En el 97° Natalicio de Amelia Podetti y a 533 años de “La irrupción de América en la Historia”, le rendimos homenaje a quien invirtió la noción de descubrimiento eurocéntrica y señaló a América el destino universal de su misión: irrumpir en la Historia para darle sentido universal.
Descargá acá el artículo de Amelia Podetti
“Me ayudó mucho un artículo de una gran filósofa argentina, especialista en Hegel, murió ya, Amelia Podetti, y ella dijo que la expedición de Magallanes, cuando llegó al estrecho que lleva su nombre, dio un paso grande en el conocimiento de la humanidad, porque la realidad se ve mejor desde la periferia que desde el centro.
Entonces, se vio el mundo con otra visión distinta que como se veía de Madrid, Lisboa, etcétera, y eso es verdad. Entonces, al decir (que soy el Papa) ‘del fin del mundo’ estoy diciendo de alguna manera que geográficamente vengo de aquello que parecía, pero sin embargo desde la periferia se ven mejor las cosas que desde el centro”.
Papa Francisco, Perfil, 13 de marzo de 2023.
Cuando el mundo se sorprendió al escuchar que, por primera vez desde el siglo VIII, asumía un Papa no europeo, Francisco saludó al pueblo, en italiano, pero con acento porteño y dijo: “Ustedes saben que el deber del Cónclave era darle un obispo a Roma. Siento que mis hermanos cardenales fueron a buscarlo al fin del mundo”. Esa frase risueña, en un evento tan solemne, se inspira en La irrupción de América en la Historia, de Amelia Podetti, quien marcó la formación intelectual de muchas generaciones y del propio Jorge Bergoglio.
En esa obra, que reproducimos completa en este nuevo aniversario de la llegada de Colón a América, Amelia Podetti invierte la noción de descubrimiento que históricamente nos daba la visión eurocéntrica: “la totalidad del planeta sólo es visible desde el último lugar ocupado, desde el verdadero finis terrae, desde allí donde la Tierra termina efectivamente”.
Leer a Amelia resulta fundamental, no sólo para comprender la misión que como argentinos y latinoamericanos tenemos en la Historia Universal, sino también para encontrar un pensamiento de liberación en estos tiempos tan confusos que nos toca vivir.
¿Quién fue Amelia Podetti?
Amelia nació un 12 de octubre de 1928 en Villa Mercedes, San Luis y se crió en Mendoza. Hija de un militante yrigoyenista, se trasladó con su familia a Buenos Aires cuando nombraron juez a su padre Ramiro Podetti, en los Tribunales del Trabajo que creó Juan Domingo Perón para garantizar los derechos laborales que se reconocieron a partir de la Revolución del 4 de junio de 1943.
Fue parte de la multitud que luchó por la liberación de Perón en el histórico 17 de octubre de 1945 y estudió filosofía en la Universidad de Buenos Aires, destacándose por su erudición y sus profundas convicciones políticas. Colaboró con los grandes pensadores de su época, como Adolfo Carpio, Carlos Astrada, Eugenio Pucciarelli, Rodolfo Mondolfo y Andrés Mercado Vera, desempeñándose como docente en la UBA y en la Universidad Nacional de La Plata. Dirigió la Revista Hechos e ideas y fue nombrada Directora Nacional de Cultura en 1975.
En función de conocer a Amelia Podetti con un abordaje más humano, hemos consultado a Ana Colotti, su discípula, quien continúa en la dirección de Hechos e Ideas hasta la actualidad y nos brindó amablemente su testimonio para este artículo:
Nuestra amistad se cimenta, además de acompañarla en las actividades de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, en grupos de estudio en mi casa, sobre historia del pensamiento argentino, desde la óptica que Amelia le daba al pensamiento que era: 1) concebir el pensamiento como un servicio y no servirse del pensamiento y 2) participar, como toda su generación, de un pensamiento situado, como hizo toda esa generación: Agoglia, Mercado Vera, Fermín Chávez, Graciela Maturo, Kusch, Guglielmeli, etc.. Tanto Amelia como Mercado siempre nos insistían en leer e insistir con los clásicos.
"Amelia era una compañera, una amiga, era ese estereotipo de mujer que participaba y emprendía todo pensamiento colectivo, hacia arriba con sus coetáneos y con sus discípulos, ella compartía...
"Teníamos grupos de mujeres que estudiábamos las categorías del pensamiento de Evita. Para estudiar a Evita no alcanza un libro, no alcanza una biblioteca, es imposible, la aprisionás… Con la corta vida de Amelia, lo que pudimos, con el pensamiento de Perón, de Evita, de Isabel, fue tomar lo esencial, las categorías fundamentales.
"Siempre mi marido (Julio Colotti) decía que no fue debidamente interpretada Amelia y yo creo que es cierto. Fue interpretada, aún hoy, por un grupo, cada vez más, pero faltaría que fuera oficial. Ella resumía todo un período, expresaba a ese pensamiento situado y la genialidad de concebir, de mostrar la irrupción de América como el momento en que se vuelve universal, es decir, universalizar la Historia a partir de ese hecho. Eso yo no se lo escuché a nadie, ni se ha podido retomar.
"Esto tiene que ver con que tampoco lo que ha pedido el General se ha hecho realidad, una historia de síntesis, como él caracterizaba, ni liberales, ni revisionistas, una Historia de mestizos, una historia y una cultura que lo concebía como una civilización. Perón nos pidió que se escribiera una historia que fuera una síntesis de ambas corrientes, porque sino se fragmentaba el pensamiento. Y creo que hay muy pocos que cumplieron."
Profunda conocedora de la filosofía alemana moderna, Amelia Podetti estudió la obra de de Kant, Hegel, Heidegger y Husserl, pero con una perspectiva crítica, por lo que contribuyó a la formulación de una irredenta filosofía latinoamericana y de un pensamiento situado que, como anticipamos al comienzo, influyó de manera determinante en la formación de Bergoglio, cuando aún no era el Papa Francisco.
Es interesante considerar lo que escribió el entonces Arzobispo de Buenos Aires, en su Prólogo al Comentario a la Introducción a la Fenomenología del Espíritu de Podetti:
"Sería muy difícil hacer filosofía en el mundo contemporáneo saltándose a Hegel. Y Amelia Podetti formó parte de un momento del pensamiento argentino en el que se intentó un diálogo genuino con el filósofo alemán: allí descollaron sus maestros Carlos Astrada y Andrés Mercado Vera, pero hubo otros también importantes.
"Entiendo que un diálogo es genuino cuando las preguntas son auténticas, es decir, propias, no adoptadas, cuando nacen de una reflexión surgida de los problemas, los desafíos, las inquietudes y las esperanzas de una comunidad determinada."
¿Qué decía la filosofía moderna alemana sobre Latinoamérica?
No es el objetivo de estas líneas hacer un tratado de filosofía, ni está a nuestro alcance hacer una síntesis de la filosofía hegeliana, que se destaca por su complejidad y por las múltiples interpretaciones que, por izquierda y por derecha, se han dado desde el siglo XVIII hasta nuestros días.
Pero no podemos apreciar del todo la obra que presentamos si no la ponemos en contexto, por lo que haremos unas breves citas introductorias de la filosofía de la Historia concebida por Hegel.
Para sintetizar, acudiremos a las conferencias del filósofo argentino Enrique Dussel, en la Universidad de Frankfurt (Alemania), dictadas entre octubre y diciembre de 1992, a 5 siglos de la llegada de Colón a América (Dussel, 2012).
Para Hegel, la Historia Universal tenía un propósito, un fin al que conducían todos los hechos particulares ocurridos a lo largo de miles de años, el cual era la realización del Espíritu, entendido como el punto más alto de libertad y de plenitud del ser humano.
Ese recorrido de la Historia tenía un comienzo y un final ya trazados, los cuales podían conocerse, no por casualidad, en el momento y en el lugar de llegada, que era la Alemania del siglo XIX, donde se cristalizaba, para Hegel, el momento más elevado del desarrollo de la religión (la reforma luterana), el momento superior de la historia del arte (el romanticismo) y la forma más perfecta de Estado (luego de la Revolución Francesa, que llegó con la conquista de Prusia en manos de Napoleón), lo cual hacía posible, para el poco modesto filósofo alemán, la plenitud del pensamiento universal, que era su propia teoría.
En ese contexto, se puede comprender que Hegel hiciera afirmaciones como esta:
"La historia universal va del Oriente hacia el Oсcidente. Europa es absolutamente el fin de la historia universal. Asia es el comienzo [...]. La historia universal es la disciplina de la indómita voluntad natural dirigida hacia la universalidad y la libertad subjetiva. (Hegel, Filosofía de la Historia Universal)."
Pero, entonces, los no europeos nos preguntamos: ¿qué hay de nosotros, que seguimos existiendo, aún cuando “el futuro llegó hace rato” y llegó a tantos kilómetros de nuestro lugar de nacimiento? Esto es aún peor para los no asiáticos, ya que, si le damos la razón a Hegel, la Historia ya pasó y ni siquiera pasó por acá…
La respuesta de Hegel es aún más desconcertante:
"El mundo se divide en el Viejo Mundo y en el Nuevo Mundo. El nombre de Nuevo Mundo proviene del hecho de que América [...] no ha sido conocida hasta hace poco para los europeos. Pero no se crea que esta distinción es puramente externa. Aquí la división es esencial. Este mundo es nuevo no sólo relativamente sino absolutamente; lo es con respecto a todos sus caracteres propios, físicos y políticos [...] De América y de su grado de civilización, especialmente en México y Perú, tenemos información de su desarrollo, pero como una cultura enteramente particular, que expira en el momento en que el Espíritu se le aproxima [...]. La inferioridad de estos individuos en todo respecto es enteramente evidente."
Dussel acota respecto de estas citas: “América Latina, por lo tanto, queda fuera de la Historia mundial. Lo mismo acontecerá con África”. Hegel se refiere a los africanos llamándolos “los negros”, a los que define como “hombres en bruto”, por lo que considera que no merece la pena seguir profundizando en su historia: “África [...] no tiene propiamente historia. Por eso abandonamos África, para no mencionarla ya más”. Si bien el papel adjudicado a Asia es un poco mejor, no por eso deja de ser menospreciada:
"Asia es la parte del mundo donde se verifica el comienzo en cuanto tal [...]. Pero Europa es absolutamente el centro y el fin del mundo antiguo y el Occidente en cuanto tal, el Asia el absoluto Oriente."
Dicho en pocas palabras, mientras los asiáticos serían eternos infantes, los africanos y los latinoamericanos serían aún menos que eso. Europa sería, entonces, el centro del mundo, pero no toda Europa, como explica Dussel:
"Pero en Asia el Espíritu está en su infancia, el despotismo permite sólo que «Uno» (el emperador) sea libre. Es la aurora, pero de ninguna manera la culminación de la Historia mundial. El «comienzo» y el «fin» de la Historia es Europa. Pero hay diversas Europas: la Europa del Sur, «la tierra del Sur de los Pirineos», al sur de Francia e Italia. Allí habitó el Espíritu en la Antigüedad, cuando el norte de Europa estaba «incultivado». Pero el Sur «no tiene un núcleo estampado en sí», y por ello el destino se encuentra en el Norte de Europa. Hay todavía dos Nortes: al Este, Polonia y Rusia, que se encuentran siempre en relación con el Asia. De la que debemos hablar es de la parte Occidental del Norte de Europa."
El filósofo alemán decía al respecto:
"El Espíritu germánico es el Espíritu del Nuevo Mundo, cuyo fin es la realización de la verdad absoluta, como autodeterminación infinita de la libertad, que tiene por contenido su propia forma absoluta. El principio del Imperio germánico debe ser ajustado a la religión cristiana. El destino de los pueblos germánicos es el de suministrar los portadores del Principio cristiano.
"La significación ideal superior es la del espíritu, que retorna en sí mismo, desde el embotamiento de la conciencia. Surge la conciencia de la justificación de sí mismo, mediante el restablecimiento de la libertad cristiana. El principio cristiano ha pasado por la formidable disciplina de la cultura; y la Reforma le da también en su ámbito exterior, con el descubrimiento de América [...].
"El principio del Espíritu libre se ha hecho aquí bandera del mundo, y desde él se desarrollan los principios universales de la razón (...). La costumbre y la tradición ya no valen; los distintos derechos necesitan legitimarse como fundados en principios racionales. Así se realiza la libertad del Espíritu (...)
"El principio se ha cumplido, y por ello el Fin de los Días ha llegado: la idea del Cristianismo ha alcanzado su plena realización."
Por más intrincadas que puedan parecer estas frases, no debemos pasarlas por alto, porque expresan la justificación más acabada del colonialismo y del imperialismo, que aún hoy siguen vigentes. Cuando Hegel, luego de despreciar a los asiáticos, africanos y latinoamericanos, dice “el principio del Espíritu libre se ha hecho aquí bandera del mundo”, está justificando el sometimiento de la Humanidad en manos de los anglosajones: “Los ingleses se determinaron a convertirse en los misioneros de la civilización en todo el mundo”. Esto lo lleva a diferenciar la América anglosajona de la América hispánica, en estos términos (Hegel, 2016):
"Con excepción del Brasil, en América del Sur como en América del Norte se han instituido repúblicas. Comparemos, empero, la América del Sur (incluyendo en ella a Méjico) con la América del Norte y percibiremos un extraordinario contraste. En Norteamérica vemos una gran prosperidad, basada en el crecimiento de la industria y de la población, en el orden civil y en la libertad. Toda la federación constituye un solo Estado y tiene un centro político.
"En cambio, las repúblicas sudamericanas se basan en el poder militar; su historia es una continua revolución, Estados que estaban antes federados se separan, otros que estaban desunidos se reúnen, y todos estos cambios vienen traídos por revoluciones militares. Si consideramos más detenidamente las diferencias entre las dos partes de América, hallamos dos direcciones divergentes en la política y en la religión.
"La América del Sur, donde dominan los españoles, es católica. La América del Norte, aunque llena de sectas, es en conjunto protestante. Otra diferencia es que la América del Sur fue conquistada, mientras que la del Norte ha sido colonizada."
Dicho en otros términos, para Hegel no sólo se puede, sino que se debe invadir todas las costas del planeta, secuestrar y reducir a la esclavitud a millones de africanos, y exterminar a millones de indios, porque de esa manera avanza la bandera del Espíritu libre, como en la famosa pintura de Delacroix, sobre una inmensa montaña de cadáveres. Como acota Dussel:
"Ese pueblo, el Norte, Europa (Alemania e Inglaterra en particular para Hegel), tiene así un “Derecho absoluto” por ser el “portador” del Espíritu en este “momento de su Desarrollo”, ante el cual Pueblo todo otro-pueblo “no tiene derecho”. Es la mejor definición no sólo de «eurocentrismo», sino de la sacralización misma del poder imperial del Norte o el Centro sobre el Sur, la Periferia, el antiguo mundo colonial y dependiente."
No debe extrañarnos esta visión, ya que en la Historia Argentina hemos tenido una expresión paradigmática de las mismas ideas: Domingo Faustino Sarmiento recomendaba no ahorrar sangre de gauchos, porque en esa guerra de exterminio de nuestro pueblo se dirimía la dicotomía civilización y barbarie.
Juan Bautista Alberdi, mentor de la Constitución de 1853 y referente máximo del liberalismo, que hoy nos gobierna, se inspiraba también en estas ideas cuando proponía reemplazar a nuestra población, por otra de mejor raza:
"Haced pasar el roto, el gaucho, el cholo, unidad elemental de nuestras masas populares por todas las transformaciones del mejor sistema de instrucción; en cien años no haréis de él un obrero inglés que trabaja, consume, vive digna y confortablemente."
Pero esas ideas no murieron en el siglo XIX, sino que aún hoy siguen causando guerras y genocidios. El reciente genocidio en la Franja de Gaza, se justifica con los mismos argumentos por los que murieron millones de judíos en manos de los nazis, millones de indios, en manos de los ingleses y miles de japoneses, en manos de los yanquis, durante el siglo XX: todo eso se justifica por el avance del Espíritu libre, cuya bandera estaría, para siempre, en manos de los anglosajones.
En este sentido, se entienden las lamentables consideraciones del payaso macabro que gobierna la Argentina, en el acto de intercambio de textos sobre el Memorando de la Democracia y la Libertad, junto al Primer Ministro Benjamín Netanyahu, en Jerusalén (Israel), el 12 de junio de 2025:
"Desde aquel cobarde ataque del 7 de octubre, he declarado mi apoyo incondicional al Estado de Israel en su derecho a la autodefensa, en esta batalla, que no se circunscribe a una sola nación, sino que se extiende a todo el mundo. Es la civilización contra la barbarie; la libertad contra el terror -lisa y llanamente- el bien contra el mal (...)
La barbarie es la eterna enemiga de la libertad, la independencia y la dignidad humana (...) Desde que asumí, he estado proponiendo una Liga de Naciones Libres que - tanto hacia adentro como hacia afuera - pelee por los valores básicos que hicieron grande a Occidente: la defensa de la vida, la libertad y la propiedad privada."
¿El marxismo es una alternativa o una continuación de estas ideas?
Muchos creen que la alternativa a los horrores del imperialismo capitalista puede ser el marxismo, pero eso es un error, ya que el marxismo es la continuación del pensamiento de Hegel, del cual dice haberse emancipado en cuanto a su carácter idealista y burgués, pero, si así fuera, no lo hizo respecto de su carácter eurocéntrico.
Al respecto, dice Dussel (2012):
"Además, y esto ha pasado desapercibido a muchos comentaristas y críticos de Hegel -y al mismo Marx-, la «sociedad civil» contradictoria se supera como «Estado» en Hegel gracias a la constitución de «colonias» que absorben dicha contradicción."
En cuanto a esto, Dussel (2012) justifica su afirmación con la siguiente cita de la Enciclopedia de Hegel:
"Por una dialéctica que le es propia a sobrepasarse, en primer lugar, tal sociedad es llevada a buscar fuera de ella misma a nuevos consumidores, y por ello busca medios para subsistir entre otros pueblos que le son inferiores en cuanto a los recursos que ella tiene en exceso, o, en general, la industria. Este despliegue de relaciones ofrece también el medio de la colonización a la cual, bajo forma sistemática o esporádica, una sociedad civil acabada es impulsada. La colonización le permite que una parte de su población (sic), sobre el nuevo territorio, retorne al principio de la propiedad familiar y, al mismo tiempo, se procure a sí misma una nueva posibilidad y campo de trabajo."
En este punto, me parece que Dussel está siendo condescendiente con Marx, al afirmar que pasó por alto ese aspecto de la teoría hegeliana. No es que no se dio cuenta, sino que explícitamente reproducía esas ideas, como podemos ver en el Manifiesto Comunista (Marx, 2019):
"El descubrimiento de América y la circunnavegación de África ofrecieron a la burguesía en ascenso un nuevo campo de actividad. Los mercados de la India y de China, la colonización de América, el intercambio de las colonias, la multiplicación de los medios de cambio y de las mercancías en general imprimieron al comercio, a la navegación y a la industria un impulso hasta entonces desconocido (...)
"La burguesía ha desempeñado en la historia un papel altamente revolucionario.
"Merced al rápido perfeccionamiento de los instrumentos de producción y al constante progreso de los medios de comunicación, la burguesía arrastra a la corriente de la civilización a todas las naciones, hasta las más bárbaras. Los bajos precios de sus mercancías constituyen la artillería pesada que derrumba todas las murallas de China y hace capitular a los bárbaros más fanáticamente hostiles a los extranjeros (...)
"Del mismo modo que ha subordinado el campo a la ciudad, ha subordinado los países bárbaros o semibárbaros a los países civilizados, los pueblos campesinos a los pueblos burgueses, el Oriente al Occidente."
Como podemos ver, también para Marx la Historia tiene un principio y un final, que va de Oriente a Occidente, mientras que el papel que le toca a las tres cuartas partes de la Humanidad es abastecer a la burguesía del Norte de Europa.
Si bien destaca el “papel altamente revolucionario” de la burguesía, también dice que su tiempo se estaba agotando y debía dar paso a una nueva era, la de la revolución comunista. Pero no nos engañemos: la revolución comunista es una continuación de ese progreso histórico, por lo cual debía estallar donde se encontraba el epicentro del desarrollo industrial, es decir, en Inglaterra, para expandirse a la periferia del mundo, de la misma forma que se había expandido el capitalismo.
Esto explica por qué Trotsky, en los tiempos en que la URSS todavía mantenía el derecho de propiedad y el mercado capitalista, planteaba que no se podía avanzar en la construcción del socialismo, hasta tanto no triunfara la revolución en un país industrializado como Alemania. Stalin, por su parte, no estaba dispuesto a esperar nada, sino a hacer de Rusia una potencia industrial y militar, capaz de invadir media Europa y la propia Alemania, donde ordenó desmantelar fábricas enteras para instalarlas en la metrópolis del comunismo.
La idea de que los pueblos atraviesan etapas de maduración análogas a las de cada individuo, yendo de la infancia a la adultez, tuvo su versión cientificista en las últimas décadas del siglo XIX, con la antropología de Morgan, quien consideraba que la Humanidad pasaba por el salvajismo, la barbarie y la civilización. En El origen de la familia, la propiedad privada y el estado, Engels incorpora esta teoría como base del materialismo histórico.
Si, para Hegel, el factor determinante era el desarrollo del Espíritu libre, para Marx, era el desarrollo de las fuerzas productivas. Veremos como Amelia Podetti, en su brillante obra, considera que ambos son los rasgos distintivos de la modernidad: “la exaltación del hombre por sobre toda otra forma e instancia de lo real, y la exaltación de la técnica como dimensión esencial del hombre”.
Pero el resultado de tantos siglos de padrinazgo de la burguesía anglosajona han sido dos guerras mundiales, la amenaza del apocalipsis nuclear, la contaminación y agotamiento de los recursos naturales, la expoliación y la muerte de millones de personas y, más recientemente, el cambio climático, que amenaza con destruir la vida en el planeta. A todo esto nos ha llevado la modernidad, que se ha enmascarado con diversas ideologías, como el liberalismo, el nazismo o el comunismo, pero siempre ha llevado al ser humano a experimentar horrores antaño inconcebibles y ha preparado un futuro cada vez peor.
Entonces, ¿Hay que abandonar toda idea proveniente de Europa?
Durante la segunda posguerra, Europa se ha asustado de sí misma y ha buscado nuevas expresiones ideológicas, tales como el posmarxismo, el postestructuralismo o el posmodernismo.
Así como, antaño, las cabezas colonizadas de nuestra intelectualidad importaban la filosofía moderna, hoy, importan esas nuevas expresiones ideológicas europeas, lo que ha llevado a cierto indigenismo ingenuo y disolvente, que pone en duda la existencia misma de la Nación argentina y busca sembrar aún más división en el seno de nuestra comunidad.
Esas ideas importadas, que a menudo se disfrazan con ropas típicas para camuflarse en el ambiente latinoamericano, se empalman con la leyenda negra, que crearon los británicos para que nuestros pueblos se consideren esencialmente brutos y estériles, tal como ellos conciben a los europeos latinos y a nosotros, sus descendientes.
El General Perón lo ha dejado muy claro el 12 de octubre de 1947:
"La difusión de la leyenda negra, que ha pulverizado la crítica histórica seria y desapasionada, interesaba doblemente a los aprovechados detractores. Por una parte, les servía para echar un baldón a la cultura heredada por la comunidad de los pueblos hermanos que constituimos Hispanoamérica.
"Por la otra procuraba fomentar así, en nosotros, una inferioridad espiritual propicia a sus fines imperialistas, (...) nuestra incapacidad para manejar nuestra economía e intereses, y la conveniencia de que nos dirigieran administradores de otra cultura y de otra raza. Doble agravio se nos infería: aparte de ser una mentira, era una indignidad y una ofensa a nuestro decoro de pueblos soberanos y libres."
En ese sentido, Evita ha sido tajante:
"La leyenda negra con que la reforma se ingenió en denigrar la empresa más grande y más noble que conocen los siglos, como fueron el descubrimiento y la conquista, sólo tuvo validez en el mercado de los tontos o de los interesados."
Perón y Evita no se referían a quienes denuncian los abusos cometidos en esas épocas por los europeos, que también reconocían junto con los derechos de los pueblos originarios. En ese sentido, vale tomar en cuenta las palabras de Francisco cuando visitó Bolivia, en el marco del II Encuentro Mundial de los Movimientos Populares, el 9 de julio de 2015 en la Expo Feria de Santa Cruz de la Sierra:
"Y quiero decirles, quiero ser muy claro, como lo fue san Juan Pablo II: pido humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América. Y junto a este pedido de perdón y para ser justos, también quiero que recordemos a millares de sacerdotes, obispos, que se opusieron fuertemente a la lógica de la espada con la fuerza de la cruz. (...)
"Les pido también a todos, creyentes y no creyentes, que se acuerden de tantos obispos, sacerdotes y laicos que predicaron y predican la Buena Noticia de Jesús con coraje y mansedumbre (...), que en su paso por esta vida dejaron conmovedoras obras de promoción humana y de amor, muchas veces junto a los pueblos indígenas o acompañando a los propios movimientos populares incluso hasta el martirio.
"La Iglesia, sus hijos e hijas, son una parte de la identidad de los pueblos latinoamericanos. Identidad que, tanto aquí como en otros países, algunos poderes se empeñan en borrar, tal vez porque nuestra fe es revolucionaria, porque nuestra fe desafía la tiranía del ídolo dinero (...) Eso también debemos denunciarlo: dentro de esta tercera guerra mundial en cuotas que vivimos, hay una especie –fuerzo la palabra– de genocidio en marcha que debe cesar."
¿A quiénes se refieren, entonces, Perón, Evita y Francisco? Se refieren a los voceros del imperialismo anglosajón, que pretenden aplastar nuestra identidad latinoamericana, en función de hacernos creer que somos congénitamente inferiores, por lo que sólo podríamos aspirar a imitar la cultura pretendidamente superior, aunque para Alberdi, ni en 100 años lograríamos igualarlos.
Una muestra de que esa pretensión sigue vigente son los artículos de Eduardo Marty, Presidente de la Fundación para la Responsabilidad Individual, que constituye la sucursal local de Junior Achievement, una institución de EEUU integrada por CEOs de grandes multinacionales, publicados durante el año 2020 en Infobae, entre los que voy a citar uno, titulado “La Iglesia Católica: fábrica de pobres de América Latina”, acompañada de una foto de Perón con el Cardenal Copello en 1949:
"El gran éxito de la Iglesia católica en América Latina ha sido el haber logrado unificar el discurso de la moralidad (...) Iglesia es sinónimo de pueblo, de protección de pobres y descamisados, de justicia social, de derechos sociales (…) El progresismo eclesiástico llega al extremo de ver con más simpatías a regímenes totalitarios de izquierda o derecha que violan los derechos humanos pero que defienden al Estado grande (Mussolini, Franco, Perón, los hermanos Castro, Chávez, Maduro) que a gobiernos democráticos que intentan realizar una apertura hacia la economía de mercado y el capitalismo.
"La última batalla se libra en el campo de la moral, entre la defensa religiosa del altruismo (sacrificio por el prójimo) y la defensa liberal del auto interés racional y en el campo de la epistemología (misticismo versus razón)."
Al contrario de lo que dicen críticos europeos del eurocentrismo, que siguen dando vueltas en su propio laberinto, y de los intelectuales con síndrome de Estocolmo, que repiten las mentiras del imperialismo anglosajón, el justicialismo, en tanto Doctrina nacional dirigida al conjunto de la Humanidad, ha planteado una vía alternativa para Occidente: “Al impulso ciego de la fuerza, al impulso frío del dinero, la Argentina, coheredera de la espiritualidad hispánica, opone la supremacía vivificante del espíritu”.
“América se constituye como una cultura unificadora”.
No se trata de ser obsecuentes con los que manejan Occidente hace siglos, es decir, con los anglosajones, tal como lo hace nuestro actual gobierno, ni tampoco de ser unos occidentales-anti-occidentales, como se ha puesto de moda en ciertos círculos intelectuales progresistas. El legado de Perón, vigoroso y vigente, hoy más que nunca, es proponer una nueva dirección para Occidente y una misión universal para los pueblos de América Latina.
Como decía Francisco en el prólogo citado:
"Los grandes problemas humanos son, sin duda, universales, y en cierto modo intemporales; pero en la conciencia del filósofo corren el riesgo de desvanecerse en formulaciones vacías, abstractas, si no pasan por el tamiz de la pura y dura realidad. Y la realidad es siempre encarnada, particular, concreta. No puede haber acceso a la universalidad sin asumir, plena e íntegramente, la encarnación."
Como dice Amelia Podetti, “América se constituye como una cultura unificadora”, es decir, que:
"Esta peculiar instalación de América en el mundo, en el espacio y en el tiempo, se manifiesta en la constitución misma de la cultura americana, que se desarrolla y aparece en la historia como una matriz unificadora, que recoge, absorbe, sintetiza y transmuta todo lo que llega a su suelo, reduciendo a una unidad compleja y ricamente diferenciada los más diversos aportes culturales, aún aquellos que constituyen agresiones y tentativas de destruir el núcleo profundo, último e irreductible del ser americano."
En conclusión, el pensamiento situado, encarnado, particular y concreto, tal como recomendaba Francisco, tiene como rasgo específico, en nuestro continente, el de unir todo lo que la modernidad ha dividido y desgarrado.
Por eso, resulta indispensable la lectura de La irrupción de América en la historia, en el natalicio de su autora y en un nuevo aniversario de aquel acontecimiento que cambió el mundo para siempre, ya que esa obra nos permite comprender el presente y vislumbrar una esperanza para el futuro de América Latina, de Occidente y del mundo.
Bibliografía:
Dussel, E. 1492: El encubrimiento del otro. 2012, Docencia.
Hegel, G. Lecciones sobre la filosofía de la Historia Universal. 2016, Epulibre.
Marty, E. Marty, E. (31/07/2021) La Iglesia Católica: fábrica de pobres de América Latina. Infobae.
https://www.infobae.com/opinion/2021/07/31/la-iglesia-catolica-fabrica-de-pobres-de-america-latina/
Marx, C. Manifiesto Comunista. 2019, Siglo Veintiuno.
Perón, E. Ante la proximidad del Día de la Raza. Democracia, el 6 de octubre de 1948,
Perón, J. Discurso en la Academia Argentina de Letras con motivo del Día de la Raza y del IV Centenario del natalicio de Miguel de Cervantes Saavedra.
Piumato, J. (07/05/2025) Eva Perón: pensadora nacional. Infobae.
https://www.infobae.com/opinion/2022/05/07/eva-peron-pensadora-nacional/
Podetti, A. Comentario a la Introducción a la Fenomenología del Espíritu. 2007, Biblos.
Podetti, A. La irrupción de América en la Historia.
Colotti, A. Revista Hechos e Ideas N°9, febrero de 2023, UPCN. https://hechoseideas.org/
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