
Los presentes sucesos son un compilado arbitrario y caótico de los tiempos que se vienen.
Hoy en Geopolítica y Actualidad Nacional escriben Marco Stiuso y Ariel Duarte.
1 | El gran perdedor
2 | Trabajadores de reparto
3 | GNL
4 | Deuda en dólares para pagar en pesos
5 | Volver a casa
1 | El gran perdedor
El viejo continente se encuentra vacilante en un contexto en el que las naciones toman cada vez mayor conciencia del nuevo orden internacional y comienzan a definir su postura dentro del mismo.
Desde el Brexit, la Unión Europea parece no haber sido más que un espacio detenido en debates que poco reflejaban la discusión de fondo del mundo de hoy: la lucha por los puestos de trabajo y la defensa del valor agregado.
La reciente entrevista del Financial Times a Christine Lagarde, ex directora del FMI y actual presidente del Banco Central Europeo, evidenció la llegada tardía de este debate. Después de una siesta de varios años, Europa comienza a abordar las cuestiones fundamentales del mundo por venir.
La entrevista comienza a partir del concepto que la propia Lagarde había expresado anteriormente, de que “el panorama geopolítico se está fragmentando en bloques rivales donde se están poniendo en tela de juicio las actitudes hacia el libre comercio”, sumado a que la elección de Trump en Estados Unidos cataliza este proceso.
Ante este escenario, Lagarde parece comprender la puesta en valor de los esquemas nacionales de desarrollo y la necesidad de pensar estratégicamente el intercambio comercial, en vez de librarlo a las dinámicas del mercado global. En este sentido, si bien comenta que “la Comisión Europea ha señalado que se está preparando”, afirma que Europa debería “ofrecer comprar ciertas cosas a los Estados Unidos y dar a entender que estamos dispuestos a sentarnos a la mesa y ver cómo podemos trabajar juntos”.
Al ser preguntada sobre dicho intercambio, la respuesta instantánea de Lagarde fue que “Europa podría hablar de comprar más gas natural licuado de los Estados Unidos”, lo que evidencia dos hechos de los últimos años: la dependencia europea de la energía ajena en un contexto donde el abastecimiento de este insumo es clave para la distribución del trabajo del nuevo mundo; y el desplazamiento de Rusia como principal proveedor de energía de Europa con Estados Unidos ganando terreno, proceso facilitado por el involucramiento propio de la Unión Europea en la Guerra de Ucrania. Además, la propia Lagarde habla de “toda la categoría de productos de defensa” yanquis, fruto de una industria manufacturera que funciona a toda máquina en norteamérica, disfrutando de la energía barata cuyo excedente es el que se exporta, entre otros destinos, al viejo continente.
Luego, la entrevista avanza hacia la gran amenaza que Europa deberá enfrentar en el futuro próximo: el avance chino. Con la política arancelaria que se espera de Trump, la sobreproducción china llevará a su gobierno a buscar intensamente los mercados para la reubicación de su excedente. En ese proceso, la presidente del Banco Central Europeo comprende que “algunos de estos productos fabricados en China, que obviamente serán menos competitivos en los mercados estadounidenses, intentarán encontrar su camino a otro lugar, y esa podría ser sin duda la tercera zona económica más grande del mundo: Europa. También afectará no solo a Europa, sino a todos los compradores potenciales fuera de los Estados Unidos.
Sin embargo, el pensamiento de Christine Lagarde, resultado lógico de su formación y experiencia laboral, sigue mostrando la centralidad del dinero en vez de la puesta en valor del trabajo y el valor agregado. Para hacer frente a este escenario, Lagarde plantea una mayor integración de los países de la Unión Europea, comenzando por la unificación de los mercados de capitales. “Si no empezamos por el dinero, no se reactivará el resto”. Una cosmovisión contraria a la tendencia global, donde Trump, quien lidera el cambio hacia el nuevo orden, pone la relocalización de procesos productivos por sobre la preocupación que pueda llegar a significar la tendencia a la baja del uso del dólar en el comercio internacional.
Por otro lado, entrevistador del Financial Times dejó al desnudo una de las principales desventajas con las que Europa ingresa al nuevo esquema mundial: “Estamos en una segunda fase de disrupción digital, pero con inteligencia artificial. Y, una vez más, Estados Unidos y China están muy, muy por delante de Europa”. En este sentido, Lagarde afirma que en los últimos 30 años se amplió la brecha entre el viejo continente y el gigante norteamericano, generando una disparidad en términos de competitividad, un concepto clave para el futuro de las naciones.
Por último, la presidente del Banco Central Europeo planteó la necesidad de que la Unión Europea actúe “como una gran economía en lugar de como un conjunto de economías”. Sin embargo, para que eso ocurra, según la propia Lagarde, se necesita que “los dos actores más importantes (Alemania y Francia) formen puntos de vista comunes sobre cuestiones clave”, algo difícil de suponer en un contexto de alta incertidumbre por el desarme del gobierno alemán, sus próximas elecciones y la situación en Francia marcada por las presiones al gobierno de Macrón.
Mientras tanto, el líder del cambio hacia el nuevo orden internacional continúa marcando el escenario que buscará consolidar a partir del mes próximo. Donald Trump publicó un comunicado solicitando un alto al fuego y el inicio de negociaciones entre Rusia y Ucrania, planteando que «se están desperdiciando demasiadas vidas».
En el teatro de operaciones, las fuerzas rusas continúan su avance desde el este sobre Kúpiansk y Pokrovsk, localidades de alto valor logístico para el ejército ucraniano. En este contexto, el alto al fuego y el inicio de negociaciones se daría en un escenario donde el Kremlin tiene todas las cartas para jugar. Es por eso que Zelenski, luego de la pública postura de Trump, respondió que “para garantizar que no habrá más pérdidas de ucranianos y ucranianas, es necesario garantizar la fiabilidad de la paz y no hacer la vista gorda a la ocupación”.
Desde el otro bando, el Kremlin también dió respuesta. El portavoz del gobierno ruso, Dmitry Peskov, afirmó están abiertos a las negociaciones sobre Ucrania y que «para entrar en una trayectoria pacífica basta con que Zelenski anule la prohibición de negociar con la Federación Rusa y dé instrucciones para volver al diálogo sobre la base de los acuerdos de Estambul». Comienza a tomar forma la salida a un conflicto que, en el día a día, parece ser cada vez más amenazante para el mundo.
Por otro lado, Trump también planteó su postura ante un hecho reciente que aún no se ha consolidado, pero plantea un nuevo escenario a Medio Oriente. Se trata de la caída del gobierno de Bashar al-Assad en Siria, en manos de distintos grupos rebeldes organizados que, luego de una avanzada histórica, lograron hacerse del poder en sólo unos días.
Sin mayores certezas sobre el futuro inmediato de Siria, y la noticia del refugio de al-Assad en Rusia, pareciera que lo acontecido favorece a los dos grandes actores que se colocan en veredas opuestas al llamado Eje de la Resistencia, liderado por Irán y del cual Siria formaba parte: Israel y Turquía.
En este escenario, Trump plantea lo contrario a la tradición demócrata de ser el gendarme del mundo. «Siria es un desastre, pero no es nuestro amigo. Estados Unidos no debería tener nada que ver con ello. Esta no es nuestra lucha. Dejemos que la situación se desarrolle. No se involucren», escribió esta semana.
Así, incluso sin haber asumido su segundo mandato, el líder estadounidense va marcando los hilos del nuevo esquema internacional, al que Europa parece correr de atrás.
2 | Trabajadores de reparto
Existe un cantar propio de la era posmoderna, según el cual debemos adaptarnos a la realidad que nos rodea.
Una filosofía que se ha esparcido por el mundo occidental y oriental, de origen europeo, según el cual no existen verdades objetivas, principios y leyes universales, sino la subjetividad de cada uno. En el relativismo total, mientras nos quieren convencer sobre la inexistencia del absoluto, ese subjetivismo se transforma en esa misma objetividad que según esa filosofía se cuestiona.
Estos debates parecen estar alejados o ser ajenos a la cotidianeidad de nuestro mundo, aunque sin embargo irradian consecuencias en cada momento, hasta en las frases más cliché a la que estamos acostumbrados.
Una de esas frases posmodernas se podría sintetizar en “Si sucede conviene”. Una suerte de fatalismo, en el cual nos acostumbramos a pensar que si las cosas están mal, en realidad lo que está mal es la forma en la cual abordamos ese malestar, porque -una vez más- “si sucede conviene”.
El problema de esta concepción son varios, por empezar, no admite el punto medio, el relativismo de lo subjetivo es o no es, si la subjetividad prima por sobre lo objetivo, ningún lugar ni sentido tendría la existencia de algún principio o verdad.
El segundo problema es un tanto más grave, pues la consecuencia del relativismo es la adaptación permanente del sujeto a sus preferencias más mundanas. Lejos de poder construir un destino, naufraga detrás de sus pulsiones, sin siquiera comportarse de manera instintiva como un animal, sino rehén de la suerte en no caer en las miserias humanas, que pasan a ser justificadas bajo la subjetividad de quien las prefiere.
Esta concepción se ha llevado puesto bajo el paraguas de la modernidad todo tipo de principio ético, con su absurdo de promover mecanismos para el suicidio asistido, para aceptar las relaciones entre adultos y menores de edad si hay consentimiento, o bien para despenalizar el consumo de pornografía infantil.
A lo largo y ancho del planeta, durante los últimos 50 años con mayor profundidad, la globalización adoptó esta concepción como su ariete predilecto para barrer con las fronteras de la tradición o la protección del trabajo y las industrias locales.
Así se comenzó a imponer la tesis de la soberanía restringida o relativa, frente a la idea de la soberanía absoluta entre las naciones. ¿Qué significa esto? Las naciones a partir de la década del 70, pasaron a considerarse soberanas en forma relativa a sus preferencias, y se permitió la eutanasia nacional como posibilidad en la preferencia de los pueblos.
Los derechos de los pueblos pasaron a ser disponibles. En criollo, si los representantes públicos de una nación deciden endeudar a su pueblo y entregar hasta la última gota de su riqueza al capital extranjero, esa decisión hay que respetarla.
La concepción globalista nos planteó que esa posmodernidad y esa primacía de lo subjetivo por sobre lo objetivo, sólo podía encarnarse si se liberaban todas las barreras que nos habíamos impuesto desde el nacimiento de las naciones.
Comenzando por las barreras comerciales y del flujo de capitales, todo debía eliminarse, hasta llegar a la regulación del trabajo y de las fronteras.
Si bien la realidad existe, también es cierto que es más compleja de lo que se muestra. La labor de los ingleses siempre apuntó a quebrar las civilizaciones terrestres, afianzadas sobre la trascendencia de la familia, el arraigo, el trabajo y la industria, bajo el yugo del poder marítimo, donde lo que prima es la fluidez, el desarraigo, el comercio y los servicios de la intermediación.
Para ello, la tarea desde el mar siempre consistió en el contrabando, donde lo que prima es poner a unos contra otros, a quebrar la cohesión en pos del interés de cada parte.
La práctica inglesa siempre fue la del boxeador más que la del jugador de fútbol, donde el uso de ambas manos resulta fundamental para el combate, se pega con la izquierda y con la derecha, independientemente de cuál según el caso predomine.
El preámbulo que antecede la noticia que hoy vamos a contar, tiene que ver con ofrecer un contexto al debate del mundo del trabajo en este siglo.
Tanto desde la “derecha” como desde la “izquierda”, se ha abonado en las últimas décadas sobre la necesidad de modificar la legislación laboral para “adaptarse” a las nuevas realidades, sin hacer juicio de valor sobre lo que nos toca vivir, ni mucho menos cuestionar el hecho de que los fenómenos socioeconómicos no son producto del clima, sino de las decisiones que tomamos los seres humanos.
El relato neoliberal lo conocemos desde hace mucho tiempo. La legislación laboral, para esta posición, significa una barrera al libre flujo de capitales, a la libre competencia y a la libertad de los individuos de poder, incluso, decidir morirse de hambre.
Sin embargo, lo que nos tocó conocer en los últimos años fue el relato de la socialdemocracia y la denominada “nueva izquierda” o “progresismo”.
Desde un costado lumpen, se argumenta que la legislación laboral no contempla las nuevas realidades de la llamada “economía popular”, a la cual se le pone este mote por ser ni más ni menos que una economía de subsistencia.
El problema de esta posición es que por el contrario de aquello que pretende defender, tiene una forma gorila y antipopular de ver la economía. En vez de considerar que la riqueza la hacen los trabajadores y, por tanto, un obrero de una empresa metalúrgica también es parte de la economía popular, consideran que sólo es popular aquello que no tiene derechos o está fuera del sistema productivo.
Desde el otro costado, también progresista aunque cosmopolita y citadino, se argumenta que la “juventud” no está interesada ya en el modelo de trabajo tradicional, sino que tiene aspiraciones cambiantes, que no pretender estar en una empresa o fábrica toda su vida, sino viajar por el mundo y construir un destino más atado a sus preferencias circunstanciales que al proyecto de su comunidad.
Esta postura, también gorila y antipopular, termina por entusiasmar a quien en realidad todavía no trabaja o a aquel que vive de algún tipo de renta o mantención. En definitiva, una vez entrados en la vida adulta, el ser humano aspira en algún momento a poder realizarse con su trabajo tanto a sí mismo como a poder garantizar un mínimo grado de dignidad para su familia.
Es lógico que muchos jóvenes quieran viajar, ir a las metrópolis o vivir al día, cuando precisamente no se garantizan condiciones mínimas para poder desarrollarse en su Patria y en su tierra. Sin embargo, al preguntarnos sobre qué nos gustaría al momento de buscar trabajo, hay una coincidencia generalizada en buscar estabilidad, aguinaldo, vacaciones pagas y obra social, cuestiones que sólo provee el modelo tradicional de la economía industrial y la legislación laboral.
El cantar que unifica a todas las voces es el de la existencia de una sociedad posindustrial, donde la tecnología reemplazará a los trabajadores y nuestro único destino posible es el de ser consumidores, por lo cual debemos dedicarnos a la extracción de recursos naturales para obtener divisas que nos permitan subsistir, o bien atraer al turismo, para hacer de mundo un gran museo que nos deje divisas crocantes.
Sin embargo, la noticia que nos trae estas últimas semanas es la demostración de que podemos pensar otro tipo de economía, más allá de la aparente realidad que nos presentan como única posibilidad de existir. Una de las compañías de la sociedad posindustrial decidió arraigarse a la legislación de la sociedad industrial.
En España, Glovo es una de las empresas más importantes en la explotación de plataformas digitales de entregas a domicilio. Al mismo tiempo, es a nivel internacional una de las compañías que es utilizada para argumentar que es necesario cambiar la legislación laboral por “las nuevas formas de trabajo”.
El lunes de la semana pasada, anunció que modificará el modelo de relaciones laborales, dejando atrás la modalidad de autónomos para pasar a celebrar contratos laborales con sus dependientes.
La compañía tomó una difícil decisión luego de enfrentar numerosos procesos judiciales en los que se cuestionaba la figura de autónomos elegida. En una declaración ante la prensa de Delivery Hero, la propietaria de Glovo, dijo que buscaba “evitar más incertidumbres legales que deriven en un aumento de contingencias”, y que daba el paso “en el marco de su firme compromiso con España, su país de origen y principal mercado”, es decir, en respeto a la comunidad que le dio origen y vida como empresa.
Para llevar adelante el proceso de regularización de sus trabajadores, anunció que abrirá “mesas de diálogo con los agentes sociales”, es decir, una negociación colectiva con los trabajadores organizados.
La empresa venía siendo objeto de numerosas denuncias, que incluyó una de carácter penal por parte del Ministerio Público Fiscal contra el CEO de la empresa, Oscar Pierre, por presunto delito contra los derechos de los trabajadores derivado del modelo de negocio, en tanto significaba un fraude estructural que violenta las normas de orden público en materia de seguridad, higiene y seguridad social.
La noticia ha llegado a cada rincón del planeta, en tanto el fenómeno de plataformas digitales de reparto se ha catapultado en la mayoría de las ciudades. Un modelo de negocios que en muchos casos rinde en función del incumplimiento de los derechos laborales de quienes prestan sus tareas, y que por la tecnología y el manejo de datos tiende a la concentración y extranjerización.
En España, la denominada “Ley rider” obligó a tener personal asalariado a las personas que prestan servicios en las plataformas, aunque muchas de estas compañías decidieron desacatar la obligación impuesta por el país, so pretexto de su omnipresencia en los dispositivos móviles de los ciudadanos y el consumo de reparto digital consolidado en las ciudades.
A raíz de la decisión de Glovo, comenzó un proceso por el cual la democracia y la soberanía de las naciones todavía logran escribir páginas de la Historia.
3 | GNL
El camino hacia la reprimarización total de nuestra Nación se profundiza.
Ya en el mes de julio, se festejaba en distintos medios de comunicación que mediante la asociación de Pan American Energy con la firma noruega Golar LNG, nuestro país ingresaba a un “selecto grupo de exportadores de gas licuado”, planteando la distinción como una cucarda. Este acuerdo plantea que, a partir de 2027, se utilizará por 20 años un buque noruego que cuenta con la capacidad de realizar el proceso de licuefacción del gas, resolviendo el procesamiento y la logística. “Golar LNG ha celebrado acuerdos definitivos con Pan American Energy (PAE) para el despliegue durante 20 años de un buque flotante de gas natural licuado (FLNG) en la Argentina.” anunciaba la empresa noruega por aquel entonces.
Esta semana, la noticia del mundo energético es que YPF se suma a la movida. Con un 15% de participación, la firma nacional entrará en la sociedad Southern Energy, que es el resultado de aquel acuerdo entre Pan American Energy y Golar LNG al que luego se sumaron Pampa Energía y la británica Harbour Energy.
De esta manera, Southern Energy se compondrá de un 40% en manos de Pan American Energy, un 20% de Pampa Energía, un 15% en posesión de la británica Harbour Energy, un 10% de Golar LNG y un 15% de YPF.
Ahora bien: ¿los fierros? Todos noruegos. El buque FLNG Hilli de la empresa Golar LNG será el encargado de la exportación de 11,5 millones de metros cúbicos de gas a partir de 2027. La embarcación tiene una longitud de 300 metros y, si bien fue originalmente construida en 1975, en el año 2017 se le realizó la reconversión para el procesamiento de gas a bordo.
El buque noruego tiene una capacidad de producción de 2,45 millones de toneladas anuales de GNL, equivalentes a 11,5 millones de metros cúbicos de gas natural extraído de nuestro suelo. Ese trabajo de procesamiento de millones de toneladas de GNL, que podrían incluir miles de compatriotas con empleo calificado y producción nacional, adquisición de tecnología e innovación, es lo que nuestra Nación está dejando en manos extranjeras. Como lo marca la pauta de la dependencia: la entrega de recursos humanos para el procesamiento del valor agregado y el empleo extranjero.
Peor aún, el ingreso de YPF al Southern Energy nos lleva a presuponer que se abandonará el proyecto de la megaplanta de licuefacción en suelo argentino. Ese proyecto, que recientemente fue noticia por la puja entre Río Negro y Buenos Aires, significaría que el procesamiento del GNL se haría con trabajo e instalaciones argentinas.
La intendente de Sierra Grande, donde finalmente parecía que se localizaría la planta de licuefacción, había declarado en agosto que ya se estaban realizando capacitaciones para generar mano de obra calificada: “la idea es que, en primer lugar, la gente de Sierra Grande que tanto lo necesita, tenga la oportunidad de acceder a los puestos de trabajo, y para eso hay que trabajar en los perfiles que se requieren. Esto lo hacemos con el Ministerio de Educación, la Secretaría de Trabajo y con los diferentes sindicatos, en conjunto […] estamos realizando esas certificaciones de oficios, que van a permitir acceder al anhelo del pleno empleo, que cualquier intendente desea para su ciudad”. Las declaraciones de la intendente reflejan la visión de producción e interés nacional ante este tipo de oportunidades.
Sin embargo, lo cierto es que la decisión de ubicar la planta de licuefacción en Sierra Grande también llevaba, en el fondo, una visión exportadora primaria en vez de una visión industrial. En vez de plantear una ubicación estratégica para la baja de costos productivos mediante la energía barata, con cercanía a las grandes acerías o a los polos metalúrgicos, se optaba por la cercanía al puerto de aguas profundas de Río Negro, para que el costo logístico de la exportación sea meno, a medida de la extranjerización.
Si seguimos la lógica del “mal menor”, aunque el proyecto de la planta de licuefacción en Sierra Grande servía en última instancia al modelo primario exportador, implementaba infraestructura, empleo y cierto valor agregado nacional. Ahora, directamente se opta por la extranjerización de todo el empleo incorporado luego de la extracción del GNL.
Distintos medios nacionales festejan la decisión de YPF de sumarse a Southern Energy por la “reducción de costos” para exportar. Con el “aprovechamiento” del buque noruego, la argentina “podría no necesitar la construcción de una planta onshore -en tierra-, que demanda inversiones más grandes y un costo hundido enorme, contra el alquiler de barcos más pequeños”, se puede leer en algunas publicaciones de esta semana de los principales diarios.
También, las celebraciones llegaban por el acortamiento de los tiempos. La licuefacción en barco agiliza los plazos de exportación al unificarse con la logística, mientras países industriales de todo el mundo esperan ansiosos el fruto de nuestra tierra para continuar promoviendo su trabajo y su producción. En un estado quebrado, enfermo por la fiebre del dólar y aumentando sus niveles de deuda, esto se festeja, siempre bajo una premisa compartida de izquierda a derecha: el potencial exportador de energía de la Argentina.
4 | Deuda en dólares para pagar en pesos
El esquema económico del primer gobierno anarcocapitalista se sostiene a partir del blanqueo de capitales y el mega endeudamiento que lleva adelante el Tesoro Nacional (https://repliegue.com.ar/la-calma-del-ojo-11-24-v1/).
El colmo de la deuda externa a la que nos tienen acostumbrados hace años es el de la inconveniencia de endeudarnos en dólares para afrontar compromisos en pesos.
Lo que aconteció la semana pasada en relación al anuncio de un nuevo crédito del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), es la antesala del futuro programa que se intentará firmar con el Fondo Monetario Internacional.
El anuncio consistió en una nueva deuda externa por 1.000 millones de dólares. Mientras la deuda la vamos a tener que pagar en moneda dura, el destino de esos fondos se pautó en “la ejecución de cuatro partes:
“1) Mejoramiento de los programas de transferencias monetarias para los hogares con embarazadas y niños de hasta 48 meses.
“2) Mejoramiento del acceso de la población más vulnerable a servicios priorizados de primera infancia
“3) Fortalecimiento de la integración de “los sistemas de capital humano”.
4) Apoyo al Ministerio de Capital Humano en la gestión del Proyecto”.
La metodología de este tipo de créditos a los que nos acostumbra el Banco Mundial es la de siempre: los fondos en dólares ingresan al Banco Central, mientras que los programas son realizados mediante partidas presupuestarias en pesos por el Poder Ejecutivo, con supervisión de los organismos de crédito. Luego, la deuda la tenemos que cancelar en dólares, pese a que los programas sólo implican erogaciones en pesos, y encima tenemos representantes extranjeros insertos en los órganos de decisión.
El mega endeudamiento que lleva adelante el Tesoro Nacional ya ha alcanzado la misma deuda que tomó el gobierno de Cambiemos en los primeros dos años, el equivalente a 100 mil millones de dólares. Sin embargo, la mayoría de esa deuda se tomó en pesos y es de corto plazo, para ser exactos, con vencimientos en 2025 y 2026.
El programa de deuda que se intentará firmar con el FMI será para cubrir esos vencimientos en pesos, además de los vencimientos de la deuda de bonos en dólares. Es decir, el crédito del BIRF de deuda en dólares para realizar obligaciones en pesos, será probablemente la película a la que nos tendrán acostumbrados en los tiempos que vienen.
Toda junta, la deuda para el año que viene suma una necesidad de financiamiento de 25 mil millones de dólares para poder afrontar los compromisos, plata que no sólo no existe en nuestras reservas, sino que tampoco se podrán generar a través de una cuenta corriente que se estima en deficitaria para el 2025 por 6 mil millones de dólares.
La pregunta de siempre es quién va a poner la plata. La suba de los bonos y la baja del riesgo país es la confianza ciega del sector financiero en que, nuevamente, la plata la va a poner el pueblo con más ajuste y entrega.
5 | Volver a casa
Incluso en los momentos de profunda extranjerización de nuestra Patria, nuestras Fuerzas siguen valorizando la presencia en el Atlántico Sur y la Antártida. Esta semana, después de más de medio siglo, la Armada Argentina volvió a operar con aviones en el continente antártico.
El pasado miércoles 27 de noviembre, a las 4:33 de la madrugada, un avión Beechcraft TC-12B Huron perteneciente a la Escuadrilla Aeronaval de Vigilancia Marítima aterrizó en la Base Petrel, habiendo salido desde la Base Aeronaval de Río Grande. Además, el TC-12B Huron fue escoltado por uno de los Lockheed P-3C Orion recientemente adquiridos (https://repliegue.com.ar/los-abuelos-del-acero-contexto-semanal-09-24-v-1/). Esta nave realizó las tareas de control, seguimiento e indicación para asegurar el correcto aterrizaje. Además, acompañó el trayecto del TC-12B Huron en su configuración SAR (búsqueda y rescate).
Con este aterrizaje, la Armada pone fin a 51 años de ausencia de sus unidades aéreas en el continente blanco. Para que ello sucediera, se realizó una planificación de 6 meses. Además de poner en valor la capacidad material de nuestras Fuerzas, el ejercicio requirió de la puesta a punto de uno de los elementos más importantes para la presencia argentina en el Atlántico Sur: los recursos humanos calificados.
Tanto pilotos como tripulantes y mecánicos fueron especialmente entrenados para esta misión, que demuestra la capacidad de abastecimiento, rescate y logística de nuestras Fuerzas. Además, este tipo de ejercicios aportan al entrenamiento de las capacidades de búsqueda y rescate, evacuaciones sanitarias y aprovisionamiento, claves en el soporte necesario para los proyectos de nuestra Nación en la Base Petrel y en todos los establecimientos en suelo blanco.
Pucará Defensa recuerda, en su sitio web, aquel primer vuelo de un avión argentino hacia la Antártida, realizado por la Aviación Naval el día 6 de febrero de 1942, cuando un Boeing Stearman 76D-1, perteneciente a la Escuela de Aviación Naval, llegó al continente. Este legado histórico se interrumpió luego del último vuelo de la Armada Argentina en 1973, donde se utilizó un Havilland Canada DHC-6 Twin Otter. Esta semana, 51 años después, recuperamos lo que nuestra Nación precisa como una sana rutina de mayor presencia en nuestro territorio del Atlántico Sur.