Los presentes sucesos son un compilado arbitrario y caótico de los tiempos que se vienen.
Geopolítica y Actualidad Nacional es una sección a cargo de Marco Stiuso y Ariel Duarte.
1 | El peor final de ciclo
2 | Acercarse hasta ahí nomás
3 | Hacia la Consolidación Nacional
4 | Un viejo y progre pirata
5 | Convenio Colectivo en Fabricaciones Militares
1 | Las tres generaciones del fin de ciclo
Los ciclos políticos responden a la fuerza política que ejerce el poder institucional, mientras que los ciclos económicos obedecen al patrón de acumulación y crecimiento de una economía.
Los ciclos dados entre economía y política no necesariamente coinciden, bien porque se establecen políticas de estado que superan gobiernos, o bien porque el gobierno entrante no quiere ser responsable del final inevitable de un ciclo económico agotado.
A modo de ejemplo, el 1 a 1 que nació en 1991 tuvo como ciclos políticos al menemismo y a la Alianza, mientras que el ciclo económico iniciado con Duhalde -devaluación, pesificación asimétrica, aumentos salariales por decreto, plan jefas y jefes de hogar, retenciones agropecuarias y consenso productivo industrial- atravesó los gobiernos de Kirchner y casi la totalidad de los gobiernos de Cristina.
El último ciclo económico que hoy estamos viviendo tuvo su inicio en febrero de 2014, se coronó a fines de 2015 y navegó entre ataduras de saliva desde 2019: lo que antes era industrializar la Nación y generar empleo en el sector privado formal devino en una búsqueda esquizofrénica por acceder a dólares; lo que antes era apuntalar el salario mediante el pleno empleo del trabajo registrado, devino en parches permanentes por sostener niveles de consumo mediante subsidios. En fin, durante casi 10 años (2014/2023), la especulación y la renta reemplazaron a la producción y al trabajo.
Las medidas que inauguraron el ciclo económico en febrero de 2014 fueron:
1) una arbitraria y deliberada devaluación del 20% de la moneda como método para mejorar la competitividad de nuestras exportaciones y el ingreso de divisas;
2) un arbitrario y deliberado aumento de la tasa de interés de referencia, es decir, del precio para acceder a financiamiento en pesos, y con ello la creación de una bola de nieve de deuda del Banco Central como método de regulación de la cantidad de pesos circulantes en la economía.
La devaluación hacía que ingresaran más pesos a la economía cuando se liquidaban los dólares. Para evitar su devenir inflacionario el Banco Central los absorbía a cambio de Letras (deuda) de corto plazo con elevado interés (precio). Las famosas Lebac coparon la escena pública.
Las causas del agotamiento del ciclo productivo iniciado en 2012 fueron múltiples, aunque muchos individualizan el estancamiento del crecimiento que sufría nuestra economía. Hacia 2012 y 2013 las elevadas importaciones de energía e insumos industriales generaron una merma en la capacidad de reinversión, el consumo ya no impulsaba el ciclo virtuoso de la economía y desde la presidencia se empezaba a hablar de “sintonía fina”. Tal como le sucedió a Perón en su primera etapa industrial, comenzaron a faltar los dólares para promover el desarrollo.
Sin embargo, en vez de apoyar la iniciativa de un consenso entre capital y trabajo para mejorar la productividad y promover la exportación de trabajo argentino, se optó por apuntalar las rentas extraordinarias de materias primas mediante la devaluación; especular con el ingreso de divisas a partir de la suba de tasa de interés en pesos y promover el endeudamiento en dólares mediante la emisión de bonos.
La devaluación generó lo inevitable, comenzó una violenta transferencia de ingresos de quienes ganaban a fin de mes por su laburo hacia quienes cuentan con rentas derivadas de exportaciones primarias.
Luego, el aumento de la inflación producto de una moneda devaluada fue abordada sistemáticamente con el aumento de las Lebacs que enfriaban la economía, es decir, las tasas de interés de referencia fijadas por el Banco Central aseguraban a los bancos una sobretasa de ganancia para que retiraran el dinero de la economía real y evitaran corridas contra la moneda nacional devaluada.
El cuello de botella digitado con una política económica especulativa requería un financiamiento externo permanente, en tanto los pesos cada vez valían menos y era necesario financiar a la administración pública nacional, provincial y municipal, así como garantizar el pago de anteriores deudas, sin afectar la capacidad de consumo heredado del ciclo virtuoso anterior.
Tras los acuerdos de financiamiento con el Club de París en 2014 vino la emisión de bonos con el mercado financiero internacional en 2015 para pagarle a Repsol por la estatización del 51% de YPF. El gobierno de Cambiemos hizo lo suyo a partir del arreglo con los Fondos Buitre, y Argentina volvía a desembarcar en los mercados de deuda financiera de Wall Street.
La deuda achacada con el Fondo Monetario Internacional de 2018 tuvo una antesala de casi 100 mil millones de dólares de deuda con fondos de inversión y bancos extranjeros que, tiempo después del absurdo bono a 100 años, un día decidieron no financiar más la economía argentina.
El gobierno iniciado a fines de 2015 fue la coronación del ciclo económico que el domingo despedimos. Las devaluaciones se hicieron constantes y la suba de la tasa de interés pasó a ser la principal variable de la actividad económica: ya no valía tanto crear trabajo e industrializar el país, sino más bien acceder a financiamiento externo y garantizar la tasa de ganancia de los bancos que operan en Argentina así los pesos depositados no se volcaban al dólar.
El día que el financiamiento se agotó y acudimos al prestamista internacional de última instancia, el final fue cantado: recetas de austeridad, más devaluación e inflación, suba de tarifas, pedidos de reformas estructurales, riesgo país, entre otras palabras, conformaron la nueva jerga del debate público.
Para 2019, la discusión ya dejaba de ser si era necesario ajustar la economía, sino cómo y a qué velocidad debía implementarse. Lo que unos habían sintetizado en el debate de “gradualismo” o “shock”, la experiencia socialdemócrata del presente gobierno prefirió patear el problema hacia delante, a costa de una escalada inflacionaria, la multiplicación de los tipos de cambio paralelos y la desesperación por el acceso a nuevos dólares de deuda.
La idea de apalancar el consumo y el desarrollo nacional mediante la emisión o el financiamiento externo tuvo su triste final en una inflación espiralizada, un aumento estrepitoso de los índices de pobreza, una deuda de importaciones que equivale a un préstamo más con el Fondo, y reservas que no aguantan la más mínima turbulencia internacional.
El desenlace era el de siempre, aunque la audacia del ministro candidato posibilitó durante un año más patear las inconsistencias. De tal modo, la inflación fue maquillada mediante salvavidas financieros de organismos bilaterales, utilización de yuanes chinos y préstamos de naciones árabes: había que llegar a las elecciones.
La Unidad Nacional proclamada en agosto de este año anticipó el final de un ciclo, se proponía salir del laberinto financiero y monetario mediante un gran acuerdo entre los sectores del Capital y el Trabajo, lo que desde la Secretaría de Comercio se había intentado en 2012 y que la CGT había propuesto mediante su programa de 21 puntos.
En aquel fatídico 2012 primó el divide y reinarás, los unidos y organizados contra el resto, la retórica sobre la existencia de una “aristocracia obrera” y que las conquistas sociales no eran de los trabajadores organizados, sino de las élites gubernamentales que nos regalaban beneficios. Diez años después, la propuesta de Unidad Nacional llegó tarde y nadie creyó que eso fuera posible.
Frente a la tardía propuesta de Unidad Nacional para industrializar el país, primó la tentación del Dios Shiva de dinamitar todo y empezar de vuelta. Coronado el triunfo de los libertarios, hoy nos toca reflexionar sobre las erróneas caracterizaciones que se hicieron a lo largo de los últimos meses sobre la nueva fuerza política.
Las abultadas adjetivaciones del #MileiNo sirvieron más para el convencimiento de los propios que para clarificar el nuevo fenómeno liberal.
El anarcocapitalismo y el minarquismo de los libertarios no tienen nada que ver con el neoliberalismo, el monetarismo, el fascismo, la derecha o los epítetos que las viejas modas políticas ofrecen a los deseosos de facilismo.
Se creyó que el insulto del canoso progresismo podía derivar en el convencimiento de los indecisos. Se optó convencer del odio propio más que de realizar una profundo análisis estratégico de la nueva fuerza.
Para comprender qué significa La Libertad Avanza en Argentina vale la pena viajar a Grafton, una pueblo de New Hampshire, en el noreste de Estados Unidos, donde su población de mil habitantes se vio invadida por 200 libertarios que se propusieron a partir de 2004 radicarse y construir el primer paraíso liberal.
Eran en su mayoría hombres jóvenes y solteros, autodefinidos como “anarcocapitalistas” o “libertarios”, inauguraron el proyecto Pueblo Libre. Sus propuestas eran las de ejercer su libre derecho a traficar drogas, partes de cuerpo humano, canibalismo consensuado, no aceptaban impuestos, reglas o instrucciones de como vestirse en público. Luego de ganar las elecciones comenzaron por enajenar el patrimonio público y desarmar las reparticiones dedicadas a la recolección de residuos, la seguridad o la atención de incendios y emergencias: eran todas actividades que debían realizar los individuos a partir de su deseo, el mercado era más eficiente. El triste desenlace vino a partir de diversos hechos de inseguridad y violencia que la comunidad no pudo abordar, hasta que finalmente una invasión de osos salvajes hizo que los expulsaran en 2016. Era tanta la basura que se acumulaba en las calles que los animales de la zona consideraron que si era tierra de nadie también era de ellos.
A la luz de Grafton, comprendemos que la experiencia libertaria que hoy encarnará la República Argentina es mucho más grave que el regreso del neoliberalismo o el desembarco de las “nuevas derechas”.
En la plataforma de quien encarnará el comienzo de un nuevo ciclo económico, se advierten objetivos escalonados en reformas de primera, segunda y tercera generación, desde donde podrá observarse en cuales sectores sociales concretos comenzará la ruptura con el presente que vivimos.
El presidente electo cree en una sóla cosa, a la cual otorga carácter divino: la propiedad privada. Para el León de Chacarita los recursos son escasos y las necesidades son infinitas debido a la subjetividad del valor de las cosas (en eso coincide con los posmodernos). De allí que la Justicia Social para ellos es un robo, ya que si Dios hizo al universo inalcanzable para la dignidad humana, es injusto que algunos sean ultrajados a costa de una dignidad que es sólo para los más aptos.
Según el programa libertario, la normalización de la economía implica en una primer mandato de gobierno una reforma laboral, una reforma del Estado y una reforma monetaria, con una consecuente pérdida del poder adquisitivo del salario y de derechos laborales, liberalización de las monedas, reducción del gasto público y privatización de empresas públicas.
Dichas reformas serán acompañadas en la misma primera generación de una apertura unilateral de la economía, lo cual implica la liberalización de todos los aranceles a las importaciones y exportaciones, con la consecuente destrucción de la industria nacional que no pueda competir con la productividad extranjera.
En la segunda generación de reformas se prevé un nuevo recorte en los gastos estatales mediante el retiro voluntario de empleados públicos, programas sociales y pensiones, así como la privatización del sistema jubilatorio.
La tercera generación, quizá para un tercer mandato, implica la privatización de todo el sistema de salud y educativo con libre competencia y sistema de vouchers, así como una privatización de los sistemas de seguridad en manos de los propios ciudadanos.
Por las dudas, el presidente electo resaltó en diversas exposiciones que estas reformas serán implementadas en forma gradual, ya que “si no entendemos la lógica de las reformas estructurales y de la secuencialidad, puede terminar en un desastre macroeconómico que genera un problema social colosal”.
En definitiva, durante toda la campaña confrontamos con reformas que quizá nunca vamos a ver implementadas en el primer mandato, por lo que será una carta perfecta para la próxima campaña electoral la corroboración de que la “campaña del miedo” era real: se decía que iba a hacer cosas que después no hizo.
Sin embargo, el programa es evidente a la hora de identificar cuáles son los sectores sociales y el terreno en los cuales se desenvolverá la lucha en los años que vienen. Los mismos sectores sindicales que desde el progresismo se intentó mancillar, entre otras postales con la enfermiza toma del atril de la movilización en 9 de Julio de la CGT hacia 2016, hoy se posicionan como el principal puesto de combate si se quiere evitar el avance de los libertarios sobre los derechos de las personas que ellos venden como privilegios.
Quizá la primera autocrítica que nos merecemos es observar cómo esos mismos sectores sindicales, con una intuición estratégica propia de la sabiduría y la prudencia que los caracteriza, fueron los primeros en jugársela a fondo en la disputa electoral que sucedió este año.
Mientras que el progresismo se obstinaba por explicar el “No a…”, el sindicalismo tradicional optó por salir a enamorar por el “Sí a…”, aunque el gobierno saliente fuese uno de los duraznos con más pelusa de la Historia.
Para concluir, nos toca ahora tragar toda la saliva necesaria y con una profunda misericordia hacia nosotros mismos, involucrarnos de lleno en la organización de la clase trabajadora argentina, que con sus organizaciones sindicales deberá ahora encarnar quizá una de las resistencias más trascendentales de nuestra Era.
Los derechos sociales de la Ley de Contrato de Trabajo, la Ley de Entidades Sindicales, de Negociación Colectiva y de Conflictos colectivos de Trabajo, están por primera vez, después de 70 años, a punto de ser derogados.
2 | Acercarse hasta ahí nomás
Esta semana, en San Francisco, meca de las corporaciones tecnológicas internacionales, se llevó a cabo una “cumbre histórica” entre Xi Jinping y Joe Biden.
Si bien desde la parte estadounidense ya se estaba trabajando en bajar las expectativas previas al encuentro, luego de la reunión de 4 horas entre los mandatarios no se realizó ninguna declaración conjunta.
Lo que sí se pudo saber es que ambos mandatarios decidieron restablecer la comunicación militar para evitar medidas extremas sin aviso previo, cuestión que se había interrumpido desde que el globo aéreo chino penetró en la zona aérea norteamericana y fue derribado por la defensa yanki a modo preventivo.
En lo que a nosotros respecta, la Argentina abre un nuevo capítulo en las relaciones bilaterales con ambas naciones. Bajo la premisa de una globalización que ya no existe, el nuevo presidente pretende bajar la persiana al gigante asiático y al mismo tiempo promover una indiscriminada apertura comercial mediante la baja unilateral de aranceles a las importaciones.
La política exterior entra en una nueva fase de contradicciones, en tanto la apertura comercial es precisamente la política económica que se promueve desde Asia, atento la facilidad que tienen en la competitividad de sus manufacturas frente a nuestra industria, celosa de derechos laborales y previsionales.
3 | Hacia la Consolidación Nacional
Las fuerzas armadas de la nación africana Mali, con el respaldo del grupo Wagner, reconquistaron la ciudad de Kidal, enclave norteño en manos de los grupos separatistas acalorados por el apoyo de la Organización de Naciones Unidas.
Fue así que en la cuenta oficial ministerial se anunció que «El Gobierno de Transición tiene el inmenso placer de informar a la opinión pública nacional e internacional que las Fuerzas Armadas y de Seguridad de Malí han ocupado los territorios de la MINUSMA en Kidal mediante el control de dicha región y para felicidad de las poblaciones de la localidad, que han sufrido el martirio durante más de una década de ocupación de la zona por terroristas sin ley».
En paralelo, se iniciaron acciones de diversificación comercial y política en el plano exterior. Luego de subir el precio del uranio, el primer ministro de Mali cerró acuerdos con Irán y Arabia Saudita, en este último caso para alimentar una central nuclear financiada por China en territorio saudí.
En el caso de Mali, la captura de los recursos energéticos pasará a ser fuente de la industria de potencias extrañas a sus intereses nacionales, ya no de franceses o ingleses, sino de China.
El desafío en África es el mismo que en América, pese a las declamaciones por la soberanía en el control de nuestros recursos, se impone el debate por la utilización de los mismos, si servirán para engrosar reservas mediante la extracción y exportación, o bien si contribuirán a la baja de los costos esenciales para la industrialización y el desarrollo.
4 | Un viejo y progre pirata
El primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak, nombró nuevamente a David Cameron como Canciller, luego de su alejamiento de la política tras perder el referéndum sobre el Brexit en 2016.
En un contexto de cierta inestabilidad política del gobierno de Sunak, la incorporación del ex ministro tiene como objetivo lograr un respaldo de poder en el oficialismo.
En lo que a nosotros respecta, vale recordar que Cameron es quien se negó a recibir una carta por parte de nuestra entonces Presidenta de la Nación con más de 40 resoluciones de la ONU llamando al diálogo, en el marco de la convocatoria a participar de la reunión del Comité de Descolonización, a la cual el Reino Unido se negó.
5 | Convenio Colectivo en Fabricaciones Militares
A pesar del constante desmantelamiento de nuestras capacidades de defensa desde el retorno a la democracia, hemos visto algunos avances en lo que refiere a fabricaciones militares en los últimos meses. La última noticia, en este sentido, es la firma del primer Convenio Colectivo de Trabajo de Fabricaciones Militares Sociedad del Estado, que involucra a más de 1.400 laburantes. A partir de la firma del primer convenio, todo este personal quedará enmarcado en la Ley de Contrato de Trabajo.
Asimismo, se acordó la creación de distintos agrupamientos para representar la diversidad de actividades que lleva adelante la empresa, estructuradas en cuatro unidades de negocio: defensa y seguridad, químicos y fertilizantes, minería y petróleo y metalmecánica y transporte.
Este acuerdo implica el reconocimiento de una actividad en la que convergen dos de las cuestiones centrales para el desarrollo de una Argentina Grande: la defensa y la industria nacional. Las fabricaciones militares del Estado Argentino tienen lugar en el interior productivo de nuestro país, con la fábrica Militar Fray Luis Beltrán, en Santa Fe, que cuenta con capacidad para la producción de armamento, municiones y chalecos antibala; la Fábrica Militar Río Tercero, que posee plantas dedicadas a la industria metalmecánica y a la industria química; y la Fábrica Militar Villa María, que se especializa en pólvoras y explosivos, ambas en la provincia de Córdoba a las que se agregó Azul, fábrica de pólvoras y explosivos que fue cerrada en 2018 dejando sin empleo a sus 230 trabajadores y reactivada en este año. Incluso, en este 2023 se han logrado las primeras exportaciones de fabricaciones militares locales, con rumbo a Perú.