
Por Dante López Raggi
Entre 1946 y 1955, las transformaciones del peronismo dejaron en la memoria colectiva huellas de un pasado glorioso, que hasta el presente sobreviven a nuestros pasos. El período comprendido de 1973 y 1976 estuvo caracterizado por episodios de violencia y traiciones; sin embargo, el legado de grandeza continuó envolviendo las tierras húmedas del pueblo criollo mestizo. Hoy vamos a hablar del proyecto “Bincontinental Justicialista”
Un proyecto único y transformador:
Durante la primer y segundo gobierno peronista y prontamente en el mandato de María Estela Martínez de Perón, la primera presidenta del mundo, se establecieron los cimientos para alcanzar la anhelada «Tierra de la Esperanza», detallada correctamente por Juan Pablo VI.: “La original vocación de América Latina de plasmar en una síntesis nueva y genial lo antiguo y lo moderno, lo espiritual y lo temporal, lo que otros te han dado y tu […] propia originalidad», para dar «testimonio» de una «novísima civilización cristiana«. (1)
Por lo cual, en tal importante obra, se destacó el proyecto «Bicontinental Justicialista«, cuyo objetivo ha sido planificar y consolidar una próspera soberanía nacional. Pues sin este poder político-popular, resulta imposible materializar una estructura corpórea a la patria, de modo que, sin dicha entidad moral, el propósito del hombre en la tierra tiende a desaparecer. En relación a esto, Antonio Caponnetto sostuvo que: “Santo Tomas habla de patria, en el sentido de patria definitiva, refiriéndose al Cielo. Aquí, naturalmente, nos referimos a la patria en el sentido al que se refiere Ousset: “patria” quiere decir tierra de los padres. “Nación”, del latín, natus, expresa la idea de nacimiento, y por tanto de filiación, de descendencia. También Jacinto Choza se refiere a la patria en términos parecidos: “con este término se designa la óptima referencia al origen, a lo que es principio del ser, del vivir y del saber de cada individuo, es decir, la referencia a Dios, a los padres, a la sociedad y a la tierra, en virtud de los cuales cada hombre es como tal.” (2024; 151).
Tal propósito de engrandecer el espíritu patriótico comenzó en el año 1946 en el momento que por el Decreto N° 8944, elaborado y firmado por el Ministerio de Guerra, se presentó el nuevo mapa bicontinental, además de prohibir la publicación de mapas que no representen en toda su extensión la parte continental e insular.
En su artículo 1° se podía leer lo siguiente:
“La publicación de mapas de la República Argentina que no consagren en toda su extensión la parte continental e insular del territorio de la Nación; que no incluyan el sector Antártico sobre el que el país mantiene soberanía, que adolezcan en deficiencias o inexactitudes geográficas, o que falseen en cualquier forma la realidad, cualesquiera fueren los fines perseguidos con tales publicaciones.”(2)
La cuestión Antártica y la libertad nacional, como sostuvo Juan Domingo Perón, fue el magno asunto de la nación:
“El magno asunto de la Antártida, con las proyecciones estratégicas y económicas que ofrece, debe ser tratado con la debida responsabilidad. Toda la contribución argentina, a la solución tan importante del asunto, con el propósito de resolverlo en la forma más amplia posible y de acuerdo con la trayectoria internacional, tiene una sola directiva: defender la soberanía de la República y acreditar ante el mundo, los derechos imprescriptibles a la zona discutida (…). El hecho fundamental de que las zonas de que se trata constituyen la natural prolongación geológica de nuestro territorio, situado en la parte más austral y en el extremo sur de América está diciendo que, a las razones de derecho, se suman también las razones geográficas e históricas del continente.”
Es fundamental señalar que el decreto mencionado estableció los límites territoriales, marítimos y regionales que reclama la Antártida Argentina, abarcando desde los meridianos 25° hasta 74° de longitud oeste, en el extremo oriental de las Islas Sándwich del Sur. Esta decisión política se tomó en medio de un contexto complejo, dado que dicha circunscripción estaba siendo objeto de disputas constantes, por las ambiciones imperialistas.
La explotación de recursos naturales y la expansión territorial no son fenómenos recientes; durante la Segunda Guerra Mundial, el Nacional-Socialismo buscó apoderarse de los recursos en las tierras heladas, especialmente en relación con las balleneras noruegas. En aquella situación se unió Gran Bretaña con su «Operación Tabarín», mientras que Estados Unidos temía por la expansión soviética hacia el Polo Sur y su influencia en el Ártico. Según Pablo Fontana en su obra «La pugna Antártica«, en el verano de 1947, Estados Unidos llevó a cabo la «Operación Highjump», la mayor expedición en la Antártida hasta la fecha, que movilizó a más de 5.000 efectivos y una flota de 13 buques, incluyendo portaaviones, submarinos, destructores y transportes de tropas, bajo el mando del Almirante Byrd (2013; 81).
Por lo cual, el adalid del Justicialismo inició el desarrollo de nuevas estrategias gubernamentales con el propósito de confrontar, en particular, a las potencias del poder internacional, con la finalidad de evidenciar la colonización en las tierras hispano-criollas y erradicar sus influencias expoliadoras y usureras. En ese contexto, las tierras heladas y, sobre todo, las sagradas Malvinas Argentinas, comenzaron a encauzar y simbolizar la misma causa nacional.
Aunque en las disputas y las negociaciones de las regiones mencionadas se ejecutaron acciones de forma independiente, en el mismo año, bajo la responsabilidad del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, por medio del Decreto N°17.040 se creó la «Subcomisión Islas Malvinas e Islas Georgias del Sur», cuya función fue reunir y analizar la información histórica disponible en el país acerca de estos suelos, como también responder a las necesidades de defender los derechos jurídicos sobre las superficies australes. Además, a fin de aquel año, buques de la Armada realizaron maniobras en las aguas adyacentes a los archipiélagos, concretando algunos desembarcos. Rápidamente el imperialismo británico reaccionó y sin ningún incidente las bravas fuerzas nacionales se retiraron. (3)
Y así la usurpación de tierras autóctonas continuó; consecuentemente, Perón buscó establecer una alianza política con Chile, lo que llevó a la formulación de una estrategia conjunta en el 1948, basada en tres principios esenciales:
1) Ambos mandatos acordaron colaborar en la defensa y protección de sus derechos en la Antártida Sudamericana, que abarca desde los meridianos 25° hasta 90° de longitud oeste de Greenwich, donde se reconocen derechos de soberanía indiscutibles de los dos países.
2) Se comprometieron a mantener acciones administrativas, de exploración y vigilancia en las áreas fronterizas no definidas de sus respectivas zonas antárticas, fomentando un espíritu de cooperación mutua.
3) Acordaron que, a la mayor brevedad posible y en el transcurso del año en curso, continuarían las negociaciones y así alcanzarían un tratado de delimitación de límites entre Chile y Argentina en la gélida Sudamericana. (4)
Continuando con el análisis, existe un informe de investigación llamado «Territorio, conciencia nacional y educación». Las Islas Malvinas y la Antártida argentina en las políticas de Estado peronistas (1946-1955)». El mismo hace referencia al «Plan de Difusión de la Antártida», señalando que el Ministerio de Educación y demás instituciones bajo su responsabilidad debían incluir una variedad de tópicos relacionados con tal región en los planes de estudio de Historia y Geografía en las escuelas secundarias. Por decisión política, se estableció la «Semana Antártica» y se organizaron expediciones a la región gélida, dirigidas a los estudiantes con mejores desempeños académicos en universidades e institutos. Asimismo, se proporcionó material bibliográfico del tema, produciendo carteles y fotografías de las Antárticas en estas instituciones.
Luego, los ministerios militares tenían la responsabilidad de generar contenido bibliográfico relacionado con la temática, así como de promover las actividades de cada fuerza en el Sector Antártico. Además, debían producir documentales, ofrecer conferencias en las instituciones militares acerca del continente blanco, y otorgar un viaje a estos terruños a los conscriptos de las tres fuerzas que obtuvieron las mejores calificaciones. También se elaboraron resúmenes mensuales de las actividades informativas realizadas, destinados al Instituto Antártico Argentino con propósitos historiográficos y estadísticos. (5)
Como queda en evidencia, se realizaron múltiples políticas y decretos con el fin de garantizar el desarrollo nacional, por lo cual, a continuación, se detallan de forma resumida algunos de los logros adquiridos:
1) 12 de febrero de 1951: Se lleva a cabo una ceremonia de despedida y reconocimiento por parte del presidente y su esposa a la «Primera Expedición Científica Argentina a la Antártida», liderada por el General Hernán Pujato. Consecuentemente, se creó en el Sector Antártico, la “Base San Martín”.
2) 29 de diciembre de 1952, día del homenaje a Evita: Este hecho histórico se puede leer en el libro «La pugna antártica» de Pablo Fontana, en el que relata que, en noviembre, bajo la dirección del capitán Humberto Bassani Grande, la expedición se lanzó a una travesía aún más ambiciosa: el cruce de la Antártida. La patrulla utilizó un vehículo Weasel y seis trineos tirados por perros. Durante el recorrido, enfrentaron deslizamientos, avalanchas y tormentas de nieve. Uno de los miembros tuvo que ser evacuado debido a una grave congestión pulmonar, mientras que otros dos sufrieron enfriamiento extremo, uno por hipotermia y el otro por condiciones similares. A pesar de estos desafíos, los expedicionarios lograron completar su misión y el 29 de diciembre llegaron a una bahía que fue nombrada «Eva Perón» (también conocida como Bahía Mobil Oil), en homenaje a ella. En consonancia con estos actos, se creó la «Base Esperanza».
3) En 1955 se estableció la «Base Belgrano» y se inició el «Plan Pujato»: En este proyecto, la directriz principal era establecer la presencia del Ejército en la región antártica y fundar un instituto especializado en actividades antárticas. Así, mediante el Decreto del Poder Ejecutivo Nacional Nº 7338, se instituyó «El Instituto Antártico Argentino«, el primer organismo a nivel mundial dedicado exclusivamente a la investigación científica. Por tanto, el plan tuvo el fin de instalar familias argentinas en el continente gélido y la conquista del Polo Sur(6).
Estos eventos trascendentales de autarquía consolidaron la defensa de la tierra natal, permitiendo que la barbarie pueda desarrollarse tanto de manera individual como mancomunadamente. Estos hechos permiten al lector identificar claramente el contraste con la noción ilustrada por la sapiencia francesa de que «El mal que aqueja a la República Argentina es la extensión», promovida por los liberales locales. A tal pensamiento se hincó la fuerza del mestizo soberano. Pues esta posición nacional frente al mundo para derribar la subordinación cultural, ideológica y política, Arturo Jauretche conceptualmente la definió no como una doctrina institucional, social y económica determinada, sino que: “Una línea política obliga a pensar y dirigir el destino del país en vinculación directa con los intereses de las masas populares, y una afirmación de la soberanía política con la búsqueda de un desarrollo económico no dependiente”. (7)
El primer conflicto bélico Antártico en la bahía Esperanza:
El pensador nacional Raul Scalabrini Ortiz sostuvo que: “Nuestra liberación será obra de nuestra constancia, de nuestra fe y de nuestro valor. Saber que se está construyendo una patria es un estímulo bien grande para nuestras pequeñas vidas. Más no olvidemos que toda obra grande es producto de la acción, no de la meditación ni de la esperanza”.
El relato de Scalabrini se correspondió con los acontecimientos en enero de 1952, cuando el poderío del criollaje se enfrentó al invasor. Este conflicto tuvo lugar cuando el buque oceanográfico inglés HMS John Biscoe, bajo el mando del Capitán de Navío William Johnston, llegó a la Bahía Esperanza, que formaba parte de la propiedad autóctona.
Tal buque ancló frente al destacamento naval argentino, que se encontraba en plena actividad tras haber sido recientemente establecido. Seguidamente, el contingente anglosajón desembarco con sus materiales y equipos, luego izaron su bandera en el sitio, sin establecer comunicación alguna con los argentinos presentes, quienes realizaron advertencias para que detuvieran sus acciones.
En respuesta a tal situación, el Guardiamarina Paradelo, quien lideraba el destacamento argento, recibió instrucciones del comandante de la Fuerza Naval Antártica Nacional, Capitán de Fragata Díaz, tomando la decisión de oponerse al desembarco utilizando «todas las herramientas a su disposición». Según el escrito titulado “1952 – Quinta Invasión Inglesa a la Antártida Argentina”, el señor Paradelo interpuso una queja ante las autoridades británicas, quienes la rechazaron y prosiguieron con el desembarco. Ante el continuo hostigamiento por parte del pirata, Paradelo recibió la instrucción de «repelerlos mediante el uso de fuego», lo que llevó al equipo a disparar con ametralladoras hacia el aire, lo que resultó en la retirada del contingente inglés, dejando atrás todo el material que había desembarcado. (8)
Si se lee el informe “Esperanza (bahía, base)”, detalla que el personal de la Armada, trasladado por el ARA Chiriguano, estaba realizando la construcción del Destacamento Naval y del Faro Esperanza desde el 14 de enero de 1952, a escasa distancia del asentamiento británico que ardió, siendo inaugurada el 31 de marzo y consumida por un incendio el 15 de octubre de 1958. (9)
Después de la consistente posición soberana por parte de las fuerzas nacionales, el conflicto siguió en escala; el escrito titulado «Falkland Islands Dependencies (Hope Bay incident)», sostiene que Hamilton Kerr, miembro del Parlamento anglosajón, inquirió al secretario de Estado de Asuntos Exteriores de su nación acerca de la posibilidad de emitir una declaración sobre el incidente. Posteriormente, el ministro de Relaciones Exteriores comunicó al embajador inglés en Buenos Aires que se produjo un malentendido y que el comandante militar sobrepasó su autoridad, recibiendo nuevas directrices al respecto. Siguiendo las instrucciones de la administración británica, el 4 de febrero, su embajador entregó una nota de protesta a la cancillería argentina.
A pesar de ello, el gobernador usurpador y ficticio de las islas, sir Miles Clifford, viajó a la bahía a bordo de la fragata HMS Burghead Bay, sin esperar directrices de Londres. Desembarcando con un pelotón de infantes pertenecientes a la marina el mismo día y brindando protección naval durante la reconstrucción de la unidad militar. Logrando establecer su campamento llamado «Trinity House».
Según Ignacio Gutiérrez Bróndolo en «Malvinas: la política exterior argentina 2003-2011», frente a estas nuevas acciones del imperialismo anglosajón, la gestión peronista declaró su intención de efectuar una ocupación gradual de la región antártica. Pero los británicos contaban con refuerzos en la base naval en estas ubicaciones, incluyendo al crucero HMS Superb, provocando que la situación siguiera siendo inestable en los días venideros y logrando que el comandante inglés en la región haya obtenido permiso desde la corona sinárquica de «emplear la fuerza si era necesario”. (10)
Dicho esto, a finales de 1953, después de un periodo de tensión, se alcanzó un acuerdo de paz que permitió resolver los conflictos en la bahía Esperanza, estableciendo que ambos gobiernos no interfirieran en las instalaciones del otro. Sin embargo, la calma fue efímera, ya que el destacamento argentino fue desmantelado el 27 de noviembre de 1956 y su campamento militar fue destruido el 15 octubre de 1958, supuestamente a causa de un incendio.
La primera mujer en pisar la Antártida:
Después del golpe de Estado de 1955, la lucha por la autonomía nacional concluyó, y a lo largo de los años se produjeron algunas acciones incipientes en las tierras heladas. Sin embargo, en 1973, el Justicialismo recuperó la supremacía, y durante la presidencia de Isabel de Perón, se restableció la postura nacional de retomar las riendas de la libertad.
El primer hecho ocurrió en agosto de 1973. El entonces mandatario interino, Raúl Alberto Lastiri, convocó a su gabinete en el continente glacial con el objetivo de reafirmar la autarquía nacional. El grupo, que viajó más de 3.400 km en un Hércules C-130, sobrevoló los archipiélagos mientras entonaban el himno nacional, en un ambiente de emoción y abrazos. Entre los asistentes se encontraban Isabel y Norma Beatriz López Rega, quienes se convirtieron en las primeras mujeres en pisar los polares mestizos, marcando un hito en la historia de la exploración femenina mundial en la zona.
Este suceso, lo testimonio correctamente Norma López Rega: “Increíble viaje por lo inédito e histórico. Fue el primer aterrizaje de un avión en el suelo congelado del continente, transportado a la presidente y a todo su gabinete, fue el 10 de agosto del 73. El Hércules había recorrido más de 3.200 dm, y luego de sobrevolar las Islas Malvinas, se posó en la base aérea Vicecomodoro Marambio. Había mucho viento y la temperatura era alrededor de 25 grados bajo cero. Pero ni los ropajes abultados que llevábamos y la nieve finita que caía estando en el exterior nos permitían saber quién era quién, y hacían que la emoción de ser las dos primeras mujeres en caminar y haber pisado esos hielos, esos suelos blancos se olvidaran fácilmente, agregando a todo esto que fuimos a reafirmar la soberanía nacional. A propósito de ellos, el jefe de la base, vicecomodoro Carlos Vázquez, en su discurso destacó la presencia femenina por primera vez en la Antártida Argentina y nos distinguió con medalla recordatoria, La señora de Perón muy emocionada agradeció y felicitó en nombre de todas las mujeres argentinas a aquellos hombres que cumplían su honrosa y ejemplar misión en aquellas inhóspitas regiones. Recuerdo que mientras se desarrollaba el acto, sobrevoló el lugar una escuadrilla de aviones Canberra de la brigada aérea con asiento en Paraná, que había despegado de la base aérea de Río Gallegos a la cual retornaron luego de pasar varias veces. Emocionante e inolvidable”. (11)
Posteriormente, el doctor Diego Mazzieri, en su obra “Isabel María Estela Martínez por siempre de Perón”, expresó que: “El 10 de diciembre de 1974 la presidente de la nación María Estela de Perón ordenó que se continuará con la política de presencia gubernamental en la Antártida Argentina. Para ello, junto a su gabinete emprendieron viaje primero a Río Gallegos y luego abordaron un Hércules C-130 TC64, que sobrevoló los aires antárticos, no pudiendo aterrizar por malas condiciones meteorológicas susceptibles de poner en riesgo la vida de los tripulantes.
Con pesar por no poder lograr el aterrizaje, la señora presidente emitió un comunicado desde el aire a los custodios de la base Vicecomodoro Marambio, el cual rezaba: A todas las bases antárticas argentinas: en momentos de sobrevolar el sector antártico, hago llegar mi afectuoso saludo a todo el personal de las bases antárticas argentinas, con mi reconocimiento y el del pueblo de la nación, por tan esforzada y patriótica labor desarrollada en cumplimiento de los programas científicos nacionales. Asimismo, en mis ruegos a los de vuestras madres y esposas, deseándoles, éxito y ventura personal” (2023; 312).
Por las malas condiciones, Isabel y su equipo retoman a Río Gallegos, donde fueron recibidos por los cadetes de la décima novena promoción de la Escuela de Aviación Militar y por su jefe de la unidad militar. Finalizado el encuentro, vuelve a Buenos Aires a continuar con su agenda.
Volver a la soberanía para liberar a la barbarie:
Existe un informe del año 1974, escrito por la mandataria Isabel, llamado “Las Malvinas son argentinas”, difundido por la secretaría de prensa y difusión de la nación. En sus 50 páginas, explica de manera histórica la relación que existe entre los terruños sagrados del sur y el derecho argento, desde 1493 a 1974. Con pluma en mano, escribió: «Los gauchos, llevados casi al frenesí, con una furia patriótica, sacaron la enseña inglesa y, delirantes, enarbolaron la de Belgrano«.
Seguidamente, escribió que: “El 3 de enero de 1974 al cumplirse 141° aniversario de la usurpación de las Islas Malvinas; hubo varios actos de protesta y de reclamación. El Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto publicó una vigorosa declaración repudiado aquellos hechos, añadiendo que reitera una vez más su inquebrantable decisión de continuar realizando una interrumpida acción diplomática. reflejo de la voluntad popular y del gobierno que la representa, cuya culminación habrá de ser la definitiva recuperación de esa parte del territorio nacional”. (12)
“El mismo día, por la mañana, la Comisión Pro Monumento al Héroe Antonio Rivero y Restitución de las Malvinas, que preside el doctor Ismael Moya, realizó un acto patriótico frente al mausoleo de General San Martín, con asistencia de las Fuerzas Armadas y numeroso Público, en cuya circunstancia pronunció un elocuente discurso Ángel Di Pasquo” (1974; 46).
Aquel año y día, Esther Fadul de Sobrino, diputada nacional por los suelos epicontinentales del océano Atlántico Sur, presentó en la Cámara de Diputados un proyecto que declaraba lo siguiente: “Que vería con agrado que el Poder Ejecutivo proclame: 1974 Año de la Recuperación de las Islas Malvinas con Perón en el poder”.
Seguidamente, Isabel describe la ley N° 20.561 elaborada por el Senador Nacional Alberto M. Fonrouge, cuyo texto es el siguiente:
Artículo 1°: Fíjase el Día de la Afirmación de los Derechos Argentinos en las Malvinas, Islas y Sector Antártico, el 10 de junio, expresión de soberanía que se celebrará todos los años en todo el país.
Artículo 2°: Ese día y a una misma hora se conmemorará el fasto en los establecimientos de enseñanza de todos los ciclos, del Estado y particulares, unidades y oficinas de las Fuerzas Armadas, sedes judiciales y dependencias de la administración pública, dentro y fuera del territorio, con actos alusivos, dictándose al efecto: Clases especiales y conferencias en las que señalarán los antecedentes históricos, la legitimidad de los títulos argentinos y la forma en que ella se ejercita en el sector austral.
Artículo 3°: Asimismo y como protesta simbólica contra las agresiones sufridas por la República en la región, se embanderarán e iluminarán obligatoriamente en esa fecha todos los edificios donde funcionen dependencias oficiales.
Artículo 4°: Comuníquese al Poder Ejecutivo. (13)
El 3 de enero de 1974, el Senador Fonrouge organizó un acto académico en la sala de lectura del Senado. Este evento contó con la presencia del canciller Alberto J. Vignes, destacados políticos y miembros del Congreso nacional, representantes de las Fuerzas Armadas, instituciones educativas, pensadores y escritores. Además, asistieron Carlos Barreiro Ortiz, presidente del “Instituto de las Islas Malvinas y Tierras Australes Argentinas”, y el escritor Juan Carlos Moreno, quienes abordaron la cuestión de estos campos gélidos, logrando gestar el movimiento nacional denominado “A las Islas. Operativo Malvinas”. La asociación tuvo un lema que avivaba la llama patriótica: Hay una tierra gaucha prisionera: se llama Malvinas. Liberémosla.
Con motivo de engrandecer a la nación y centrarse en la economía de las regiones frías, la mandataria elaboró en aquel extenso informe una exposición sobre la geografía, la economía y las industrias, y cómo estas podrían beneficiar al pueblo.
Por ello, durante su administración de 20 meses, se produjeron 350.000 publicaciones de un trabajo histórico elaborado por Juan Carlos Moreno, destinadas a ser distribuidas en instituciones educativas. Estas publicaciones abordaban los temas de la independencia en los archipiélagos, su fauna, clima y economía e incluían un mapa bicontinental y bioceánico, además de rendir homenaje por primera vez a la figura del Guacho Rivero.
¡Fuera pirata! bombardeo al buque británico:
El 20 de noviembre de 1845, Don Juan Manuel de Rosas logró vencer y expulsar a la fuerza anglo-francesa de nuestra comunidad. La flota, bajo el mando de los almirantes Massieu De Clerval y sir Charles Hotham, contaba con 115 cañones invasores; sin embargo, la presencia de la ley y el orden los abatió.
A pesar de ello, situaciones análogas se reprodujeron en el siglo XX y el espíritu de la Argentum logró imponerse nuevamente. Esto sucedió en 1974, cuando la nueva dirección de Inglaterra encabezada por el primer ministro Harold Wilson inició diálogos diplomáticos que planteaban la posibilidad de un condominio anglo-argentino del archipiélago. En esa ocasión, su embajador entregó al canciller Vignes un documento escrito en el que comunicaba haber recibido instrucciones del gobierno inglés. Según Beck, Peter J. en el escrito denominado «Confrontación cooperativa en la disputa de las Islas Malvinas: la anglo-argentina«, sostuvo lo siguiente: «Proponer que las discusiones entre Gran Bretaña y la Argentina sobre el futuro de las Islas deberían resumirse sobre la base de las salvaguardias y garantías a extenderse a los isleños en el hipotético caso de un condominio de Gran Bretaña y Argentina en relación a la soberanía territorial sobre las Islas Falkland«.
Las discusiones por dicho asunto se desarrollaron de manera altamente reservada. Sin embargo, tras el fallecimiento del caudillo Juan Perón, no se prosiguió con esta alternativa, que aparentaba ser una solución equitativa y pacífica. Hasta que, en el año 1975, se publicó un informe titulado «Geology of the Region around the Falkland Islands«, elaborado por el Departamento de Ciencias Geológicas de la Universidad de Birmingham, el cual indicaba que existían significativas probabilidades de hallar petróleo en las ínsulas heladas y sus aguas circundantes.
Por ende, el 19 de marzo de 1975, ante las acciones del imperialismo inglés de extraer los recursos naturales, la cancillería publicó un comunicado de prensa que respondía a las intenciones del Reino Unido. En este documento, se rechazó el reconocimiento de cualquier derecho relacionado con la exploración o explotación de sus recursos naturales. Ante lo cual, según Diego Mazzieri: “Para Julio de 1975, Kinney sostiene que el Reino Unido propuso a la Argentina discusiones para el desarrollo conjunto del Atlántico sudoccidental. El canciller Vignes aceptó esa posibilidad, pero la ató a la transferencia de la soberanía a través de un arriendo (leaseback) por un término fijo. La propuesta argentina incluía la ocupación inmediata de las Islas Georgias y Sándwich del Sur con la aquiescencia británica. A esta propuesta, el Gobierno británico respondió que cualquier acción unilateral sería inaceptable, por lo que el Gobierno argentino rechazó cualquier conversación sobre cooperación económica que excluyera una discusión del tema de la soberanía” (2023; 316).
Pero a fines de ese año, se reunió en París el nuevo canciller peronista, Manuel Arauz Castex, con el secretario del Foreign Office, James Callaghan; el mismo le solicitó iniciar conversaciones con el objetivo de realizar una nueva cooperación económica. Ante esto, el canciller aceptaba la oferta si se incluía la cuestión de la autonomía. Sin dudar, Callagham respondió que debía consultar «la voluntad de los isleños». Luego de tantas reuniones, una de ellas en Roma, el señor Arauz concluyó que el imperialismo quería llevar la expedición Shackleton sin la participación argentina.
Entonces a principios de 1976, la tensión de las dos naciones alcanzó un nivel crítico, lo que llevó a la gobernante Isabel a convocar una reunión con el canciller Arauz Castex y los tres jefes de las Fuerzas Armadas: el general Jorge Videla, el almirante Emilio Massera y el brigadier Orlando Agosti. Entre ellos analizaron un comunicado de prensa que se publicó el 5 de enero: “Ante la comprobación, la Cancillería argentina tima inadecuado avenirse a considerar temas que, frente a aquella reticencia, resultan insustanciales con relación al problema verdadero y no conducentes por lo tanto a la justa solución del mismo. Como consecuencia de ello el pueblo de la República debe estar advertido de que su Gobierno, juntamente con las Fuerzas Armadas y demás organizaciones institucionales que estructuraron el Estado argentino, comparten inquebrantablemente el celo de aquel por la defensa de la dignidad y los derechos de la nación; y que actuaran sin precipitación, pero con toda la persistencia, la prudencia y la energía que sean necesarias para lograr justicia” (Diego Mazzieri; 318).
Fue para este entonces que Lord Shackleton llegó a la perla austral a bordo del buque «HMS Endurance», sin prestar atención a este comunicado. El mando Justicialista sostuvo que tal acción coincidía con la ocupación de la perla austral de 1833, lo que llevó a la conclusión de interrumpir las negociaciones con la corona británica.
Ante esto, la cancillería anunció que el embajador en Gran Bretaña, Manuel Anchorena, no regresaría a Londres y solicitó al equipo gubernamental del Reino Unido la retirada de su embajador en Buenos Aires. En ese momento, sir Derek R. Ashe, embajador inglés, regresó a su país natal, lo que resultó en la congelación de las relaciones a la espera que ocurriera un nuevo acontecimiento.
Con un nuevo embajador argentino llamado Raúl Quijano, se procedieron las correctas comunicaciones entre ambos países y la paz por tales condominios se mantuvo normal. Juan Archibaldo Lanús, en su obra «Política Exterior Argentina 1945-1980«, expresó que después de un par de días, el 27 de enero, el ministro de Estado de Foreign Office declaró en la Cámara de los Lores: “no habrá cambios en la soberanía británica sobre las Islas Falkland en contra de los deseos de los isleños. Pero el Gobierno de su Majestad estima que se entenderá mejor a los intereses a largo plazo de los isleños mediante vínculos estrechos y amistosos con la Argentina” (1984; 483).
Por esta declaración, los organismos internacionales manifestaron su oposición a la presencia británica en la explotación de recursos naturales, argumentando que esa situación representaba un riesgo a la seguridad del hemisferio. En Río de Janeiro, la OEA afirmó que Argentina tenía derechos soberanos de las islas y que la misión Shackleton contravenía las Resoluciones de las Naciones Unidas 2.065 (XX) y 3.160 (XXVII), poniendo en peligro la paz internacional y la estabilidad de toda América Latina. (Diego Mazzieri; 320)
No obstante, la paz temporal concluyó el 4 de febrero, cuando el destructor “ARA Almirante Storni” intentó interceptar el buque de investigación oceanográfica británico “RRS Shackleton”, que se encontraba a 78 millas al sur de Puerto Argentino. Los usurpadores se hallaban dentro del límite de la jurisdicción en 200 millas alrededor de las ínsulas.
A pesar de las circunstancias, el buque de Inglaterra continuó su rumbo sin atender las órdenes de advertencia, obligando al Storni a expulsar al invasor hacia el puerto de Ushuaia para detenerlo. En este contexto, la gestión Justicialista optó por intensificar la presión enviando un avión de reconocimiento marítimo, reconocido como el Neptune de la Armada. Tal situación alcanzó niveles críticos de tensión, lo que obligó al destructor a efectuar varios disparos contra la proa del Shackleton. Seguidamente, el buque Storni siguió a la nave inglesa a seis millas de ese puerto, por lo que, finalmente, el pirata británico emprendió el retorno a su cuna imperial.
Conclusión:
Expresó Santo Tomás de Aquino: “Después de Dios, los padres y la patria son también principios de nuestro ser y gobierno, pues de ellos y en ella hemos nacido y nos hemos criado. Por lo tanto, después de Dios, a los padres y la patria es a quien más debemos” (Suma Teológica, II-.IIa, q. 101, a. 1). Empero, es fundamental asegurar la autonomía plena de la comunidad, con el fin de proteger la fuerza patriótica y el hogar de nuestros padres. Sin una circunscripción definida, resulta incierto el lugar donde se desarrollarán las próximas vidas que nazcan.
Ya lo definió José Hernández en su artículo publicado en el mes de noviembre de 1869 en el periódico Río de la Plata: “Los pueblos necesitan del territorio con el que han nacido a la vida política, como se necesita del aire para la libre expansión de los pulmones. Arrebatarle un pedazo de su territorio, es arrebatarle un derecho. Ya no es el alarde de la fuerza el que apoya una gestión cualquiera en el mundo diplomático. Los gobiernos han comprendido ya, que no hay otra fuerza legítima y respetable que la fuerza del derecho y de la justicia; que el abuso no se legitima jamás, e imprime un sello odioso sobre la frente de los que lo consuman”.
Es evidente que durante las administraciones Justicialistas del siglo XX se ha promovido y fortalecido la soberanía, con el objetivo de que la patria florezca en los espíritus de los integrantes de la comunidad. Jordán Bruno Genta, filósofo y militante del Nacionalismo Católico, basándose en Platón, argumentó que el desarrollo y la grandeza de una nación dependen de la calidad del alma de sus ciudadanos.
Dicho esto, en una era dominada por el golem liberal, la historia nos ofrece claridad y resalta los eventos clave que han fortalecido nuestro terruño nacional, permitiéndonos avanzar hacia el futuro y recuperar aquella «Tierra de la Esperanza» que el humano supo forjar.
Notas:
(1) América, el Continente de la Esperanza, bajo la luz de la Spe Salvi
(2) DECRETO N°8944 del 2 de setiembre de 1946 (A. de M). – Prohíbe la publicación de mapas de la República Argentina que no representen en toda su extensión la parte continental e insular del territorio de la Nación (Bol. Of.,19/11/946).
(3) Se crea la División Antártida y Malvinas de la Cancillería – El diario del fin del mundo – 09-06-2016
(4) LA ARGENTINA BICONTINENTAL: Por Fabián Brown y Francisco Pestanha 20-6-2020
(5) Las Islas Malvinas y la Antártida argentina en las políticas de Estado peronistas (1946-1955), 20-05 -2023.
(6) La Antártida Argentina y el gobierno peronista entre 1946 y 1955 – 27-10-2023
(7) Arturo Jauretche. Nacionalismo y pensamiento nacional – Marta Matsushita
(8) 1952 – Quinta Invasión Inglesa a la Antártida Argentina. Irízar.org.
(9) Esperanza (bahía, base). Archivado desde el original el 7 de noviembre de 2014.
(10) Gutierrez Brondolo, 2013, p 31.
(11) Mazzieri Diego, 2023, p.313
(12) Las Malvinas son argentinas, Isabel Perón – secretaria de prensa y difusión – Buenos Aires – 1974
(13) Ibidem, pág.46
Bibliografía:
. Brandolo Ignacio Gutiérrez, Malvinas La política exterior argentina 2003-2011. Editorial Teseo, 2013
. Caponnetto Antonio, Patria, Tradición y Nacionalismo. Ed. Bella Vista Ediciones, 2024
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