Los presentes sucesos son un compilado arbitrario y caótico de los tiempos que se vienen.
Hoy en Geopolítica y Actualidad Nacional escriben Marco Stiuso y Ariel Duarte.
1 | De X a la realidad
2 | El verdugo de acero
3 | Un descuido nacional
4 | Los mayores descartes
5 | Orión en cielo argento
1 | De X a la realidad
La globalización del Consenso de Washington trajo consigo la complejización de los actores internacionales. Ya no se trató únicamente de los vínculos entre las naciones, sino que se incorporaría otro tipo de jugadores con peso propio y con la capacidad de trascender los límites físicos y jurídicos de cada país: los capitales transnacionales.
Desde entonces, hemos tenido numerosos ejemplos de disputas internacionales entre gobiernos y compañías, con intereses particulares que no necesariamente se alinean en sintonía con su nación de origen, aunque así suele serlo. El caso de Elon Musk es un claro ejemplo de ello.
Esta semana, el empresario sudafricano fue nuevamente protagonista de una novela internacional. En este caso, por una nueva escena con Alexandre de Moraes, juez del Supremo Tribunal Federal de Brasil.
La trama se basó en la suspensión de la red social X, propiedad de Musk, por la negativa a nombrar un representante legal en Brasil y por incumplimiento de las órdenes de moderación de contenidos del país. Desde el mes de abril, Musk forma parte de una investigación sobre difusión de noticias falsas en redes sociales para influir en procesos políticos.
El 17 de agosto, la firma X anunció el cierre de su oficina en Brasil, y con ello, de su representación física en el país, lo cual viola su legislación que establece la obligatoriedad de las redes sociales de contar con un representante legal a disposición para el contacto del Estado. Al día siguiente, el Tribunal Supremo Federal de Brasil respondió con un bloqueo a los activos financieros de Starlink en el país. La compañía de servicio de internet satelital, también propiedad de Musk, fue la apuntada para asumir las multas impuestas a X.
El siguiente capítulo de la novela se dió diez días después, cuando Alexandre de Moraes citó personalmente a Elon Musk para que, en un plazo de 24hs, se designara un nuevo representante de X en Brasil. Caso contrario, se dictaría la “suspensión inmediata, completa e integral del funcionamiento de ‘X Brasil Internet LTDA’ en territorio nacional” de la red social, cosa que efectivamente sucedió el día 30 de agosto.
Lo llamativo fue la respuesta de Musk, que aprovechó su propia plataforma para publicar distintas frases e imágenes, que incluyeron desde memes y fotos hechas con inteligencia artificial hasta amenazas. «Mañana comenzaremos a publicar la larga lista de crímenes de Alexandre de Morais, junto con las leyes brasileñas específicas que violó» anunció el empresario a través de X, casi en simultáneo con una imagen que muestra a Moraes en prisión con una frase dedicada directamente al juez: “un día, Alexandre, esta foto tuya en prisión será real. Recuerda mis palabras”.
Así, llegamos a esta semana, donde un nuevo capítulo de la novela fue inaugurado con la ratificación unánime de la Primera Sala del Supremo Tribunal Federal de Brasil de la decisión de suspender X. A raíz de ello, la situación se mantendrá en vigor hasta que la plataforma cumpla con la restitución de la representación legal en el país y pague las multas que superan los 3,2 millones de dólares.
Además, Starlink entró en escena nuevamente, ya que la implementación de la suspensión de X dependía, en parte, del servicio satelital de la empresa del propio Musk. Acá no hubo memes ni amenazas: Starlink afirmó este martes que cumpliría la orden judicial de bloquear X en Brasil. El patrimonio y el funcionamiento de la empresa de tecnología y servicios satelitales tiene otro nivel de sensibilidad para el magnate.
El caso de Musk vs Brasil podría verse, a simple vista, como una disputa puntual por un conflicto de intereses específicos. Sin embargo, la temporada 2 apareció en Europa. Más precisamente, en el seno de la Unión Europea.
El Comisionado Europeo de Mercado Interior y Servicios, Thierry Breton, fue el nuevo co-protagonista de Elon Musk. Al igual que en Brasil, la escena surge de una investigación contra X por incumplimiento de obligaciones en el marco de la difusión de supuestas informaciones falsas. En este caso, con la particularidad del acuse de falta de medidas obligatorias para la “lucha contra la desinformación”, lo cual inició una investigación en diciembre del año pasado.
Los investigadores del caso señalaron el desmantelamiento del equipo de moderadores de X, el restablecimiento de cuentas anteriormente prohibidas y la ineficacia del sistema de identificación de contenidos ilícitos como los principales indicadores. En este marco, Thierry Breton propuso la aplicación efectiva de la DSA, la reglamentación de servicios digitales de la Unión Europea, apuntando contra la compañía de Musk y afirmando que desde la UE vigilan “los riesgos potenciales que puede tener la diseminación de contenidos (…) de incitación a la violencia, el odio y el racismo en conjunción con acontecimientos políticos o societales”.
Sin embargo, en el caso de la Unión Europea el tono fue más bajo y la situación no pasó a mayores por el momento. La propia Presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, desestimó la iniciativa de Breton y apagó las alarmas del magnate.
En esta decisión, es probable que la Unión Europea tenga presente el rol de las compañías de Musk para el empleo y el desarrollo tecnológico de la región, como lo evidencia Tesla con su megaplanta de ensamblaje de vehículos eléctricos en Grünheide, Alemania, que emplea a 12.000 personas. La rentabilidad del negocio de Musk se garantiza por la propia Unión Europea, que en el mes de junio impuso aranceles de hasta el 38% para los autos eléctricos chinos, que amenazan la competitividad del viejo continente, siendo Alemania la principal víctima de la manufactura barata que llega de Asia.
En Europa hay un antecedente reciente de disputas entre Musk y uno de los estados miembros de la UE. Se trata de la demanda del gobierno de Irlanda contra X en agosto del 2023. Irlanda fue el país en el cual la compañía de Musk instaló su sede física en el continente, por su flexibilidad fiscal. La acción judicial que inició Dublin contra X tuvo como eje la violación de la DSA en el manejo de los datos de la red. Este proceso judicial derivó en un fallo que obligó a la compañía de Musk a suspender la colecta de datos de usuarios con IP europeas generados por inteligencia artificial, además de una multa de 550.000 euros.
Lo que se evidencia con las distintas temporadas de la novela de Musk no es otra cosa que un ejemplo más de la vuelta del interés nacional a lo largo y ancho del mundo, en confrontación con la lógica transnacional del globalismo neoliberal que marcha hacia su sepultura. El control de los datos, la ubicación y protección del empleo, las condiciones de atracción de tecnología y las disputas industriales por los costos y el abordaje de mercados son los escenarios en los que se pone en valor el tránsito hacia el nuevo orden internacional, donde los Elon Musk tendrán que sentarse con las naciones en valor.
2 | El verdugo de acero
En un mundo que tiende a la reindustrialización de las naciones con memoria y tradición manufacturera, donde los aranceles son moneda corriente y la energía está en el centro de la escena, la gran amenaza es China, con sus exportaciones baratas por el subsidio del Estado.
En este contexto, hay un factor clave para toda nación que busque su destino industrial: el acero, la madre de las industrias, en especial de la industria de defensa. En el mercado internacional de la chapa, China también es el protagonista del temor de las fábricas metalúrgicas del mundo (https://repliegue.com.ar/un-golpe-con-olor-a-litio-contexto-semanal-06-24-v-3/).
Ahora bien, lo que acontece (y lo que vendrá) es la profundización del avance chino a lo largo y ancho del mundo por el enfriamiento de su propia economía, que ralentiza las tasas de crecimiento que tuvo a inicios del siglo. El desafío es mantener activa su propia industria y garantizar el empleo de su población. Para eso, es necesario ubicar el excedente de producción con un mercado interno a la baja, y la víctima es cualquier mercado que abra sus puertas a la manufactura y la chapa barata.
La demanda global del acero ha caído más de un 10% desde 2020, y la situación actual en China está signada por “una fuerte oferta, débil demanda, costos elevados y precios bajos”, según la declaración de resultados de la empresa estatal china Baosteel, el segundo productor de acero a nivel mundial después de Arcelor Mittal. Este escenario llevará a que, en la segunda mitad del año, “la industria siderúrgica mantendrá una situación de exceso de oferta, y las empresas siderúrgicas seguirán sufriendo presiones”, según la compañía.
La contracara de la caída del mercado interno es la intensificación de la ambición de Pekín por ubicar su excedente de producción. Por eso, mientras su demanda interna baja, las exportaciones de acero de China llegarán a su nivel más alto en ocho años, ya que superarán las 100 millones de toneladas en 2024, según la consultora MySteel.
Cabe destacar que la demanda interna de China representa casi el 50% de la producción mundial de acero, por lo que una fuerte paralización de su industria obligaría al Estado chino a salir desesperadamente en búsqueda de mercados para evitar la implosión de su economía, aunque ello cueste el constante y sideral subsidio para las prácticas de dumping a lo largo y ancho del mundo.
Esta situación presenta un futuro complejo para Pekín, ya que las naciones tendientes a la reindustrialización parecen cerrar las puertas lentamente a la manufactura barata. Este año, México y Brasil han aumentado los aranceles al acero chino. Estados Unidos los triplicó. Canadá también anunció nuevos aranceles la semana pasada. Además, surgen nuevas investigaciones por casos de dumping, tanto en Turquía y Vietnam.
Europa es el caso más interesante de observar, ya que es el escenario de máxima tensión entre el viejo mundo, abierto a la lógica globalista de la cual China se sirve para satisfacer sus necesidades de colocación de productos, y el nuevo mundo de intereses nacionales y fomento de las industrias locales. En esta disputa, la ya desvalorizada Unión Europea continúa mostrando la ignorancia o incapacidad de abordar el nuevo orden internacional.
Ya en el mes de Julio, en el marco de su reelección como Presidente de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen anunció el llamado “acuerdo industrial limpio”, por el cual se establecerán nuevos requerimientos para la compra de acero que sea “respetuoso con el medioambiente”, aplicando tanto al sector privado como a las compras públicas.
Si bien parecería, en principio, que la medida buscaría limitar de manera arancelaria el ingreso de la chapa china, lo cierto es que el propio sector privado europeo muestra que esta iniciativa es un tiro en el pié para Europa.
Eurofer, la asociación europea de fabricantes de acero, expresó públicamente que “la industria en transición necesita medidas del lado de la demanda de productos limpios”, mostrando sus dudas ante lo planteado por la Unión Europea, en un contexto que ya viene en caída.
En 2023, la producción de acero de los países de la Unión Europea cayó un 7,4% con respecto a 2022, según World Steel Association. Este año, la tendencia continúa, y muestra en Francia su peor imagen: una caída del 33,3% en junio, con respecto al mes anterior. Ya en el acumulado de 2023, Francia mostró una caída del 17,4% en comparación al año anterior, siendo el máximo ejemplo de la desindustrialización europea en su rubro madre, que es la siderurgia.
Tampoco están exceptuados de esta problemática las naciones que comprendieron lo que comenzó a pasar en el mundo desde la última década y se adelantaron a abandonar el barco de la Unión Europea. En Gran Bretaña, pionera en romper el viejo mundo en Europa con el Brexit, la asociación comercial de la industria siderúrgica UK Steel publicó un informe que muestra el aumento de los costos industriales.
En el informe se hace particular hincapié en el costo de la electricidad, que se ha disparado por encima de la media europea. Ante este escenario, UK Steel solicita tres acciones al gobierno británico: igualar el reintegro de gastos que realizan Francia y Alemania como incentivo a la industria, reformar el mercado mayorista y la distribución de la electricidad, e investigar las causas y niveles de disparidad de precios de la energía con sus competidores industriales de Europa. En este marco, el director general de Uk Steel, Gareth Stace, comentó que “durante demasiado tiempo, la industria siderúrgica del Reino Unido se ha visto paralizada por los altos precios de la electricidad industrial, lo que supone una pesada carga para la competitividad, la rentabilidad y la capacidad de la industria para invertir en el crecimiento futuro».
La desindustrialización de Europa, en conjunto con la avanzada China, ofrecen un cóctel destructivo que lleva a noticias increíbles, como la que nos regaló esta semana Alemania.
La histórica Volkswagen, emblema de la locomotora europea, comunicó públicamente este lunes que evalúa cerrar fábricas en Alemania por primera vez en sus 87 años de historia.
La compañía fabricante de automóviles, ante el escenario que describimos, inició a fines del año pasado un plan de reducción de costos de 10.000 millones de euros. Según el medio alemán Wolfsburger Allgemeine Zeitung, este plan incluye la disminución del 20% de los costos administrativos, el recorte de privilegios de empleados de alto rango, la creación de nuevos planes de jubilación anticipada y el congelamiento de los procesos y búsquedas de nuevas contrataciones, así como la limitación de los ascensos a niveles salariales altos.
Las medidas tomadas por Volkswagen rompen con el acuerdo con los sindicatos alemanes, vigente desde 1994. Según el último informe de la compañía, la cantidad de empleados en Alemania ronda los 295.000 puestos de trabajo.
El propio director general de Volkswagen, Oliver Blume, evidenció que lo que acontece en la compañía es una expresión más de la desindustrialización europea: “la industria automovilística europea se encuentra en una situación muy exigente y grave […] El entorno económico se ha vuelto aún más difícil y están entrando nuevos competidores en el mercado europeo. En particular, Alemania, como lugar de fabricación, se está quedando cada vez más atrás en términos de competitividad».
Finalmente, dejó en claro la centralidad de la lógica industrial, desechando los postulados posmodernos, utilizados tanto por el liberalismo como por la socialdemocracia, sobre la teoría subjetiva del valor: “Ahora se trata de costos, costos y más costos”.
3 | El descuido nacional
El acero ha sido para la Historia contemporánea el ingrediente fundante de toda estrategia geopolítica.
El siglo pasado ha testificado en varias oportunidades cómo las relaciones internacionales en torno al acero constituyeron la antesala de cualquier amistad, alianza o pelea entre los países.
La explicación tiene los pies en la tierra, el entendimiento de las naciones toma como presupuesto la posibilidad mutua de destruirse o agredirse en forma significativa, y para eso irremediablemente se necesita mucho acero.
Esa capacidad de daño se materializa en las capacidades militares de las distintas fuerzas armadas, que se nutren del acero para sus tanques, buques, aviones, helicópteros y los mismos portaaviones que permiten llevar la guerra fuera de las propias fronteras, requisito indispensable para ser potencia.
Para mencionar algunos de esos testimonios, el Pacto de Acero de 1939 fue la piedra fundante del acuerdo entre la Italia de Benito Mussolini y la Alemania gobernada por Hitler. Aunque en los textos oficiales lo bautizaron como «Pacto de la Amistad y Alianza entre Italia y Alemania», su núcleo central era la cooperación militar y económica mutua, que partía del abastecimiento mutuo de insumos para la industria militar y defensa mutua en cualquier caso de agresión externa.
Por otro lado, otro testimonio fue el comienzo de la integración regional del viejo continente, que derivó en la Unión Europea que hoy conocemos. La piedra fundacional del entendimiento entre las potencias europeas de la posguerra fue el Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, firmado en París en 1951. Los ingredientes fundamentales para la guerra -y por tanto para una paz duradera- son la energía y los fierros, por lo que decidieron ponerlos en el centro del debate para alcanzar una reconciliación regional entre Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Luxemburgo y Holanda.
En los tiempos recientes, el acero fue también tapa de los diarios cuando la política económica del gobierno norteamericano de Donald Trump decidió dar por terminado el globalismo que conocimos desde los años ‘70.
Quizá toda la prédica antiglobalización hubiera sido una narrativa más de la política de la postverdad, si finalmente no se concretaba en torno a un rubro tan sensible como el acero
Después de décadas de una economía global al servicio del libre comercio promovido por la propia dirigencia norteamericana desde la Organización Mundial de Comercio, la misma potencia se amparó en la sección 232 de una vieja ley de 1962, que permitía al presidente restringir las importaciones de acero si amenazan la seguridad de su país. Así, en 2018, se impusieron aranceles del 25% al acero y 10% al aluminio, exceptuando luego a sus aliados regionales México y Canadá.
Fue entonces que tanto China como Noruega, Suiza y Turquía acudieron a la OMC a pedir por la impugnación de la medida. Luego de varios años, Estados Unidos sólo aceptó una reducción de los aranceles a la Unión Europea con el acuerdo de que levantaran su participación en el caso. En definitiva, a ellos los une la Organización del Tratado del Atlántico Norte.
La impotente OMC dictaminó sin efectos hace dos años que los aranceles dispuestos por Estados Unidos contravienen las normas comerciales mundiales, recomendando su readecuación con el libre comercio. Sin embargo, ninguna de sus recomendaciones fueron cumplidas y las cosas siguieron igual.
Frente al proteccionismo de las potencias, como vimos en el apartado anterior, China optó por colocar su acero y productos derivados en los patios traseros de las viejas potencias, por ejemplo, América Latina. Sin embargo, en abril de este año, México, Chile y Brasil anunciaron nuevos aranceles para la importación de acero, en protección con siderúrgicas locales. En igual sentido, el gobierno colombiano dijo querer sumarse.
Argentina, lejos de colocarse en sintonía con la potencia norteamericana y el proteccionismo que hoy rige las economías nacionales, optó por facilitarle el trabajo a la potencia asiática.
Podríamos debatir horas sobre cómo los extremos de la izquierda y la derecha acaban por unirse en contra de los intereses nacionales y populares. Sin embargo, lo cierto y concreto es que la política de comercio exterior anunciada en las pasadas semanas alarmó tanto a los sectores industriales nacionales, como a quienes deben velar por la defensa nacional de un país con más de la mitad del territorio ocupado.
En materia de acero, estamos ante un diseño de comercio exterior a la medida del Partido Comunista Chino, más que del supuesto aliado estratégico norteamericano.
Luego del anuncio de simplificación y archivo de las medidas proteccionistas antidumping que venían de gobiernos anteriores, ahora agregaron una “simplificación” para la compra de insumos como acero y aluminio.
El Secretario de Comercio Pablo Lavigne advirtió que continuará con la revisión de los aranceles, procesos de importación y las medidas antidumping que persisten.
Por un lado, se modifica el reglamento técnico del acero para su adquisición en el exterior, con lo cual según el gobierno el 31% de las importaciones de acero ya no tendrán intervención alguna, entre ellas chapas, perfiles, hierro redondo, mallas, vigas y tubos.
El cóctel es acompañado por la decisión de reducir el impuesto PAIS para las importaciones en 10 puntos desde 17,5% a 7,5%, a partir del decreto 777 de 2024, que implica una baja aún mayor de los costos de importación de un insumo estratégico que, hasta ahora, se fabrica en el país, como lo es el acero y el aluminio.
Es indudable que existen consecuencias dañosas para la economía nacional cuando insumos claves para el desarrollo son comercializados a precios más caros en el mundo, y pocas compañías como Techint, Aluar o Acindar manejan la oferta nacional de tales productos.
Sin embargo, la peor industria es la que no se tiene, y la apertura comercial indiscriminada puede llegar a repetir episodios como los de 2017, cuando Paolo Rocca de Techint decidió inaugurar su nueva planta siderúrgica en Texas, Estados Unidos, en vez de Argentina.
Todo este panorama se suma a la cuestión energética, en tanto se anunciaron aumentos en los servicios de combustibles, luz y gas, por lo que aumentan el principal costo de producción a la par que abaratan drásticamente la entrada de productos industriales extranjeros.
Tanto las petroleras como energéticas han sido autorizadas para reajustar sus precios por recortes de subsidios, para compensar la inflación del mes anterior (4%) y acompañar la evolución del dólar oficial (2%).
El cóctel no sólo contenta al país que pretende reducirse a la exportación de minerales, energía, trigo, maíz y soja, sino también a China que forma parte de la fiesta exportadora de la Argentina.
El primer semestre de gobierno nos dejó una industria por el piso, que ya acumula 14 meses de caída, mientras el Secretario de Energía, Eduardo Chirillo, anuncia que “desde Energía desregulamos el mercado de garrafas de GLP y habilitamos la libre competencia en exportación de gas. Hay récord de transporte de gas: 21 millones de m3/día, la mayor producción de petróleo en 20 años y la mayor producción de gas en 21 años. Seguimos reordenando y potenciando el sector energético para que sea motor del crecimiento argentino”.
Nuevamente, el consenso exportador se une por izquierda y derecha frente a quienes todavía sueñan con una Argentina industrial y soberana.
4 | Los mayores descartes
En una importante esquina, cientos de jubilados comenzaron a caminar en reclamo de sus haberes. Después de los gases y los palos, una señora se presentó ante las cámaras, Patricia María Losada.
Ya jubilada, contó que debía seguir trabajando porque la mínima de 285 mil pesos no le alcanza para vivir. Luego de una pregunta acerca de la solidaridad de los argentinos en momentos difíciles, la señora contestó:
“El sistema que aplican en esta ideología apunta al individualismo, y la realidad es que hemos tenido muestras por demás a lo largo de nuestra historia, de que el individualismo no nos conduce a nada bueno. El ‘sálvese quien pueda’ termina en sálvense los pocos de siempre. Lamentablemente es lo que vemos en el mundo. La riqueza concentrada cada vez en menos manos, y cada vez más pobres, más sufrientes y adolecentes de cantidad de necesidades básicas… El que la quiera ver que la vea, y el que no la quiere ver que no nos embarque a todos los demás en las consecuencias. Vivimos en comunidad, la solidaridad es fundamental. Una de las cuestiones a la que más apuntan es a romper el tejido social, socavar desde lo más básico las redes sociales, se tiran mensajes en contra de la ayuda, de la colaboración. No se distribuyen alimentos en los comedores ‘porque hay corruptos’. ¡Por favor! Los pibes se están muriendo de hambre… No les importa nada, van con el objetivo determinado, que no es el de Milei, es el del poder real. Tengo 67 años, he pasado muchas, es cuestión de contrastar los datos de la realidad con la historia”.
Efectivamente, el testimonio se une con la realidad y la historia de lucha de nuestros jubilados. No somos cualquier pueblo, por estas tierras pasó Norma Plá, que casualmente en algunos días cumpliría años.
El asunto de las jubilaciones ataca de lleno en la estructura de cualquier familia y por lo tanto de toda la comunidad.
Cuando hablamos de trabajadores hacemos referencia tanto a los que trabajan activamente, como a los pasivos, que si bien trabajaron toda su vida, llegaron a una edad en la que hace complicado para la salud continuar prestando tareas.
En los sistemas previsionales como el nuestro, de reparto o solidarios, quienes trabajan activamente aportan parte de su salario para sostener las jubilaciones y pensiones de quienes hoy no pueden hacerlo.
La solidaridad en la comunidad es una base fundamental para el entendimiento humano, pacífico y armonioso. Sin embargo, el principal atributo de una sociedad solidaria es contar con la verdad histórica, en tanto es la única forma de resolver el problema planteado entre los seres humanos.
Cuando los sistemas promueven la competencia y el individualismo entre quienes pueden y quienes no, acaban por destruir la vida de todos, nadie se salva.
Empezando por nosotros, el pueblo, cualquier trabajador adulto o con familia a cargo no sólo debe contemplar los gastos de supervivencia de su persona y de sus hijos, sino también de sus padres, suegros o abuelos, que por las 300 lucas que cobran no llegan ni a cubrir un alquiler.
El drama de las jubilaciones de miseria alerta sobre las propuestas de quienes querían permitir que cada uno pudiese elegir disponer de sus aportes jubilatorios. En el fondo, si se desfinancia el sistema previsional, los que se joden son todos aquellos que lo financian, es decir, los trabajadores, que hasta el día que se jubilen van a tener que bancar a sus propios abuelos.
Sin embargo, también está el drama de los autodenominados «ricos», esos que están cada vez más devaluados frente al puñadito de megamillonarios que tienen la mitad de la riqueza mundial. El sueño del millón ya no significa nada y la podredumbre de una sociedad desigual termina por dejarlo desolado entre consumos superfluos que sólo aletargan un final de insatisfacciones constantes.
En esta conversación icónica entre Militina y Lulú, dos obreros torneros que se involucran en reclamos gremiales, la cual se da en un manicomio público, se logra ilustrar el drama. La película es un clásico y se llama “La Clase obrera va al paraíso”.
«¿Los ves? [Militina le señala al resto de los pacientes] Mira a todos esos. Esos eran obreros, campesinos, peones, albañiles, policías, empleados del estado, entrenadores, contadores, ujieres, choferes, obreros de primera, de segunda, de tercera categoría, también de sexta, octava, decimosexta. A los locos ricos no los tienen acá, no, no… Ellos están escondidos en las clínicas privadas. Es la manera, ¿entendés? Ahh, si los pobres supieran que también los ricos se vuelven locos. Los verías llorar, ¿no?. Es el dinero, comienza todo ahí. Nosotros formamos parte del mismo ambiente. Amos y esclavos del mismo asunto: el dinero, el sueldo. Nosotros nos enloquecemos porque tenemos poco, y ellos los ricos porque tienen mucho. Y así, en este infierno, en este planeta, lleno de hospitales, manicomios, cementerios, fábricas, de cárceles, de colectivos, el cerebro, poco a poco, se nos escapa».
La injusticia sobre los ancianos y sobre los pibes destruye el seno de las familias argentinas, personas que se crían o se despiden de este mundo sintiendo que son una carga, familias que se conciben o descartan por razones materiales más que por el amor que nos hace libres.
Este año nos sorprendió con varios casos de jubilados que se quitaron la vida, aunque ya desde los aislamientos dictados en 2020 la tasa informada por el Ministerio de Seguridad aumentó en forma ininterrumpida.
Cuidar a los mayores y a los más chicos es la principal urgencia de toda comunidad en tiempos de crisis, guerras y catástrofes. Si el país fue estafado y quebrantado durante tantos años, no se explica cómo son los sectores que más desprotegidos están.
Hablábamos hace semanas atrás sobre el drama de la miseria en los pibes, de 3 menores, uno no alcanza a alimentarse y el otro no llega a cubrir necesidades básicas.
El otro extremo del descarte social que hace rato presenciamos es el de los mayores. En agosto de 2022 los jubilados cobraron poco menos de 300 mil pesos incluyendo el bono extraordinario de 70 mil.
Las jubilaciones mínimas de este mes tendrán un poder de compra de 31% menos que septiembre de 2017. Peor es el caso de las jubilaciones promedio, que son de 550 mil pesos y tienen un poder de compra de la mitad de lo que era hace 7 años.
El robo de este último año fue monumental, si se suma el dinero no actualizado sólo de la inflación, es decir, acumulando la pérdida que hubo en los años anteriores, los jubilados dejaron de cobrar en 6 meses 1 millón de pesos cada uno.
La venta del superávit cuesta mucho en términos humanos y sociales, y sin embargo es un dibujo que sólo patea deudas para delante, desconociendo la Constitución Nacional y la obligación de pagar haberes jubilatorios que se actualicen, por lo menos, según el costo de vida y el poder adquisitivo del salario.
Lejos de alivianar la carga del fisco mediante la captura de grandes rentas extraordinarias de la Pampa Húmeda, se optó por dejar de actualizar las jubilaciones y comenzar una deuda monumental con millones de trabajadores pasivos que aportaron toda su vida.
El argumento no confeso es criminal, en tanto se apuesta por una política fiscal vegetativa, jugando con la edad avanzada de muchos compatriotas que no pueden defenderse, al mismo tiempo que los niños crecen en hogares sin trabajo, barrios sin fábricas, y escuelas o clubes convertidos en grandes comedores.
La semana tuvo como noticia el cumplimiento de una promesa, vetar el aumento para los jubilados que el Senado de la Nación había aprobado.
El derrotero de las jubilaciones tiene larga data. Después del Fallo Badaro en 2008, la política previsional optó por una fórmula que contemplaba no sólo la variación salarial, sino también la recaudación fiscal. En tiempos de desarrollo, era justo que el haber jubilatorio acompañara la recuperación de poder adquisitivo y absorbiera el crecimiento de la economía.
Una vez comenzado el ciclo de especulación y renta de 2014, las sucesivas devaluaciones destruyeron el poder adquisitivo de los salarios y empobrecieron la economía nacional.
En 2017, bajo la promesa del fin de la inflación y la estabilidad, se aprobaba una reforma jubilatoria que preveía aumentos según un índice que a la vez de acompañar la variación salarial, contemplaba principalmente la evolución del índice de precios al consumidor (30/70). Si bien se achicaba la posibilidad de redistribuir el ingreso nacional en favor de los jubilados, el futuro de crisis y mayores devaluaciones dejaba un pequeño corsé de protección para los haberes.
El problema llegó en 2019, al asumir el nuevo gobierno, que con aires de socialdemocracia de grandes intenciones, mandó a modificar la fórmula jubilatoria y restituyó aquella que contemplaba los ingresos fiscales, encima con un tope de aumentos. Los posteriores periodos de sucesivas devaluaciones e inflación elevada terminaron por destruir los haberes de los adultos mayores.
Una vez comenzado el experimento anarcocapitalista, la Ley Bases promovió una fórmula jubilatoria que sólo contempla la evolución de precios, aunque con base de cálculo a partir de junio, con lo cual le comían a los jubilados toda la pérdida de poder adquisitivo anterior. Al mismo tiempo, con la promesa de derribar la inflación a menos del 2% mensual, las jubilaciones mirarán por la televisión cualquier tipo de recuperación económica futura.
El Congreso de la Nación votó la semana pasada una fórmula que preveía una evolución por inflación, más una suba adicional anual condicionada a cuando los salarios crecían por arriba del índice de precios, es decir, cuando existía una recuperación de poder de compra real, más un refuerzo para recuperar la pérdida del primer semestre de este año.
Frente a la posibilidad de colaborar en una situación que ya es dramática para millones de familias, desde la Presidencia se optó por vetar la ley y apostar a los futuros litigios judiciales de los valientes sobrevivientes.
5 | Orión en cielo argento
La dedicación patriótica de nuestras Fuerzas en la custodia del Atlántico Sur recibió esta semana un respaldo material con la llegada del primero de los cuatro aviones Lockheed Martin P-3 Orion que adquirió la Armada Argentina.
El primer P-3 Orion ya está en la Base Aeronaval Almirante Zar, en la ciudad de Trelew. La compra realizada por el Estado Nacional a Noruega implica un avance en las capacidades de monitoreo y cobertura logística del territorio bicontinental argentino. Los P3 Orion se caracterizan por un alto nivel de alcance operativo, de más de 2.500 kilómetros con una autonomía de hasta 12 horas, lo cual permitirá cubrir gran parte del litoral marítimo, la plataforma continental y los espacios antárticos de nuestra Nación.
Además, estas aeronaves cuentan con la capacidad de despliegue operativo en todo tipo de climas, lo cual habilita a la Armada a realizar movimientos en cualquiera de nuestras bases antárticas, potenciando nuestra soberanía en el continente blanco.
Sin embargo, las nuevas capacidades que adquiere nuestra Armada no se limitan al plano logístico y de monitoreo, sino que se extienden a la capacidad de combate. Los P-3 Orion traen consigo la posibilidad de efectuar ataques contra blancos en superficie y también contra submarinos. Esto requerirá también nuevos adiestramientos y una mayor calificación de nuestras Fuerzas. La Escuadrilla Aeronaval de Exploración se prepara para la llegada de las 3 aeronaves restantes.
Como siempre, la adquisición de capacidades militares no desarrolladas en el país implica una decisión geopolítica. En el esquema actual, el alineamiento con el eje anglosajón se expresa en esta compra. Los P-3 Orion fueron pensados, inicialmente, para la marina yanqui. Antes de la compra por parte del Estado Argentino, se debió resolver una cuestión técnica y a la vez geopolítica, ya que el sistema de radar de estas aeronaves tienen un componente de estándar OTAN, lo cual requería de la aprobación de Estados Unidos.
A través del embajador yanqui Marc Stanley y de la ya conocida Laura Richardson, titular del Comando Sur estadounidense y vocera del interés de Washington por nuestros recursos naturales, se aprobó la incorporación de todos los componentes del sistema de radar para los P3 comprados por Argentina.
En el marco del vaciamiento nacional en términos políticos, económicos y culturales, nuestras Fuerzas reciben una pequeña parte de las capacidades desmanteladas desde la vuelta a la democracia, de cara a la disputa por el Atlántico Sur de las próximas décadas.