Dividen para reinar | Contexto semanal 09.24 V.2

Los presentes sucesos son un compilado arbitrario y caótico de los tiempos que se vienen.

Hoy en Geopolítica y Actualidad Nacional escriben Marco Stiuso y Ariel Duarte. 

1 | El viejo paradigma

2 | Industria vs. guita

3 | Unidos para el espectáculo

4 | La gran pérdida 

5 | Ciencia inhalable


1 | El viejo paradigma

El hambre por abastecerse de energía y alimentos, y la necesidad de ubicar su excedente de producción donde el mundo de hoy lo permita, es el cóctel que lleva a China a continuar desplegando sus brazos a lo largo y ancho del globo.

Esta semana, uno de los escenarios más importantes para la extensión geopolítica de Pekín mostró la apuesta de Xi Jinping por continuar potenciando las prácticas del viejo mundo. La novena edición del Foro de Cooperación China-África tuvo como protagonista estelar al presidente chino.

La cumbre se celebra desde 2006 y reúne a jefes de Estado africanos con las autoridades chinas y sus empresarios. En esta ocasión, casi 400 representantes de empresas chinas participaron junto a una cifra similar de empresarios africanos. Esta particularidad se da en el marco de un constante crecimiento en el comercio entre África subsahariana y el gigante asiático desde inicios de siglo. Siguiendo fuentes citadas por el diario La Razón de España, en la última década, el comercio con China pasó de representar el 6,3% del total de la región subsahariana, a superar el 20%. Por el contrario, el comercio con la Unión Europea cayó del 29% al 24%.

Esta participación de China en el comercio internacional se ha fundamentado sobre las bases filosóficas y económicas del Consenso de Washington, que creó el esquema globalizador del cual hoy Pekín se sirve. Es así como los foros económicos y financieros globales, así como muchas de las ferias comerciales más importantes, han visto crecer la presencia asiática como protagonista de dichos espacios.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, presente en el Foro de esta semana, respaldó incluso a China como el garante de uno de los conceptos surgidos del globalismo: “la asociación de China con el continente africano es el pilar principal de la Cooperación Sur-Sur”. Es la llamada Cooperación Sur-Sur el marco conceptual en el que China se expande comercial y financieramente.

El resultado del noveno Foro de Cooperación China-África fue una fuerte apuesta de Xi Jinping hacia la región subsahariana como proveedora de energía y alimentos, componentes vitales para el funcionamiento de la monstruosa economía china.

En sus medidas generales hacia la región, Xi Jinping anunció que eliminará el 100% de los aranceles a las exportaciones de 33 países africanos. China no precisa tener cautela en la protección del empleo y la industria nacional frente a las exportaciones primarias provenientes del África, por lo cual puede ofrecer esta medida sin poner en riesgo su producción manufacturera. Además, el presidente anunció un desembarco financiero de más de 50.000 millones de dólares en los próximos tres años, una suma sideral que supera al PBI de varios de los países presentes en el Foro.

De esos más de 50.000 millones de dólares, unos 29.600 millones serán destinados a líneas de crédito, casi 11.300 en asistencia (sin mayor detalle por el momento), y otros 10.000 millones serán inversiones de empresas chinas en suelo africano.

Cabe prestar atención a esto último. El destino de las inversiones chinas en África da cuenta de las necesidades del gigante asiático y sus objetivos en el plano internacional. En una situación de imposibilidad de autoabastecimiento energético y alimentario, el objetivo de garantizar el faltante desde el resto del mundo requiere de dos componentes fundamentales: la eficiencia en la producción primaria y la infraestructura. Esta semana, en el marco del Foro, se anunciaron varios proyectos que apuntan a estas dos cuestiones.

En primer lugar, en términos generales, Xi Jinping afirmó el compromiso de China de ejecutar 30 proyectos de infraestructura en África, enfocadas tanto en el transporte vehicular, ferroviario y marítimo. En este sentido, pueden identificarse algunos ejemplos.

En el caso de Tanzania, se dió a conocer, por medios de comunicación oficiales, la construcción de una línea férrea paralizada que conectará a dicho país con Zambia. Este proyecto, que requerirá una inversión de 1.000 millones de dólares, mejorará el acceso y la logística de la zona agropecuaria y de minas de oro y gemas.

Por su parte, Zimbabue se subió al tren de las inversiones chinas con una declaración conjunta de ambos países en la que Beijing promete cooperación en agricultura, minería, energías tradicionales e infraestructura. Además, se cerró un acuerdo entre los presidentes para la exportación de paltas del país africano al mercado chino.

Una vez finalizado el Foro, se realizó en Beijing una reunión entre el presidente de Nigeria, Bola Tinubu, y Xi Jinping. Allí, el presidente chino se comprometió a aportar financiamiento y soporte técnico para el plan de infraestructura del país africano, que incluye proyectos de autopistas, ferrocarriles e infraestructura energética.

Además, firmaron un acuerdo para la exploración minera, con equipamiento y asesoramiento técnico chino, y otro acuerdo de transferencia de tecnología para la agricultura, con inversiones en el sector agropecuario de Nigeria. Por otro lado, avanzaron en cuestiones de ciberseguridad y telecomunicaciones, lo que en muchos casos implica transferencia de datos e información sensible. Para cerrar, acordaron otro swap de monedas, consecuente con el interés de Pekín de diseminar sus billetes para ganar protagonismo en el intercambio comercial internacional.

China sigue jugando al viejo mundo, y encuentra en África el espacio ideal para su desembarco financiero y su necesidad de saciar el hambre de energía y de alimentos abundantes de su economía.


2 | Industria vs. guita

Se acerca una de las mayores definiciones del año, que determinará, en cierta medida, el devenir de los conflictos y las posibilidades de desarrollo en distintas regiones del mundo.

En la recta final hacia las elecciones presidenciales, Donald Trump y Kamala Harris comienzan a mostrar indicios de sus modelos económicos para la próxima administración de la Casa Blanca.

En el debate del día de ayer entre Trump y Harris, no se profundizó demasiado sobre cuestiones económicas, aunque sí han quedado explícitos los lineamientos generales de cada candidato.

Por el lado de Kamala Harris, se plantea una “economía de oportunidades”, recortando impuestos y otorgando créditos a las familias y los pequeños negocios, poniendo particular foco en el costo y el acceso a la vivienda.

Por su parte, Trump fue conciso y no explicó su plan de gobierno, aclarando que es “un libro abierto” ya que todos saben lo que va a hacer: “recortar impuestos y crear una gran economía como lo he hecho antes. Hemos tenido la mejor economía”.

Sin embargo, lo más interesante del debate económico se dió cuando entró en escena China. Luego de que Trump mencionara al gigante asiático, la reacción de Harris fue afirmar que fue el ex presidente quien “les vendió chips americanos a China para ayudarlos a aumentar y modernizar sus capacidades militares”.

Esto demuestra el consenso básico del arco político estadounidense: a la hora de defender y promover el trabajo nacional, el enemigo es China. Con sesgos y modelos diferentes, republicanos y demócratas pelean por quién ha sido más o menos benevolente con Pekín.

Ahora bien, si deseamos entrar en mayores detalles sobre el plan económico de Harris o Trump, debemos ir más allá del debate de ayer. Durante estas últimas semanas, ambos candidatos han anunciado ejes clave de sus programas económicos en distintas ocasiones.

Por el lado de Trump, algunos lineamientos de su hipotética segunda administración fueron anunciados el pasado jueves en su discurso en la reunión del Club Económico de Nueva York, frente a representantes de Wall Street. Allí, se puso en valor la visión objetiva de Trump sobre la economía, centrándose en la competitividad, los costos industriales y el abastecimiento.

En primer lugar, Trump pone en el centro del programa económico a la producción energética, que ya viene siendo explotada desde la “Shale Revolution” puesta al servicio de la industria metalúrgica. En este sentido, busca impulsar aún más la producción de hidrocarburos (que ya se encuentra en niveles históricos) para bajar el costo del combustible y de la energía, como punto crítico para frenar la inflación.

“Vamos a volar a través de cada obstáculo burocrático para emitir aprobaciones rápidas para nuevas perforaciones, nuevos oleoductos, nuevas refinerías, nuevas centrales eléctricas y reactores de todo tipo. Los precios caerán inmediatamente en previsión de este tremendo suministro que podemos crear con bastante rapidez, y seremos el líder en lugar del rezagado», afirmó Trump, dejando en claro el entendimiento de la energía como una de las claves para la industria y el consumo.

Ya en el mes de abril, Trump había recibido a magnates petroleros en su residencia de Mar-a-Lago, en una reunión que trascendió por su solicitud de financiamiento a los empresarios para la campaña electoral. En dicha reunión, Trump prometió eliminar las regulaciones que el sector petrolero identifica como obstáculos para potenciar la producción.

Claro está, la importancia que Trump le da a los hidrocarburos se explica por su modelo de economía industrial, donde la energía es el costo de los costos. Sin embargo, en el contexto actual, bajo la gran confrontación con China y la amenaza de sus manufacturas baratas y sus relocalizaciones a lo largo y ancho del mundo, la administración del comercio exterior resulta igualmente importante. Es por ello que el propio Trump propuso un arancel general del 10% a todas las importaciones, y en el caso de las provenientes de China, elevarlo al 60%, en una clara profundización del esquema de defensa comercial e industrial.

En este esquema, una de las grandes cuestiones gira en torno a la industria automotriz y la movilidad sostenible, donde China ha tomado la iniciativa y comienza a poner en peligro a los fabricantes occidentales. Trump promete salvar a la industria automotriz de “la destrucción total” que significa la resolución del gobierno de Joe Biden que, a través de la Agencia de Protección del Medio Ambiente, estableció el objetivo de que hasta dos tercios de los nuevos coches vendidos sean eléctricos en 2032. Esto, según Trump, “no es una regulación gubernamental, es un asesinato a los empleos y la industria”.

Para sentenciar su visión industrialista y de empleo nacional, Trump afirmó que “China está construyendo algunas de las plantas más grandes del mundo. Esas plantas estarán en Estados Unidos y nuestra gente estará a cargo de ellas”. Para eso, además de la protección arancelaria, Trump reducirá los impuestos a las corporaciones del 21% actual al 15%, atento a que si las fábricas, “subcontratan, deslocalizan o sustituyen a trabajadores estadounidenses, no podrán acogerse a ninguno de estos beneficios. De hecho, pagarán un arancel muy sustancial cuando un producto venga de otro país». Internamente, se comprometió a que en su segundo mandato eliminará “un mínimo de diez regulaciones por cada una nueva». 

Todo ello, acompañado de una visión de exclusión y xenofobia, de la cual se nutre su nacionalismo industrial. En el debate de ayer, Trump tuvo recurrentes alusiones a la inmigración como un problema para Estados Unidos, llegando a afirmar que es “lo peor que le podría haber pasado a la economía”. Por eso, ha prometido antes del debate aplicar «deportaciones masivas» y  prohibir la concesión de hipotecas para inmigrantes indocumentados, para hacer frente a la falta de viviendas en el país.

Por el lado de Kamala Harris, si bien mostró un mayor nivel de detalle de su programa económico en el debate, los lineamientos generales del mismo fueron profundizados esta semana en un discurso en New Hampshire. Allí, mostró su visión de la economía y el rol que el manejo del dinero público tendrá si llega a la Casa Blanca.

En síntesis, su plan económico se basa en una transferencia de dinero a partir de la gestión de impuestos y subsidios. Se subirán los impuestos a las corporaciones para ampliar la red de seguridad social y otorgar créditos fiscales a familias y beneficios a pequeñas empresas. 

En este último caso, se propone una multiplicación por 10 de la deducción fiscal para las nuevas empresas y una reducción de la burocracia para los pequeños negocios.

En relación a las familias, Harris pone especial foco en la cuestión de la vivienda, con un plan cuatrienal de acceso a la vivienda, también centrado en el dinero: concesiones de hasta U$S 25.000 y desgravaciones fiscales de U$S 10.000 para compradores de su primera vivienda y la creación de un fondo de U$S 40.000 millones para construcción de nuevas viviendas. A ello se suma un plan de créditos fiscales de hasta U$S 6.000 para familias de clase media y baja con hijos en su primer año de vida y la prorrogación de la Ley de Asistencia Asequible, que establece subsidios y expira a fines del año próximo. Paralelamente, buscará ampliar el límite de gastos para afiliados y no afiliados de Medicare, la agencia federal del Departamento de Salud y Servicios Sociales del país norteamericano.

Para enfrentar la tensión inflacionaria, Harris propone prohibiciones federales a precios abusivos, sin dar mayores detalles. En términos impositivos, se plantea un impuesto de sociedades del 28%, que revertiría la decisión de Donald Trump de reducirlo del 35% al 21% en 2017.

El programa económico de Kamala Harris cuenta con el apoyo de los grupos financieros de Estados Unidos. De hecho, ella misma dejó entrever el apoyo de Goldman Sachs a su candidatura en el debate de ayer. Previamente, la corporación financiera había publicado un artículo en el que preveían una ralentización de la economía estadounidense bajo las políticas propuestas por Trump, mientras que una hipotética gestión de Kamala generaría “un ligero crecimiento” en 2025.

Sumado a Goldman Sachs, el Deutsche Bank también planteó públicamente una postura en contra de la candidatura de Trump. Matthew Luzzeti, su economista jefe, declaró que «más proteccionismo [y] aranceles más altos actúan como un shock de oferta negativo, que reduce el crecimiento y eleva la inflación, al menos en el corto plazo», haciendo alusión a las propuestas del ex presidente.

En el plano de las alianzas queda evidenciado, entonces, para donde apuntan los modelos: Trump promueve a los sectores industriales manufactureros; Harris, al mundo de las finanzas.

Sin embargo, estos sesgos no recaen sobre los consenso básicos de Washington: el enemigo en común es China, la industria militar no se toca y la siderurgia es fundamental para ello. De hecho, la propia Kamala Harris declaró este lunes que se oponía a la adquisición de US Steel por parte de Nippon Steel, la siderúrgica japonesa, la cual finalmente parece que será bloqueada por Joe Biden. La ideología de la guita, en Estados Unidos, llega sólo hasta cierto punto, sin desmadres.


3 | Unidos para el espectáculo

Finalmente, se ratificó en el Congreso Nacional el Decreto N° 782/24 que vetó el aumento de las jubilaciones de la Ley N° 27.756.

Según un estudio de la Fundación Éforo perteneciente al sindicato de la Asociación del Personal de los Organismos de Control de la CGT, la fórmula actual ofrecía una jubilación mínima de $304.000, mientras que con la fórmula votada por el Congreso se proyectaba una mínima de $317.000.

La discusión del sistema político en las últimas semanas fue de un aumento de corto plazo de $13.000 para los jubilados. Es decir, se vio cristalizado -en esta oportunidad con los ancianos como rehenes-, la existencia de una clase política totalmente alejada de la realidad social de nuestro pueblo. 

Mientras un sector vociferaba la amenaza a la estabilidad fiscal del gobierno para vetar una nueva fórmula jubilatoria, el otro sector intentó condensar la lucha política en ratificar una fórmula jubilatoria votada en ambas cámaras junto con sectores del Pro y la UCR.

El primer sector siempre existió y va cambiando de caretas. En algún momento fue el veto al 82% móvil para la jubilación mínima de 2010, bajo el argumento de no preverse recursos fiscales para su implementación. Luego el veto tuvo cara de amenaza, cuando frente a la votación de la nueva fórmula jubilatoria fue el presidente de ese entonces quien advirtió vetar cualquier aumento no previsto en el cálculo propuesto. El otro antecedente fue un veto de necesidad y urgencia, cuando a fines de 2019 el nuevo presidente por decreto repuso la fórmula anterior que priorizaba aumentos por ingresos fiscales más que por inflación, cuando la senda inflacionaria significaba un peligro inminente para la pérdida de poder adquisitivo de los jubilados. 

El segundo sector se viste de oposición y confronta a través de las fórmulas aprovechándose de un tema que sensibiliza al conjunto del pueblo. Allá por el 2017, mientras se movilizaban diversos sectores sociales en defensa de los jubilados, la clase política de la oposición pactaba con el jefe de gobierno de la Ciudad una confrontación callejera en la cual se observaban cadetes de 18 a 20 años poniendo la cara para recibir las piedras. Sin embargo, en lo concreto, la fórmula que se proponía era adecuada para los tiempos inflacionarios que se venían, en tanto reemplazaba los ingresos fiscales como variable para priorizar el aumento del índice inflacionario. 

En la confrontación que nos tocó asistir en las últimas semanas, nuevamente la clase política de la socialdemocracia llevó la voz cantante en un debate que desconocía la pérdida de poder adquisitivo de las jubilaciones desde 2017 y sólo se ocupaba de los últimos meses. Mientras pactan con el Presidente la conformación de una nueva Corte Suprema, convocaron a las diversas organizaciones sociales y políticas a la calle -previa juntada de firmas- para presenciar a una nueva derrota preanunciada en los diarios, con la ilusoria expectativa de poder torcer el rumbo de un debate ya arreglado por los jefes de cada sector. Es decir, al igual que con la Ley Bases, se condujo al pueblo a un escenario donde la derrota estaba garantizada, con la triste y perversa actitud de las clásicas minorías intensas, que esperan la existencia de algún muerto para nuevamente desfilar por los programas de televisión -ahora de streaming- en procura de los derechos humanos y la democracia. 

El último antecedente, el de la ley bases, tuvo como máxima expresión del espectáculo a un importante gobernador que durante semanas convocó a movilizarse para frenar la ley bases, y el día D en el que el Congreso se preparaba la represión, esa misma mañana se tomó un avión a Italia en búsqueda de una foto con Francisco.

Sin lugar a dudas que la lucha de los jubilados es una deuda pendiente de todo el sistema político con un sector fundamental de la clase trabajadora, la pérdida del poder adquisitivo de los jubilados no sólo afecta a quien cobra un haber previsional, sino también al conjunto de la familia que debe sostener a sus padres y abuelos que no llegan a fin de mes. 

La peor derrota es la moral, en tanto la clase trabajadora pasiva es la memoria viva de la Argentina Industrial que todavía espera su turno frente a un mundo que transita hacia el valor agregado y el proteccionismo. 

La deuda tiene largo rato, mientras en valores actuales los haberes jubilatorios mínimos pasaron de $275.449 en agosto de 2010 a $443.136 en septiembre de 2013. Luego de la reforma en 2017, el haber mínimo pasó de $430.211 en septiembre a $364.844 en agosto de 2018. Al restaurarse la vieja fórmula (por decreto en 2019 y finalmente por ley en 2021), de un haber mínimo de $332.107 en febrero de 2020 se pasó a una jubilación mínima de $280.364 en noviembre de 2022. Las jubilaciones continuaron su derrotero con el nuevo gobierno, que a partir del decreto de necesidad y urgencia 274 de este año, después de haber desatado un aumento abrupto de la inflación, decretó que la mínima se actualice según el índice de precios aunque sin contemplar los de los primeros meses del año, con lo cual los valores proyectados para 2024 y 2025, conducen a una jubilación mínima de $230.572 en diciembre de 2024 y $232.205 en diciembre de 2025, sin contar los bonos. Los valores antes mencionados son a valores actuales, para entender sobre números concretos de hoy cómo es que le robaron a los jubilados toda la clase política, incluida la que venía a destruir a «la casta». 

En definitiva, nuestro pueblo asiste a un nuevo espectáculo teñido por la vergonzosa actuación de un partido nacional e histórico, cuyos diputados primero votaron una ley para luego votar por el veto de esa misma ley. Mientras tanto, la autodenominada oposición que quiere combatir la «ultraderecha» seguirá acordando el punto de confrontación donde poder negociar, entre otras cosas, la continuidad de una lógica de oficialismo y oposición a espaldas de las necesidades de la población y de una patria con más de la mitad de su territorio ocupado por la principal potencia extranjera.


4 | La gran pérdida

La evolución del trabajo marca una tendencia en los últimos 10 años: la destrucción del aparato productivo y del trabajo. 

Entre 2014 y 2024, la población pasó de 42,67 millones de personas a 47,06 millones de personas, unas nuevas 4,39 millones de personas (+10%). 

Sin embargo, la población económicamente activa, en condiciones de trabajar, la cual se mide en los aglomerados urbanos, pasó de 18 millones de personas a 14,2 millones, una reducción del 22%. 

La gran pregunta es qué pasó con esa población económicamente activa en los últimos 10 años, a dónde fueron a parar, de qué trabajan, cómo se compone, y allí observamos que mientras la cantidad de asalariados del sector privado formal subieron en 146.207 personas, los del sector público aumentaron en 563.048 personas, los monotributistas aumentaron en 631.937 personas y los monotributistas sociales lo hicieron en 291.637 personas.  

Si bien en la cápsula de la metrópoli citadina pueden escucharse debates filosóficos posmodernos sobre el fin del trabajo o de la industria, y con ello se busca también la destrucción de los derechos sociales que nacieron a partir del siglo 20, la realidad es que los incrementos de trabajadores en el sector privado formal no obedecieron a una política económica, sino a la destrucción de las posibilidades industriales, el poder adquisitivo y la necesidad de la población de rebuscarse ya sea mediante contratos precarios con los municipios, provincias o Nación, o bien en changas y trabajos informales sin reconocimiento de la relación de dependencia. Lo que algunos venden o analizan como una nueva economía, otros la viven como un sálvese quien pueda. 

Si sumamos el aumento de los trabajadores del sector público y de las diversas formas de monotributo, nos encontramos con que en 10 años la economía albergó casi 1,5 millones de personas en figuras alternativas a los amparados por la Ley de Contrato de Trabajo, 10 veces más que los trabajadores asalariados del sector privado. 

La última década fue una verdadera pérdida para el sector productivo e industrial, y ahora nos toca debatir con los posindustriales que pretenden explicar que las consecuencias de la destrucción del aparato productivo en realidad son las causas de una tendencia mundial que espera consolidarse en Argentina. 


5 | Ciencia inhalable

Nuevamente, el trabajo público privado en materia de salud lleva a nuestra Nación a lo más alto.

Gracias al trabajo conjunto entre Laboratorios Química Luar y el sistema científico tecnológico argentino, expresado en distintas instituciones, nuestro país recibió un premio internacional otorgado en Ginebra, por las Naciones Unidas.

Se trata del desarrollo de un ibuprofeno inhalado utilizado como terapia antiinflamatoria, lo cual resulta efectivo contra virus y bacterias sin generar dependencia farmacológica. Se basa en una solución hipertónica de ibuprofeno (ibuprofeno soluble) que, al ingresar al sistema de nebulización, crea partículas con efecto viricida que generan lisis, es decir, la muerte del virus.

Previamente, el investigador del CONICET Dante Beltramo, uno de los inventores del desarrollo, había logrado modificar la molécula del ibuprofeno para hacerla soluble en agua y así administrarlo en nebulizaciones, con el objetivo de tratar a pacientes con fibrosis quística.

Ahora, el desarrollo premiado en Ginebra ya se utilizó en miles de personas y mostró eficacia antiinflamatoria en pacientes con COVID-19, EPOC, bronquiolitis y hasta tuberculosis, además de generar impacto positivo en casos de fibrosis quística.

Este desarrollo es un resultado más del vínculo y la cooperación entre el sector privado y el sector público. En este caso, entre el Laboratorio Química Luar, el CEPROCOR ( centro Científico-Tecnológico de Córdoba), el CONICET y el Instituto de Medicina y Biología Experimental de Cuyo (IMBECU) de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCU).

Tanto los titulares del laboratorio nacido en la década del 70’, como los investigadores del sector público involucrados, recibieron uno de los Premios de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual, destacando junto con otras 24 empresas entre casi 700 candidatos de 107 países 

Cabe destacar que, de las 24 empresas premiadas, sólo nueve son PyMes, y Química Luar es la única del continente americano, elevando con orgullo la ciencia nacional, cuyo propósito describe a la perfección Dante Beltramo: “El desarrollo implicó todo un desafío y el premio que se nos ha otorgado es uno de los objetivos que plantea el sistema científico tecnológico, que es que la ciencia y sus saberes útiles puedan ser aplicados en asociatividad con empresas privadas”.

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