
En una noche gélida, las calles de Buenos Aires permanecían en silencio, mientras algunos ojos criollos disfrutaban del sueño. En medio de la calma, ocurrió lo que se había intentado evitar: el golpe de estado del 24 de marzo de 1976.
En la fecha indicada, las Fuerzas Armadas destituyeron al gobierno de Isabel María Estela Martínez de Perón, marcando el inicio de un periodo caracterizado por la brutalidad y la devastación autóctona. Pues a raíz de este suceso ha llevado a que, hasta la actualidad, se discuta escasamente sobre los antecedentes que condujeron a la decisión golpista.
Desde ocultamientos hasta calumnias canallescas, impartidas por los profetizadores de la intelligentzia cultural, correctamente definida por Arturo Jauretche en su obra “Los profetas del odio y la yapa. La colonización pedagógica”, ha impedido saber los verdaderos hechos, o, del modo que se dice popularmente, no se logró conocer «la verdad de la milanesa».
Por ello, es esencial realizar una revisión historiográfica, con el fin de entender y desentrañar los sucesos que tuvieron lugar en el país viviente, explicado por Julio Meinvielle en “Concepción Católica de la política”: “En cambio, el país viviente (…) son las tradiciones, la originalidad, la resistencia del espíritu. Allí están las fuerzas de la salvación. Y están en el mismo pueblo” (2023; 115).
Judas está en la traición
Se ha sostenido una alusión, y aún continúa, que en la gestión peronista del año 1974 existió un «vacío de poder», sugiriendo un estado de «desgobierno». Sin embargo, los acontecimientos evidencian lo contrario, ya que la gobernante ejerció su mandato, aunque en un contexto de aislamiento provocado por diversos actores.
Es importante señalar que el abandono se originó con un grupo de diputados conocido con el nombre de «Grupo de Trabajo», que incluía a Luis Sobrino Aranda, Julio Bárbaro y Nilda Garré, entre otros, algunos de los cuales habían estado vinculados hace algunos años a la Masonería. Tal grupo conspirativo obstaculizaba el funcionamiento de la Cámara de Diputados mediante sus omisiones, impidiendo el quórum necesario para la aprobación de leyes. Además de esto, en agosto de 1975, también realizaron amenazas de manera pública, como la advertencia de presentar un proyecto destinado a convocar una Asamblea Legislativa con el propósito de destituir a Isabel.
Luego, Ítalo Luder desempeñó un papel crucial en ese momento histórico y en el proceso de desmantelamiento del gobierno. Su accionar comenzó al asumir el mandato como presidente del Senado el 11 de julio del año ya señalado. Ese mismo día, de manera inmediata, aprovechó la oportunidad y promulgó la Ley de Acefalía N° 20.972/75, con el deseo de facilitar la sucesión presidencial en el país.
En el libro de Diego Mazzieri, «Isabel María Estela Martínez por siempre de Perón», se destaca el testimonio del Dr. Labake sobre aquella coyuntura: «El candidato de Isabel para presidir el Senado era Humberto Martiarena, un jujeño que había demostrado su lealtad a Perón y a su esposa en múltiples ocasiones. Recuerdo que, durante el exilio del General en España, Martiarena se presentó en Jujuy con un partido provincial neoperonista en medio de la confusión sobre las elecciones de gobernadores. Ganó ampliamente, pero el General decidió no asumir las gobernaciones, renunciando a triunfos en provincias donde habíamos tenido éxito, una decisión extremadamente difícil para cualquier gobernador, no solo por el significado del renunciamiento, sino también por la complejidad de convencer a sus seguidores de abstenerse de asumir el gobierno legítimamente obtenido» (2023; 380).
Ante la tentativa de destitución, la dama por cadena nacional dejó en descubierto estas traiciones, diciendo lo siguiente: “Compañeros, yo cumpliré mi misión. Cansarme no me van a cansar. A mí me podrán sacar, pero muerta. Deberán sentarse para esperarme los que crean que yo voy a renunciar. Yo voy a tomar dos medidas que quiero comunicarles, a fin de superar la actual situación: en primer lugar, disponer la inmediata reorganización del Partido Justicialista y les advierto que he decidido llamar a movilización a todas las mujeres del país. En segundo lugar, ya para asegurar la continuidad del Estado nacional, enviar al Congreso un proyecto de ley de acefalía. Y entonces les pregunto: ¿soy o no soy la Jefa del Movimiento? ¿Soy o no soy la Jefe de la Nación? (…)
Hasta los guitarreros que están en la traición me vienen a abrazar y a jurarme lealtad y no les puedo dar una trompada porque soy una mujer y aunque me lamente de no ser un hombre me consuela lo que mi marido me decía: No te preocupes Isabelita, que yo soy hombre y sin embargo también que abrazar a estos sinvergüenzas”
Al examinar la trayectoria política de Luder, se revela que ha sido candidato a diputado por la Unión Cívica Radical en las elecciones de febrero de 1946, cuando dicha agrupación formaba parte de la Unión Democrática. Incluyendo que, en representación de la Federación Universitaria Argentina, otorgó el título de doctor honoris causa al embajador Spruille Braden.
Entonces, el 13 de septiembre del mismo año, Isabelita se tomó una temporada de descanso por temas de salud sin abandonar su magistratura presidencial, trasladándose a Córdoba, Ascochinga. En su discurso de despedida dijo lo siguiente: “Estoy muy emocionada por el cariño… pero que me voy a descansar, simplemente. El gobierno queda en manos buenas (…) esto es nada más que una pequeña despedida para poder descansar porque este año ha sido muy fuerte y muy duro para cualquier ser humano, sea hombre o mujer (…). Qué más puedo decirles, sino que, hasta muy prontito, si Dios quiere en que vendré pronto con renovados bríos y con unos kilos de más, en lo posible”.
En aquel periodo de reposo, estuvo acompañada por Norma Bailo, su enfermera personal, también por Alicia Raquel Hartridge de Videla, Delia Vieyra de Massera y Lia González de Fautario, quienes eran las esposas de los comandantes generales de las Fuerzas Armadas. Por lo tanto, en los principales despachos del poder comenzó a circular la noticia sobre la posible renuncia, sugiriendo que no regresará tras su visita a la serranía cordobesa.
En dicho marco, es crucial señalar lo que Julio Gonzales presentó en su obra “M-76”, que, a través del Decreto N° 2.523, se contrajo 200 millones de dólares en bonos externos provenientes de Inglaterra, los cuales se descontarían en un banco inglés con una tasa de interés variable similar a la de los eurodólares. Ese acontecimiento plantea la pregunta sobre quién dio luz verde a tal transacción; la respuesta recae en Cafiero y Luder.
Pero las acciones de Ítalo no cesaron, pues días después desde el Senado se firmaron los Decretos 2.770, 2.771, y 2.772, creando un Consejo de Seguridad Interior y extendiendo a todo el país la decisión de aniquilar el accionar de los «elementos subversivos» en el marco del Operativo Independencia en la provincia de Tucumán.
Dicho lo cual, es necesario leer lo que expresaba el Decreto 2.772, donde se dispone la ejecución de lo señalado:
“El Poder Ejecutivo Nacional. Buenos Aires, 6 octubre 1975.
VISTO los Decretos 2.770 y 2.771 del día de la fecha, y la necesidad de reglar la intervención de las Fuerzas Armadas en la ejecución de operaciones militares y de seguridad, a efectos de aniquilar el accionar de los elementos subversivos en todo el territorio del país.
EL PRESIDENTE PROVISORIO DEL SENADO DE LA NACIÓN
EN EJERCICIO DEL PODER EJECUTIVO
EN ACUERDO GENERAL DE MINISTROS
DECRETA:
Artículo 1º: Las Fuerzas Armadas bajo el Comando Superior del presidente de la Nación que será ejercido a través del Consejo de Defensa, procederán a ejecutar las operaciones militares y de seguridad que sean necesarias a efectos de aniquilar el accionar de los elementos subversivos en todo el territorio del país.
Artículo 2º: El Ministerio de Economía proveerá los fondos necesarios para el cumplimiento del presente decreto.
Artículo 3º: Comuníquese, publíquese, dése a la Dirección Nacional del Registro Oficial y archívese.
Doctor Ítalo Argentino Luder – Doctor Carlos Ruckauf – Doctor Ángel Federico Robledo – Doctor Antonio Cafiero – Doctor Tomás S. E. Vottero – Carlos Alberto Emery – Doctor Manuel G.L. Aráuz Castex.”[1]
Por último, en una entrevista realizada en 1995, afirmó que “si la señora de Perón hubiese renunciado, se hubiese llamado a elecciones para presidente y vicepresidente de la República Argentina, y si hubiera creado una expectativa institucional que hubiera desarmado las maniobras golpistas”.[2]
En tal situación turbulenta y crítica, los diputados del MID rompieron el bloque del FREJULI, por otro lado, Casildo Herreras, líder de la CGT, quien antes del golpe supo lo que iba a ocurrir, huyó a Montevideo, comunicando su famosa frase: “Yo me borré”. Además de esto, los empresarios que formaron parte del “Pacto Social” decidieron abandonarlo para establecer la “Asamblea Permanente de Entidades Gremiales Empresarias”, conformada por las tradicionales cámaras patronales como la Sociedad Rural Argentina, Cámara Argentina de Comercio, Cámara Argentina de la Construcción, Cámara de Sociedades Anónimas, Confederaciones Rurales Argentinas, Unión Comercial Argentina y varios agrupamientos menores del interior del país. Ellos mismos fueron los gestores del conocido paro empresarial del 16 de febrero de 1976.
En referencia al grupo económico empresarial, existe un estudio llamado “La Asamblea Permanente de Entidades Gremiales Empresarias: de la oposición a la administración de la dama de Perón al plan económico y sindical del Proceso”. En él, se puede leer lo siguiente: “Las referencias que existen sobre APEGE en trabajos académicos, de divulgación y notas periodísticas, la presentan como una entidad de ideología liberal, representante de la cúpula empresarial dominante, integrada por la gran burguesía financiera, industrial y terrateniente que realizó el lock out con el objetivo de propiciar un golpe de Estado para impulsar un programa socioeconómico de las mismas características que el implementado por José Alfredo Martínez de Hoz a partir de la última dictadura cívico-militar” (2; 2018).
Es de suma importancia incluir en el análisis que la UCR, el MID nuevamente, el partido Bloquista, la Democracia Cristiana y el Partido Comunista y las organizaciones de izquierda de toda corriente política pedían a gritos la destitución de ella. Esto se puede apreciar en el libro “La república sin ley” de Deheza José: “La convocatoria urgente de una Asamblea Legislativa para que se avoque el análisis de la grave emergencia que vive el país, para realizar una evaluación de la coyuntura histórica (…) sea constitucional o no” (1995; 118).
Pero los intentos golpistas no cesaron; el lector debe tener en cuenta que, en la madrugada del 3 de noviembre de 1975, fue internada en el sanatorio “La pequeña Compañía de María” por un dolor vesicular renal y otras cuestiones en su salud. De manera que ciertos individuos ya anticipaban la oportunidad de afianzar su control, lo que llevó al ministro del Interior, Ángel Robledo, a difundir la información de que la dama dejaría su puesto.[3]
Aun así, el libro “¿Quiénes derrocaron a Isabel Perón?”, de José Deheza, revela cómo Nicasio Sánchez Toranzo, presidente de la Cámara de Diputados, se presentó ante el público con el propósito de desmentir estos rumores: “Es falso, totalmente falso. La presidente significa la legitimidad, tiene la suficiente responsabilidad para adoptar la decisión más conveniente para el país. Es el poder legal que ejerce en virtud de un veredicto popular inobjetable. A mi entender no existe ninguna razón valedera para su alejamiento voluntario que no se puede concebir no aceptar. Estamos frente a la agudización de los ataques extremistas y de los consorcios multinacionales que se ven afectados en sus intereses: por tanto, tratan de forzar los acontecimientos para conseguir propósitos políticos” (1981; 110).
Los legisladores nacionales Carlos Palacio Deheza, representante de Córdoba, Luis Sobrino Aranda, de Santa Fe, y Carlos Farios, de Buenos Aires, pidieron la implementación del artículo 45 de la Constitución Nacional, por el simple hecho de llevar a cabo un juicio político con la intención de su destitución. Tal propuesta recibió el respaldo de las Fuerzas Armadas, que argumentaron que se trataba de un asunto de «profesionalismo militar».[4]
Tras varios días sin noticias de la dama, el 6 de noviembre la comunidad argenta se encontraba inmersa en una confusión. Se rumoreaba sobre un posible golpe de estado liderado por Julio González, la destitución de los altos mandos de las Fuerzas Armadas, las dimisiones de los ministros Ángel Federico Robledo y Tomás Vottero, e igual que un posible cierre del Congreso y la intervención en varias provincias.
Ante la incertidumbre, se comunicó que la mandataria mostraba signos de mejoría. Acto seguido, había grabado un mensaje dirigido a su pueblo, el cual era fundamental difundir a través de la televisión. El discurso fue emitido a la medianoche, momento en el que la población pudo escucharlo: “No he dimitido ni tengo intención de hacerlo«. Luego le comunicó a la dirigencia política: «No he pedido una licencia, ni tengo planes de hacerlo. Estoy ejerciendo plenamente mis funciones presidenciales con un claro entendimiento de los acontecimientos actuales y de las acciones gubernamentales que habitualmente realizo (…) el país enfrenta una agresión tanto interna como externa, manifestada a través del terrorismo mediático y de rumores calumniosos.»
Ítalo Luder entre Jorge Rafael Videla y el periodista Sergio Villarruel.
Título de tapa de la revista “Cuestionario”
Julio Bárbaro, Julio Piumato y en medio Juan Manuel Casella en una reunión de la Masonería.
Boleta electoral de 1973 con la candidatura de Luder al Senado
Anuncio oficial en agosto de 1975 del presidente del Senado, Italo Luder, y a la presidente María Estela Martínez de Perón.
Isabel de Perón e Ítalo Luder, quien la reemplazó transitoriamente. Foto Archivo; La Voz
Las fuerzas armadas, el “Capellinazo” y la vuelta del Cristo Vence:
Ahora es momento de abordar el papel de las Fuerzas Armadas en la destitución presidencial. En 1975, estas se distanciaron de la gobernante, en un contexto caracterizado por la lucha contra la guerrilla de la izquierda montonera y marxista. Al mismo tiempo, en un periodo que estuvo acompañado de una crisis socioeconómica, durante el cual, desde el 1 de julio de 1974, fecha en que Isabelita asumió la presidencia, hasta el 24 de marzo de 1976, varios ministros de Economía ocuparon el cargo, incluyendo a José Ber Gelbard, Alfredo Gómez Morales, Celestino Rodrigo, Pedro Bonani, Antonio Cafiero y, finalmente, Emilio Mondelli, pero en cierta medida, tales problemáticas se fueron solucionando.
Dicho lo cual, Jorge Rafael Videla sustituyó al general Alberto Numa Laplane en el cargo de jefe del Ejército argentino el 27 de agosto de 1975, echando a los pocos militares peronistas que quedaban. Por otra parte, Eduardo Emilio Massera había tomado posesión como comandante en jefe de la Armada el 6 de diciembre de 1973.
Así que la Armada empezó a planificar a fines de octubre o principios de noviembre de 1975 cómo tenía que ser el próximo proceso gubernamental militar. En el libro “El almirante de Cero” de Claudio Uriarte, se puede leer una confesión dicha por el almirante Horacio Zaratiegui, segundo jefe del Primer Cuerpo. En donde sostuvo que la Armada comenzó a redactar un estatuto que constituía una serie de limitaciones: por ejemplo, que ningún comandante en jefe podía durar más de tres años en el cargo. Además, establecían el objetivo de crear una Junta Militar por encima de la autoridad presidencial que debía cumplir las órdenes de la Junta. Luego pusieron en marcha la planificación del “Operativo Aries” (nombre que sugirió el Ejército) y se elaboraron las carpetas del “gabinete en las sombras”.
Un mes después, el 17 de diciembre de 1975, en respuesta a la crisis que se vivía, la jefatura nacional optó por adelantar las elecciones generales, programándolas a mediados de octubre de 1976. A pesar de ello, el 18 de diciembre de 1975 se produjo una insurrección en la Fuerza Aérea de Morón.
Un grupo de la aviación, liderado por el brigadier mayor Orlando Jesús Capellini, de ideología nacionalista católica y lonardista, exigió el retiro del brigadier general Héctor Fautario y la dimisión de María Estela Martínez.
Capellini reunió en ese lugar al Ejército, liderado por Jorge Rafael Videla, y a la Armada, con la finalidad de organizar la destitución. En aquella reunión, el brigadier diseñó el «Operativo Cóndor Azul», que resultó en la captura de Fautario, uno de los escasos generales leales a la líder que se opuso con firmeza a los intentos golpistas.[5]
Tras su captura, se lo trasladó al Taller Regional Quilmes, donde lo recluyeron en una habitación sin vigilancia. En un entorno desprotegido, logró escapar y directamente fue a buscar ayuda. Con la asistencia de un oficial del ejército, se dirigió al edificio Cóndor, sede del jefe del Estado Mayor General de la Fuerza Aérea Argentina, encontrándose con el ministro de Defensa, Tomás Vottero, quien había llegado con la finalidad de nombrar a Orlando Ramón Agosti como comandante de la Fuerza Aérea. En el transcurso del encuentro, se generó una discusión en la que el ministro reveló al general Fautario que un golpe ya estaba en marcha.[6]
Sin importar las consecuencias, el brigadier partió rápidamente hacia Olivos a intentar hablar con la presidente, pero no lo recibió. En medio de tanta tensión, le envió entonces un mensaje a través del edecán de la Aeronáutica: “Cuídese, Señora, porque a usted la van a echar en marzo.”
Ya destituido, se había logrado el primer objetivo; aunque el segundo aún debía cumplirse, el mismo implicaba la renuncia de la mandataria y la satisfacción de la demanda de ese grupo de militares, quienes solicitaban que el general Videla asumiera la presidencia, argumentando que «el proceso estaba agotado«. Tal pronunciamiento se prolongó durante cinco días, tiempo en el cual varios aviones, exhibiendo la cruz y la «V», sobrevolaban la Plaza de Mayo y sus respectivos edificios.
En ese día, la Plaza de Mayo se encontraba abarrotada de personas que respaldaban a Isabel, mientras los periodistas se situaban en la entrada de la Casa Rosada y los aviones sobrevolaban, generando un ambiente de tensión. En ese momento, Lorenzo Miguel, representante de las 62 organizaciones, se dirigió a los reporteros y logró expresar: “Esta situación no está nada bien. Hay un sector de la aeronáutica que está pidiendo la renuncia de la señora presidente, cosa que no lo vamos a tolerar”[7]
Luego, el sábado 20 se convirtió en el día más decisivo. A las 15 horas, aviones leales peronistas lanzaron una bomba sobre la base de Morón con la meta de someter a los sublevados. La explosión ocurrió en un área arbolada, sin causar daños a personas ni a bienes materiales. Empero, el accionar provocó la ira de los sublevados, quienes se dispusieron a atacar la Casa Rosada.
Carlos Ruckauf, en su calidad de ministro de Trabajo, describió ese acontecimiento con gran precisión. Se recomienda que, al leer la cita textual, es fundamental imaginarse la situación para comprender profundamente la narrativa histórica: “Esa tarde estábamos con la Presidente varios ministros, Antonio Cafiero, Federico Robledo, Tomás Vottero, creo que Lorenzo Miguel y algunos más. Se acerca el edecán militar con el teléfono diciendo que hablaba Cappellini. Isabel me miró y dijo: ‘Atiéndalo usted, dígale que esta Presidente no acepta amenazas, ni presiones y que, si quieren bombardear que lo hagan nomas, de acá me van a sacar muerta’. Yo agarre el teléfono y la verdad, no recuerdo bien qué dije, entre el milico que gritaba que iba a bombardear e Isabel que gritaba muy enojada, sé que repetí el mensaje de ella y colgué”.[8]
La firmeza y lealtad ante otro intento de golpe fueron adecuadamente retratadas por María Sáenz Quesada en su obra «La primera Presidente». “Remite a la historia de Isabelita cuando en Panamá (en 1956) se temió que un comando gorila asesinara a Perón, ella tomó un arma, aunque no supiera manejarla, y se mantuvo firme junto al General. También ahora defendía con firmeza el lugar que ocupaba, el llamado sillón de Rivadavia, símbolo del poder presidencial y del legado intransferible de su esposo. (…) Esa prueba de entereza, cualidad sin duda indispensable en el liderazgo, sorprende en la misma mujer que un mes antes se había internado en una clínica enflaquecida y doliente”.
Fueron momentos decisivos y tumultuosos; no obstante, la señora del justicialismo mantuvo su autoridad, permaneciendo leal al pueblo que la eligió, y de igual manera a las enseñanzas y el legado de su compañero Juan Domingo Perón.
Logrando evitar el derrocamiento, Diego Mazzieri, en su obra ya citada, afirma que el 23 de diciembre “en horas vespertinas doscientos jóvenes del ERP atacaron el Batallón de Depósitos de Arsenales; Domingo Viejobueno, siendo derrotados por el Ejército que fue expeditamente prevenido por sectores de la inteligencia” (2023; 468).
La cronología del golpe militar
De la forma que se explicó, en tierras argentinas, se atravesaban momentos críticos, y aunque se evitó el derrocamiento fundado por el «Capellinazo», tal evento es considerado un primer indicio de lo que ocurrió en marzo de 1976.
La Junta Militar ya se había establecido, con Jorge Rafael Videla al mando del Ejército argentino, Eduardo Emilio Massera en la Armada y Orlando Ramón Agosti designado comandante general de la Fuerza Aérea Argentina. La decisión de Agosti se tomó por la idea de pacificar el conflicto existente entre las Fuerzas Armadas y el gobierno, en calidad de prevenir cualquier enfrentamiento interno entre los militares.
Uno de los propósitos gubernamentales consistía en lograr la unidad con el fin de fomentar una concordancia nacional. Pese a lo cual, los tres militares previamente mencionados se presentaron en conjunto el 24 de diciembre, momento en el cual otorgaron un plazo de 90 días a la gobernación constitucional con miras a que realizara cambios en su dirección, sin tener en cuenta que las elecciones presidenciales se habían adelantado de cara a octubre de 1976.[9]
Más tarde, Videla en la Nochebuena de 1975 desde Tucumana fimo: “El ejército argentino, con el justo derecho que le concede la cuota de sangre generosamente derramada por sus generosos hijos, héroes y mártires, reclama con angustia, pero también con firmeza, una inmediata toma de conciencia para definir posiciones. La inmoralidad y la corrupción deben ser adecuadamente sancionadas. La especulación política, económica e ideológica deben dejar de ser medios utilizados por grupos de aventureros para lograr sus fines. El orden y la seguridad de los argentinos deben vencer el desorden y la inseguridad” (Diego Mazzieri; 381).
Transcurrieron varios días hasta que llegó la tarde del 5 de enero de 1976, momento en el que se realizó una reunión en la Quinta de Olivos entre la líder y los tres comandantes en jefe. La mujer, en solitario, se sentó a confrontar y debatir con ellos; durante el encuentro, se produjeron insultos, amenazas y gritos por parte de todos los asistentes.[10]
Los tres hombres presentaron un memorándum titulado “Operativo Aries”, elaborado por el general Miguel Mallea Gil, quien participaba en la planificación del golpe de estado. Según el periodista Alberto Amato, Mallea reveló en 1999 que el reverso del documento contenía demandas inaceptables hacia cualquier líder: “Existieron dos memorándums. El primero fue rechazado por Isabel a través de De la Plaza y estipulaba, entre otras cosas, que, si no se erradicaba el sindicalismo, se limitaba el libertinaje político y se implementaban reformas económicas, debía renunciar y ceder el cargo a un civil, Luder, o a un militar retirado, con nuestra aprobación”.
Aquí se enfrentó una vez más a un ultimátum de renuncia, pero aquella mujer, de estatura pequeña, pero portadora de una gran fortaleza espiritual y una sólida formación política, se mantuvo firme en su decisión de no dimitir. En medio de la crisis, marcada por las muertes provocadas por la violencia de la guerrilla, las luchas internas, los ataques militares contra su mando y la necesidad de resolver la crisis económica, su determinación se volvió aún más sólida.
Después de aquel acontecimiento, sintiéndose frustrados y enojados, regresaron a sus bases militares a continuar planeando la siguiente acción destinada a la destitución. Días después, la futura administración dictatorial definió los detalles de su proyecto y designó a José Alfredo Martínez de Hoz, jefe de Acindar, con el propósito de que se encargara de elaborar el plan económico que llevarían adelante.
El 16 de enero, los líderes sindicales Casildo Herreras y Lorenzo Miguel se congregaron en Mar del Plata en pro de analizar la situación actual. En el encuentro, Casildo advirtió que «si permanecemos como meros observadores y abandonamos el centro del escenario, cualquier otro lo ocupará«.
En ese mismo día, se realizaron cambios ministeriales, pues Ángel Robledo fue sustituido por Roberto Ares en el Ministerio del Interior, mientras que Ricardo Guardo asumió el cargo en Defensa Nacional. Alberto Deheza fue designado en el Ministerio de Justicia y Quijano para la Cancillería. Pedro Arrighi permaneció en Educación, Antonio Cafiero continuó en Economía y Carlos Federico Ruckauf en el Ministerio de Trabajo.[11]
Los medios de comunicación ya influían en el imaginario social de la población, lo cual se evidencia en la afirmación del medio de comunicación «Última Clave» en su entrega del 29 de enero, donde se indicó: «Rara vez en la historia política argentina se ha observado una convicción tan extendida entre la opinión pública, sin distinción de ideologías: este gobierno no logrará completar su mandato«.
Fue entonces que comenzó el mes de febrero, conformando los días que presagiaron el final. El miércoles 4, Emilio Mondelli asumió la responsabilidad de ser el nuevo ministro de Economía, mientras que Miguel Unamuno tomó posesión en el ministerio de Trabajo, reemplazando a Carlos Ruckauf.
Después del día 10, tuvo lugar una reunión secreta que nunca se menciona en la actualidad. En aquel encuentro, el teniente general Jorge Rafael Videla se reunió con el líder radical Ricardo Balbín en la residencia del periodista Alberto Jesús “Piqui” Gabrielli, ubicada en la calle Ombú 3054 de Barrio Parque, según narró el ex secretario de inteligencia Juan Bautista Tata Yofre.
En medio de la clandestinidad los dos sujetos dijeron lo siguiente:
“-Balbín: General, yo estoy más allá del bien y del mal. Me siento muy mal, estoy afligido. Esta situación no da más. ¿Van a hacer el golpe? ¿Sí o no? ¿Cuándo?
-Videla: Doctor, si usted quiere que le dé una fecha, un plan de gobierno, siento decepcionarlo porque no sé. No está definido. Ahora, si esto se derrumba pondremos la mano para que la pera no se estrelle contra el piso.
-Balbín: Si van a hacer lo que pienso que van a hacer, háganlo cuanto antes. Terminen con esta agonía. Ahora, general, no espere que salga a aplaudirlos. Por mi educación, mi militancia, no puedo aceptar un golpe de Estado.”[12]
Según Yofre, el Departamento 52 de la inteligencia checoslovaca contaba con un documento titulado “adjunto Argentina”, que contenía el siguiente mensaje: “Adjuntamos el informe: La preparación del golpe militar en Argentina”. Esto indica que la KGB conocía, con más de un mes de anticipación, la decisión de llevar a cabo un derrocamiento militar contra Isabel, y también señalaba una fecha del encuentro entre Videla y Balbín. Asimismo, la embajada estadounidense y el secretario de Estado Henry Kissinger fueron partícipes en el derrocamiento de la gestión peronista, aunque este aspecto será tratado en un artículo posterior.
En el acontecimiento histórico previamente mencionado, Massera se reunió en Mar del Plata con Casildo Herrera y Lorenzo Miguel. El militar les presentó una alternativa ineludible: si no la destituían, los golpistas tomarían la iniciativa. A pesar de las presiones ejercidas por Massera, los dos sindicalistas se mantuvieron firmes en su negativa.
En respuesta a aquella situación, el 18 de febrero, el general Otto Paladino amenazó a la presidente, afirmando que se llevaría a cabo una acción golpista, la cual podría evitarse si ella decidía renunciar. Sin embargo, su contestación fue un rotundo no. Deheza, en la obra nombrada “¿Quiénes derrocaron a Isabel Perón?”, describe esa determinación: “Procedan como prefieran, yo no renuncio aún que me fusilen, porque hacerlo es claudicar y traicionar el legado que me dejó Perón”.
Tras esa amenaza sin consecuencias, Isabel convocó al Consejo de Seguridad Interna para comunicar el siguiente mensaje: “En el día de la fecha he convocado a una reunión en el Consejo de seguridad Interna del Estado, que está integrado por los ocho ministros del poder Ejecutivo y los señores comandantes generales de las FF. AA, para tratar temas relacionados con la subversión armada. Previamente (…) debo decir ante versiones políticamente interesadas, que continuare el ejercicio del mandato que me ha conferido el pueblo de la Nación hasta la finalización del término fijado por la ley y lo haré porque casi lo impone una responsabilidad histórica e ineludible: el deber de evitar la dispersión de las fuerzas popular que, de no ser así, buscarían la defensa de sus conquistas en los cantos de sirena de la izquierda marxista. No me interesa la reelección, y en tal sentido no aceptare candidatura alguna para el próximo período constitucional. A mí solo me interesa la felicidad del pueblo argentino y su mejor futuro dentro de la ley y de las tradiciones cristianas. Antes de fin de año, en octubre, el pueblo será llamado a elegir sus autoridades, luego que el Congreso determine normas constitucionales a las que debe ajustarse la organización del Estado. He creído oportuno hacer conocer al pueblo de la República esta decisión, como un nuevo aporte a la conciliación de los argentinos” (Diego Mazzieri; 475).
El brigadier Héctor Fautario, en su carácter de comandante en jefe de la Fuerza Aérea, junto al presidente Juan Domingo Perón y a la vicepresidente Isabel de Peron.
Isabelita, Fautario y Massera.
Juan Domingo Perón y Emilio Massera
El general Albano Harguindeguy
Massera e Isabel dialogando y caminando
Isabel Perón comulgando en la capilla de Olivos
Informe soviético, de alta confidencialidad, sobre la entrevista Videla-Balbín
24 de marzo de 1976
Gradualmente, el lector se aproxima al desenlace trágico de esta narración. Fue entonces el 6 de marzo, en el Teatro Cervantes de la avenida Córdoba, que se llevó a cabo el Congreso Nacional del Partido Justicialista. En el transcurso del evento, la señora Estela Martínez de Perón fue elegida por aclamación para ser la máxima autoridad del partido. En esa ocasión, tuvo la oportunidad de expresar en su discurso lo siguiente: “Sé que algunos creen que no aprendí nada. Pero se equivocan. Los 20 años que estuve en Europa junto al conductor no los pasé mirando desfiles de moda… Yo no mando a nadie a la horca, se ahorcan solos. Si creen que no sé nada de lo que pasa en la calle y de los pillos que existen. Pero a ellos también les vamos a dar con el hacha. Si es necesario, me tendré que convertir en la mujer del látigo para defender los intereses de la patria… Yo seré la primera a la que le cortarán la cabeza. Pero después les cortarán la cabeza a los otros. Así que aquí nos tenemos que jugar todos. Si tuviera que destapar ollas no se podría andar por las calles…si no estuvieran aquí las cámaras de televisión podría seguir hablando de este tema. Estamos viviendo un tiempo de tempestuosas expectativas”.
Cuatro días después, el día 10, realizó uno de sus últimos discursos históricos en el Salón Felipe Vallese de la CGT a las 18:30: “Conviene que los argentinos sepamos que esto es definitorio; aquí no se juega el peronismo ni el antiperonismo. Lo que se debate es una Argentina moderna, productora, industrializada, con capacidad de trabajo y bienestar para 50 millones de habitantes; o bien la clásica Argentina postergada (…) Quieren destituir al gobierno para voltear las chimeneas que levantó Perón, para desindustrializar al país. Para que volvamos a ser lo que éramos hace 200 años, proveedores de materia prima, con prohibición industrial y de valor agregado” [13]
El día posterior, una «bomba vietnamita» de control remoto, colocada por Montoneros, detonó en un Citroën en el estacionamiento del Edificio Libertador; el fin principal fue asesinar a Jorge Videla. Por lo que el 16 de marzo Balbín, ahora preocupado por la situación nacional y sin cargo de conciencia por sus reuniones clandestinas, ante las cámaras de televisión exaltó: “Desde aquí invoco al conjunto nacional, para que en horas nomás exhibamos a la república un programa, una decisión, para que se deponga la soberbia cuando se trata de estas cosas. Lo digo desde arriba para abajo. No hay que andar con látigos, hay que andar con sentidos morales de la vida […] Algunos suponen que vengo a dar soluciones. No las tengo, pero las hay. Señoras y señores, pido disculpas, vienen de lo hondo de mí pensamiento estas palabras que pueden no tener sentido, pero tienen profundidad y sinceridad. No soy muy amante de los poetas, pero he seguido a un poeta de mí tierra: ‘Todos los incurables tienen cura, cinco minutos antes de la muerte…. desearía que los argentinos no empezáramos a contar ahora los últimos cinco minutos.”[14]
Los días transcurrieron, logrando la realización de una reunión multipartidaria el jueves 18 y viernes 19. En aquel encuentro participaron líderes del justicialismo, el radicalismo, algunos miembros del Partido Comunista, los Intransigentes, los militantes de la corriente Revolucionario Cristiano y socialistas populares. La intención de la reunión fue desarrollar un plan económico y social mediante una comisión legislativa; de todas formas, los economistas radicales Alfredo Concepción, Félix Elizalde y Enrique García Vázquez rechazaron la iniciativa, afirmando que «el radicalismo es y será una fuerza opositora, sin pactos, acuerdos palaciegos ni cogobiernos con el oficialismo«.
Al día siguiente, se reportó el asesinato de 16 individuos en diversas localidades de las provincias de Buenos Aires, Mendoza y Santa Fe, de acuerdo con la página 16 del diario «Clarín». En su edición del domingo 21, el mismo periódico señalaba que “la intensidad de la crisis originó una febril carrera contra el reloj.”
Fue entonces que llegó aquel día. A media tarde, Isabel tenía puesto un maquillaje impecable e irradiaba una gran sonrisa; además recibió las cartas credenciales del embajador sueco. Posteriormente, participó en un ágape en honor al cumpleaños de Beatriz Galán, quien fue la jefa de Asuntos Legales de la Presidencia de la Nación. Junto a los asistentes, celebró de manera animada, levantando copas y entonando el «feliz cumpleaños».
En compañía de ciertos dirigentes en la Casa Rosada, y tras haber disfrutado de un pollo con papas al horno y mousse de chocolate como postre, el helicóptero arribó con la intención de trasladarla a su destino. Desde la azotea, algunos integrantes de su seguridad y tres oficiales de granaderos le dieron la despedida. De ese modo, a las 0:50 del 24 de marzo, el helicóptero despegó en un intento de proseguir su trayecto. La acompañaban Julio González, su secretario personal; Rafael Luisi, encargado de la custodia; un joven oficial del Regimiento de Infantería l Patricios, el edecán de turno, teniente de fragata Antonio Diamante, y dos pilotos de la Fuerza Aérea.
En pleno vuelo, el piloto con mayor antigüedad le informó a la dama que la aeronave presentaba un fallo y que era necesario aterrizar en Aeroparque. Lo que sucedió después, lo relata correctamente Mazzieri: “Era la hora cero del día 24 de marzo. Isabel miró a la escena con extrañeza. Lami Dozo la saludo: Buen día señora, acompáñenos.
Isabel preguntó qué ocurría. Inmediatamente, el general Villareal le dijo: Usted ha cesado como presidente de la Nación, Señora, está detenida, acompáñenos.
Luisi, custodio de ella, metió su mano derecha del saco, trató de sacar una pistola calibre 45 que llevaba en una cartuchera especial, sujeta con un correaje, que le cruzaba el pecho y la espalda y gritó: ¡Esto es un atropello!
No tuvo tiempo de empuñar la pistola. “Guarde eso”, sentenció la presidente que al no renunciar jamás de iure no reuniría la calidad de expresidente. Luisi fue detenido, desarmado e incomunicado junto al Dr. Julio Carlos Gonzales.
Mientras caminaban hacia las oficinas del sector militar del Aeroparque, Isabel intentó hacer valer su condición de comandante en jefe. Villareal le dijo que no dificultara las cosas, frase pasible de diversas interpretaciones. Como la noche era bastante fría, uno de los tres interceptores ofreció a la Señora presidente su propia chaqueta, que Isabel rechazó como símbolo del concepto que le merecían y dirigiéndose especialmente al general Villareal, quizá recordando conversaciones anteriores le preguntó: ¿Qué explicación dará a sus nietos cuando estando entonces ya destruido el país, le pregunten qué es lo que hizo usted esta noche?” (2023; 402).
El Dr. Deheza narra que esa misma noche a la presidente se le propuso que, al presentar su renuncia, recibiría una venia calificada de ser un “derecho de opción”. De hecho, la renuncia ya estaba redactada; solo necesitaba su firma en interés de que renuncie y pueda irse a vivir una vida lujosa en España. Ante la propuesta corrupta, espuria y entreguista, ella respondió con firmeza: “No renuncio, aunque me maten”.
Como resultado de su respuesta, fue arrestada de inmediato y llevada a la residencia de «El Messidor», situada en la provincia de Neuquén, con la vestimenta que llevaba puesta. Así, Isabel María Estela Martínez, por siempre de Perón, se convirtió en la primera víctima de secuestro por la dictadura militar instaurada el 24 de marzo de 1976.
Tapa del diario Clarín, muertes por causa de Montoneros
Reflexión final
En el ámbito académico, se argumenta que es fundamental utilizar la «tercera persona» al redactar, a fin de que el texto mantenga su objetividad y sea lo menos personal posible, ya que se enfoca en los hechos y no en las opiniones. Aun así, en esta ocasión haré una excepción. Reconozco que he omitido diversas situaciones históricas que son relevantes para el evento que analizo, por ejemplo, la situación económica, el papel de los medios de comunicación, el conflicto real con las organizaciones de izquierda y Montoneros, o con la influencia de Estados Unidos e Inglaterra en la destitución, entre otros hechos. No obstante, estos temas serán tratados en profundidad en artículos futuros.
Como joven autor de mi amada patria, confío en que, la persona que leyó la presente publicación, tanto su cuerpo como su mente hayan experimentado una gama de emociones, ya sean positivas o negativas, que su imaginación haya visualizado las escenas que he descrito y que hayan sentido esa reacción de «piel de gallina».
A medida que escribía, emergían numerosas preguntas tanto racionales al igual que emocionales. Mi corazón experimentaba indignación, pero también una leve chispa de esperanza, pues en el momento que leía y lo transformaba por razones de compartirlo, me convencía de que lo ocurrido podría transformarse en algo mejor.
Sostengo que, desde hace tiempo, la partidocracia liberal ha proporcionado un sistema político corrompido, caracterizado por la mediocridad de muchos de sus líderes. Pero al examinar la historia, se hace evidente la necesidad de retomar las acciones de nuestros patriotas y del pueblo argentino que hicieron grande a nuestra comunidad, con el fin de restaurar la dignidad humana y recuperar lo que el Sumo Pontífice Pablo VI denominó «El continente de la esperanza».
En virtud de lo cual, continúo percibiendo que Isabelita representa un ejemplo de valentía y fidelidad en su existencia. Al igual que en una publicación anterior titulada “Isabel María Estela Martínez de Perón: Una vida de lealtad”, presentada en este mismo medio, reafirmo que su vida es un testimonio de lealtad.
Las acciones patrióticas, caracterizadas por la importancia de la formación política, la lealtad y la valentía, que han sido representadas por la señora de Perón, son una divisa fundamental en favor de llevar a cabo cualquier proyecto. Al escribir la presente reflexión, se me viene a la mente lo que dijo José Antonio Primo de Rivera: “La Patria es aquello que, en el mundo, configuró una empresa colectiva. Sin empresa no hay Patria; sin la presencia de la fe en un destino común, todo se disuelve en comarcas nativas, en sabores y colores locales.”[15]
Entonces, nuestra patria representa una unidad de destino en lo universal, lo que nos lleva a amar a la patria tal como es, aunque no necesariamente de la manera en la que se encuentra ahora. Por ende, si aspiramos a restablecer una unidad comunal, es primordial retomar las acciones patrióticas de nuestro pasado con el propósito de proyectar y construir un futuro más prometedor.
En conclusión, desde mi perspectiva lógica y de entusiasmo, he presentado diversas citas de libros, informes y noticias de diferentes personalidades académicas, políticas y de medios de comunicación, cada una con sus propias opiniones e ideologías, con el propósito de enriquecer el debate y, sobre todo, la búsqueda de la verdad histórica, un aspecto que actualmente se ignora y se desatiende.
Dicho lo cual, es importante aprovechar el 24 de marzo con la intención de reflexionar y evitar anclarnos en un pasado inalterable. La mejor acción que podemos emprender es colaborar mutuamente en la construcción de una realidad nacional más humana.
En fin, para concluir, comparto un versículo de las Sagradas Escrituras: “Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca” Hebreos 10:24-25.
Bibliografía
Deheza, José A. ¿Quiénes derrocaron a Isabel Perón?, Cuenca del Plata, Buenos Aires 1981.
Deheza, José A, La República sin Ley, DTP ediciones, Buenos Aires 1995.
Jauretche, Arturo: LOS PROFETAS DEL ODIO y la Yapa. Obras Completas, vol. IV. Ediciones del Corregidor, Buenos Aires, 2002.
Mazzieri, Diego, Isabel María Estela Martínez por siempre de Perón, 3ª ed ampliada – Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Arete Grupo Editor, 2023.
Meinvielle Julio, Concepción Católica de la política. Ediciones Del Alcázar. La Plata 1721 – Bella Vista – Buenos Aires – Argentina, 2023.
Quesada Saenz María, La primera presidente: Isabel Perón. Una mujer en la tormenta, 1° ed. – Buenos Aires, Sudamericana, 2016.
[1] Decreto 2.772/75 donde se dispone la ejecución de las “operaciones militares y de seguridad que sean necesarias a efectos de aniquilar el accionar de los elementos subversivos”: https://www.educ.ar/recursos/128848/decreto-277275
[2] Ítalo Luder nunca apoyó la amnistía militar – 2/10/23 – Urgente 24: https://urgente24.com/foco/italo-luder-nunca-apoyo-la-amnistia-militar-n5614677
[3] Reuniones secretas y documentos reservados: cómo se planeó el golpe y se internó a Isabel Perón con un certificado médico escrito en un menú – 01/11/2020 – Infobae Argentina: https://www.infobae.com/sociedad/2020/11/01/reuniones-secretas-y-documentos-reservados-como-se-planeo-el-golpe-y-se-interno-a-isabel-peron-con-un-certificado-medico-escrito-en-un-menu/
[4] La Nación, Buenos Aires, 6 de noviembre de 1975
[5] Murió el brigadier Orlando Capellini – 09/07/2011 – La Nación Argentina: https://www.lanacion.com.ar/politica/murio-el-brigadier-orlando-capellini-nid1388184/
[6] Alzamiento de Capellini – Todo Argentina: https://www.todo-argentina.net/historia-argentina/civiles_y_miltares/isabel_peron/capellini.php?idpagina=1716
[7] Declaración de Lorenzo Miguel a los periodistas – Documental “Una larga noche”: https://www.youtube.com/watch?v=jAvVztemdQI
[8] El día que Isabel Perón se negó a abandonar la Rosada pese a la amenaza de bombardeo: “De acá me sacan muerta” – 22/12/2019 – Infobae Argentina: https://www.infobae.com/sociedad/2019/12/22/el-dia-que-isabel-peron-se-nego-a-abandonar-la-rosada-pese-a-la-amenaza-de-bombardeo-de-aca-me-sacan-muerta/
[9] 24 de marzo: cómo se gestó el golpe de Rafael Videla – 24/03/2020 – Revista Noticias Argentina: https://noticias.perfil.com/noticias/politica/24-de-marzo-como-se-gesto-el-golpe-de-rafael-videla.phtml
[10] El día que los comandantes le gritaron a Isabel Perón, la hicieron llorar y recibieron una firme respuesta: “No renuncio” – 24/2/2024 – Infobae Argentina: https://www.infobae.com/sociedad/2024/03/24/el-dia-que-los-comandantes-le-gritaron-a-isabel-peron-la-hicieron-llorar-y-recibieron-una-firme-respuesta-no-renuncio/
[11] El agitado enero de 1976: una Isabel Perón que “no entiende nada”, un diputado con 300 corbatas y el fantasma del golpe – 09/01/2022 – Infobae Argentina: https://www.infobae.com/sociedad/2022/01/09/el-agitado-enero-de-1976-una-isabel-peron-que-no-entiende-nada-un-diputado-con-300-corbatas-y-el-fantasma-del-golpe/
[12] El derrocamiento de Isabel Perón y el diálogo entre los jefes militares al detenerla: “La perdiz cayó en el lazo” – 24/03/2023 – Infobae Argentina: https://www.infobae.com/sociedad/2023/03/24/el-derrocamiento-de-isabel-peron-y-el-dialogo-entre-los-jefes-militares-al-detenerla-la-perdiz-cayo-en-el-lazo/
[13] El gobierno de Isabel Perón y los motivos del Golpe: “voltear las chimeneas que levantó Perón, para desindustrializar al país” – 24/03/2023 – Kontrainfo Argentina: https://kontrainfo.com/el-gobierno-de-isabel-peron-y-los-motivos-del-golpe-voltear-las-chimeneas-que-levanto-peron-para-desindustrializar-al-pais/
[14] Los días que anticiparon el final del gobierno de Isabel: pedidos de golpe, borrados y el “reloj” de Videla – 17/03/2024 – infobae Argentina: https://www.infobae.com/sociedad/2024/03/17/los-dias-que-anticiparon-el-final-del-gobierno-de-isabel-pedidos-de-golpe-borrados-y-el-reloj-de-videla/
[15] José Antonio Primo de Rivera: “Patria: La gaita y la lira”. Obras completas de José Antonio Primo de Rivera. Edición del Centenario. Plataforma 2003. 2007. Págs. 410-411