, Donetsk y Járkov. Recientemente, también Rusia anunció el control de Toretsk, otra ciudad ubicada en aquel triángulo.
Si bien la contraofensiva ucraniana pretendió recuperar posiciones sobre esos territorios, la operación rusa consiste en un desgaste prolongado de las fuerzas ucranianas, que no sólo ya requieren de la asistencia total del extranjero, sino que carecen de cohesión política sobre el mandato de Zelenski, que venció hace varios años.
Tras las rondas de negociación denominadas como Acuerdos de Estambul, en julio se logró un último canje de 1.200 prisioneros.
Rusia asistirá este viernes con dos pretensiones inamovibles: el reconocimiento de la anexión de los nuevos territorios ocupados y el veto permanente a Ucrania en su intención de ingresar a la OTAN. De fondo, Putin busca que la frontera de la OTAN no sea su país, sino que esté más allá de sus países limítrofes.
Estados Unidos buscará este viernes asegurar un cese al fuego para comenzar las conversaciones de paz con el lado ucraniano, en tanto las hostilidades que se desarrollan a diario impiden un diálogo fructífero entre las partes.
A la par, el gigante norteamericano pretende comenzar la negociación con su par ruso sobre los territorios y recursos ucranianos que quedarán en manos norteamericanas. En tanto si el Este ucraniano pasa a manos rusas, Washington deberá ponerse de acuerdo con Moscú para pacificar sus posibles nuevas posiciones en dicho territorio y asegurar que las cadenas de suministro y exportación no se vean perturbadas por ataques.
Ucrania se esconde tras las faldas de la Comisión Europea, Francia, Alemania e Inglaterra, quienes reclaman al unísono la inclusión de Zelenski en las negociaciones, y en especial del encuentro a celebrarse en Alaska.
Las salidas del conflicto son múltiples. La búsqueda del sector ucraniano está en conseguir un alto el fuego, reducción significativa de las hostilidades, y congelar el conflicto a lo largo de la línea actual del frente como se resolvió en la posguerra de Corea.
El lugar puntual elegido del encuentro entre las potencias probablemente sea la capital de Alaska, la ciudad de Anchorage, en especial la base militar norteamericana de Elmendorf.
Desde Moscú se augura una siguiente cumbre en territorio ruso, y tras la visita del enviado especial Steve Witkoff a Rusia el miércoles pasado, se formalizó la invitación a Trump para reunirse en territorio ruso con Putin, algo que no sucedía desde 2007 con George W. Bush.
Si bien los acontecimientos se encuentran en pleno desarrollo y esta será la primera de varias cumbres para lograr la paz en Ucrania, sorprende el alineamiento de la prensa francesa, inglesa y china en cuanto al reclamo de la inclusión de Ucrania en las negociaciones.
Está claro que el nuevo orden internacional tiene ganadores y perdedores, en tanto algunos reclaman dejar de ser espectadores, mientras que las dos potencias militares del mundo pretenden posicionarse como los arquitectos de una paz duradera.
#2 - Vencimientos del modelo vencido
Comienza la recta final de la burbuja de la deuda pública.
La estafa financiera a la cual la economía nacional fue sometida se compone de varios ingredientes:
1) inflación dolarizada (baja en pesos, pero con los precios más caros del mundo);
2) apertura a las importaciones en detrimento de la producción nacional (se controla el precio local inundando de productos extranjeros inseguros y berretas);
3) aumento de la base monetaria (impresión para pagar vencimientos de deuda);
4) déficit de la cuenta corriente (cada vez menos dólares);
5) mega endeudamiento público para sostener el tipo de cambio (cada vez más deuda y mayores tasas para que el dinero financiero sea canalizado al Tesoro Nacional y no al crédito o a la compra de dólares).
El famoso “carry trade” fue una nueva artimaña del sector financiero que lidera la política económica, acordado con el sector bancario luego del triunfo del ballotage de 2023 y cuando se supo que el tándem Caputo/Bausili iba a liderar el equipo económico del nuevo gobierno.
El acuerdo consistía en que el sector bancario sostuviera el tipo de cambio, mientras se garantizaban bonos de deuda pública con una sobretasa tal que permitiera ganancias de corto plazo por encima de la devaluación.
El resultado fue más de un año y medio de rentabilidades en dólares del 20/30% anual mediante la compra de bonos de deuda pública; una tasa de ganancia que no existe en ningún lugar del mundo, ni mucho menos en los sectores productivos, que hoy oscilan entre el 3% y 10% anual, según el instrumento y el rubro.
Sin embargo, los sectores amigos del poder que entraron al “carry trade” durante un año y medio comenzaron a desarmar posiciones a partir de marzo, presionando sobre el tipo de cambio, razón por la cual se tuvo que acelerar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional por el envío de 15 mil millones de dólares y la eliminación de ciertas restricciones para la compra de divisas.
Luego, el equipo económico se propuso ordenar la salida de sus amigos de la bicicleta. En este sentido, si se lograba que entraran nuevos jugadores podían permitir que los viejos consolidaran sus ganancias sin generar turbulencia.
Se trabajó sobre tres ejes: 1) opinión pública: difundir las bondades del “carry trade” en todos los medios masivos y plataformas de RRSS como forma de preservar el ahorro; 2) liberalización por 6 meses de la entrada de capitales especulativos o “golondrina” hasta las elecciones para que compren sin riesgo los bonos; 3) suba de la tasa de interés y los encajes como forma de seducción al sector financiero a fin de que compren bonos de deuda pública.
Ahora es momento de pasar revista sobre la hoja de ruta en esta recta final. Todos calculan que, independientemente del resultado electoral, se terminará a fin de año, como había sucedido allá por diciembre de 2017 en el gobierno de Cambiemos.
El “Riesgo Kuka” es sólo el temor a que la salida de la burbuja financiera de deuda en pesos sea ordenada mediante endeudamiento externo, o bien desordenada mediante la suba abrupta del tipo de cambio. El consenso sobre su final es total.
En cuanto a los números que componen el panorama actual, el reciente desarme de las Letras de Financiamiento (LEFIs) -que habían reemplazado a los Pases Pasivos, y estos a las LELIQs, y estas a las LEBACs, sucesivamente desde 2014 que cobraron protagonismo-, fueron una oportunidad para que se conocieran algunos números de la composición de la deuda pública actual en pesos.
Según la consultora 1816, la deuda en pesos cotiza en la actualidad unos 229 billones de pesos; es decir, 173 mil millones de dólares (un tercio del PBI), de la cual un 49% se encuentra en manos del sector público (Banco Central y ANSES), mientras que un 26% en manos de los bancos y un 25% en manos de privados como Fondos Comunes de Inversión, aseguradoras u otros inversores privados.
Los vencimientos que deberán afrontarse para sectores que no controla el gobierno son equivalentes a los 117 billones de pesos, o bien 88 mil millones de dólares.
Si bien el Banco Central no puede, en razón de su Carta Orgánica, cobrar sus tenencias y luego entrar con efectivo a las subastas de deuda del Ministerio de Economía, los grises de su normativa en cuanto a canjes son aprovechados por el Tesoro para aceptar que ingrese renovando sus letras a cambio de las otras nuevas que se licitan cada dos semanas.
La hoja de ruta hacia fin de año es complicada. El equipo económico debe afrontar vencimientos por 36,5 billones de pesos en agosto, 20,1 billones en septiembre, 17,6 en octubre, 6,1 en noviembre y 19,9 en diciembre, con un total de 100 billones hasta fin de año y 74 billones antes de las elecciones del 27 de octubre.
Los vencimientos de acá hasta diciembre equivalen al 13,2% del PBI, según la consultora financiera Facimex Valores.
La deuda que vence es, en un 78%, de tasa fija (Lecaps), un 20,4% ajustable por inflación (CER) y un 1,5% por tipo de cambio (dólar linked).
El drama es que el aumento reciente de las tasas de interés para enfriar el crédito al sector privado y canalizarlo hacia los bonos de deuda, auguran un aumento del stock del propio endeudamiento y de los vencimientos de corto plazo.
Mientras tanto, el cuento del fin del déficit fiscal desoye la consolidación del déficit financiero, que incluye los vencimientos de intereses de la deuda pública, y mediante la capitalización de intereses de las Lecaps -que son el 78% de la deuda- ocultan el agujero fiscal que generan, en tanto no se incluyen los servicios de dicho endeudamiento y sólo cuentan los intereses no capitalizados.
La economía de la producción y el trabajo, nuevamente, pagan las consecuencias del desmanejo del sector público con altas tasas de interés que imposibilitan la inversión privada y canalizan el ahorro hacia el Estado.
#3 - ¿Por qué?
Un equipo de científicos argentinos del Conicet descifró el enigma de la oncología: ¿por qué las células del sistema inmune favorecen el crecimiento y la expansión de tumores?
La investigación se publicó en la revista Immunity y tuvo a Ada Blidner como su protagonista, una doctora en biología del CONICET.
El descubrimiento se centra en la proteína “galectina uno”: la misma se encuentra presente en las células y reprograma las mismas como aliadas de los tumores, anulando la eficacia de las terapias oncológicas.
Esta proteína se adhiere a los azúcares de las células del sistema inmune, las vuelven más inmunosupresoras y mediante el suministro de mayores vasos sanguíneos favorecen su propagación y metástasis.
A partir de este descubrimiento comenzaron a trabajar sobre la posibilidad de bloquear la actividad de la proteína “galectina uno” presente en las células y se observó en los modelos experimentales que el tumor crecía menos.
Se abre una puerta, de la mano de nuestras capacidades nacionales, hacia poder afrontar un mal que aqueja a la humanidad cada vez más en el último siglo.
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