
Los presentes sucesos son un compilado arbitrario y caótico de los tiempos que se vienen.
Geopolítica y Actualidad Nacional es una sección a cargo de Marco Stiuso y Ariel Duarte.
1 | Entre brujerías y fantasmas
2 | La profundización del saqueo
3 | A la sombra brazuca
4 | Zafando de otro quilombo
5 | Aerolíneas Argentinas: desarrollo sustentable
1 | Entre brujerías y fantasmas
Sobre el final de este ciclo político, tras la derrota del oficialismo en el ballotage, el ciclo económico del país se caracteriza, desde 2014, sobre dos fenómenos: brujería financiera y abandono de responsabilidades.
Durante casi 10 años, en el Ministerio de Economía reinó la ideología de la guita. Se innovó en múltiples instrumentos que constituyeron una maquinaria financiera para pedir plata prestada a toda costa a fin de sobrevivir.
Lebac, Nobac, Bonar, Bonos Linked, Bonos CER, Leliq, Pases, Bontes, Bonos Duales, Ledes, Letes, Lediv, y un sinfín de instrumentos que hemos conocido durante muchísimo tiempo, todos para capturar ya sea dólares o pesos, sea en el mercado local o en el extranjero: casi una década de pasar la gorra en forma sintomática cada vez que tuvimos que resolver alguno de nuestros problemas.
La ideología de la guita vino con sus máximas de emisión, devaluación y endeudamiento: “el problema es la falta de dólares”, “el problema es que el peso no es confiable”, “el problema es que gastamos más de lo que nos ingresa”, entre otras frases célebres de una época signada por una obsesión sospechosa: la única solución a nuestros problemas pasa por el dinero.
En este marco, el asunto es comprender quiénes viven del manejo del dinero, quiénes muerden y morfan en cada colocación de bonos, en cada canje de deuda, en cada reducción intempestiva del gasto público, en cada devaluación, en cada emisión monetaria con esterilización por medio de pasivos remunerados.
Los sectores que viven de todas esas medidas son dos: quienes utilizan el dinero como mercadería de venta -los bancos y grupos financieros- y quienes viven del ingreso de divisas sin valor agregado, es decir, quienes se benefician con cada devaluación -sectores rentistas del agro, terratenientes, petroleras y mineras-.
Finalmente, se termina un ciclo político mientras el ciclo económico da sus últimos manotazos de ahogado. Parecería ser que, con el final del gobierno socialdemócrata, se termina una década atada a las devaluaciones, la emisión y la toma de deuda. Sin embargo, la llegada del ministro timbero alargará unos meses más la agonía: ahora la nueva joda es convertir toda la bola de deuda en pesos, en deuda externa en dólares.
Algunos se aventuran en decir que el endeudamiento en pesos no es malo, partiendo de la misma matriz ideológica financista de quien considera que es mejor endeudarse en dólares.
No obstante, la bomba es la misma y tiene partida doble, lo que se debe en pesos, tarde o temprano deberá tener un respaldo para su repago, y si no se paga o se refinancia de forma compulsiva acabará por multiplicar el dinero sin respaldo, con la consecuente depreciación que ello conlleva.
En estos últimos cuatro años, tuvimos una oportunidad para salir del cuello de botella de endeudamiento compulsivo, devaluaciones y emisión de los anteriores gobiernos, pero como nunca se determinó cómo se pagaría la deuda, se terminó pateando el problema para que la termine pagando el pueblo argentino.
Hagamos un breve repaso por algunas de estas bombitas que nos deja el gobierno saliente, que más allá de su coincidencia en la ideología de la guita con el anterior, se caracterizó por una profunda improvisación e inexperiencia.
Durante el mes de noviembre, se creó otra maquinaria financiera que ratifica el modelo económico de nuestros tiempos: las ledivs. Se trata de otra deuda del Banco Central atada al dólar, pero liquidable en pesos. ¿De cuánto estamos hablando? Poquito: una deuda de 5.200 millones de dólares. La obscenidad de la fiesta llevó a que, esta semana, el BCRA dijera basta y elimine la posibilidad de suscripción a las ledivs.
La timba de las ledivs no es más que un instrumento más de la misma dinámica económica, que en los últimos dos años intensificó el acumulado de pasivos remunerados (deuda del BCRA) en niveles estratosféricos. El protagonista de este modelo han sido las leliqs (letras de liquidez), que alcanzaron este mes los 9,5 billones de pesos.
En este contexto, durante la última semana hubo un comportamiento particular de parte de los muchachos bancarios: el 30 de noviembre se generó una llamativa baja en los pasivos remunerados del 8% (casi 2 billones de pesos), principalmente en la Leliqs.
Algunos diarios económicos comenzaron a hablar de un “derrumbe” de stocks y los más osados plantean que la “bomba de las leliqs” ya no implica un riesgo mortal. La certeza, por el momento, es que la guita que se fué de las Leliqs se trasladaron a los “pases” diarios, una especie de plazo fijo a un día, que muestra la inmediatez de la timba en el contexto actual y a la espera de una fuerte devaluación.
Otra de los regalos que heredamos los argentinos es el endeudamiento financiero de la última etapa: según los números oficiales desde la asunción de este gobierno hasta su final la deuda aumentó en más de 80 mil millones de dólares.
Más allá de que mucha de esa deuda es externa y originada con organismos multilaterales, algunos nos explicaban que también había deuda en pesos que no significa un problema.
Ahora bien, el juego de la partida doble nos dice que lo que se debe de un lado, de alguna manera hay que garantizar los números para cubrirlo, más allá de la moneda en la que se esté debiendo. Por otro lado, muchísima de esa deuda en pesos emitida en los últimos años se hizo indexada al dólar, a la inflación o a ambas, por lo que cualquier cimbronazo económico hará que se dispare. Otros explican que la deuda en pesos es en buena parte con organismos públicos o con los fondos previsionales que administra el Estado, lo cual es doblemente riesgoso, pues la falta de liquidez para afrontar los vencimientos también pone en jaque al sistema previsional, a la banca pública y diversos organismos.
Al mismo tiempo que se garantiza el festejo bancario por las sobretasas garantizadas por el Banco Central y el Tesoro, el escenario para la industria es diametralmente opuesto. La secretaría de comercio cerró la persiana y dejó de contestar todo reclamo gremial empresario sobre las solicitudes de importaciones y pagos al exterior. Los planes de negocios de las principales industrias de la Argentina están a la espera.
Durante las últimas semanas, con el objetivo de patear la pelota, se habían acumulado alrededor de 15.000 casos de SIRAS y SIRASES (permisos de importación), con “inconsistencias” que evitaban a las industrias acceder a los pagos al exterior. En muchos casos, se trata de insumos para la producción y bienes de capital.
Según el propio Banco Central, la deuda externa privada por importaciones de bienes y servicios alcanzaba hace algunas semanas los 47.864 millones de dólares. En los últimos días un número comenzó a alarmar por su similitud con el préstamo con el Fondo, en tanto algunas estimaciones llegan a avizorar 56 mil millones de dólares de deuda comercial.
La Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina (Amcham) manifestó que de los 56 mil millones un 59% se compone de préstamos entre las filiales con sus casas matrices, pero que un 36% es con proveedores, lo cual amenaza con la continuidad de la actividad industrial.
La orientación de nuestra economía hacia los modelos especulativo-rentísticos ha dado sus frutos en la sociedad, con una población en la permanente espera de repartos de dinero público para garantizar la continuidad del trabajo o de una actividad económica, aunque la evaluación de la herencia social de los últimos 4 años es tema para otro capítulo futuro.
2 | La profundización del saqueo
Mientras el saqueo de nuestros recursos ictícolas y minerales del Atlántico Sur pone en juego hace años nuestra soberanía nacional, la política de Estado de las últimas décadas ha sido mirar para otro lado.
Tanto en territorio patagónico como en la proyección a la Antártida, los protagonistas de la extranjerización suelen llegar con banderas de otros continentes.
Esta semana, la petrolera israelí NAVITAS y su socia británica ROCKHOPPER comenzaron a ultimar los detalles administrativos para comenzar su explotación en el yacimiento “Sea Lion”, al norte de nuestras Islas Malvinas. Se calcula un volumen de 1.700 millones de barriles de petróleo en la cuenca.
Para colmo, la piratería busca disfrazarse con la careta ambientalista. Mediante una publicación en el Penguin News (el semanario que se publica todos los viernes en las Islas Malvinas), la propia empresa afirmó que busca “una producción a largo plazo, responsable y sostenible, durante el período de transición energética hacia una economía más afín al medio ambiente”.
De esta manera, NAVITAS se suma a las cinco empresas que explotan las inmediaciones de nuestras islas: Argos Resources, Rockhopper, Desire Petroleum, Borders & Southern y Falkland Oil & Gas, todas británicas.
3 | A la sombra brazuca
Durante la última década, se ha profundizado nuestra subordinación ante el hermano mayor.
Los nuevos vientos integracionistas sudamericanos de principios de siglo trajeron a gran parte de la sociedad la idea de un esquema de promoción del trabajo local y representación política frente al mundo. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que el esquema regional encarado desde inicios del 2000 en Sudamérica fue hecho a medida por (y para) el Itamaraty.
Para empezar, ya el propio esquema de integración, limitado a Sudamérica y no a Latinoamérica, respondía al área de influencia brasilera, dejando fuera del mismo al único país con la capacidad económica, militar y política capaz de disputar el liderazgo regional: México.
Las instituciones creadas y/o potenciadas a comienzos de siglo jugaron también para la verde e amarela: Mientras el Mercosur otorgó el ámbito burocrático para el predominio manufacturero de Brasil, la UNASUR se limitó a traccionar aquellas demandas que llegaban desde el Itamaraty, descartando los proyectos ajenos a sus intereses.
Por dar sólo unos ejemplos, ni la UNASUR ni el MERCOSUR dieron curso a los proyectos venezolanos, como la OTAS (Una “OTAN” Sudamericana) o el Fondo Sudamericano de Financiamiento (ideado con la intención de reemplazar al FMI), entre otros. Por el contrario, la integración en estos aspectos se limitó al interés brasilero: se creó el Consejo de Defensa Sudamericano, limitado al intercambio y cooperación, sin crear entidades supranacionales como lo pretendía la OTAS chavista. Por su parte, las principales acciones en materia de integración se dieron en el plano energético e infraestructural, vital para la expansión de las manufacturas brasileras. Los proyectos se dieron en el marco de la Iniciativa de Integración en Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA).
Partiendo de esta base regional es como Brasil logró proyectarse globalmente como líder Sudamericano, a tal punto de llegar a solicitar un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Durante la última década, debido principalmente al desarrollo económico estable y a la estrategia de inserción internacional del Itamaraty, la subordinación política y económica de nuestro país ante el hermano mayor se ha profundizado.
En estos días, Brasil sigue sacando pecho y, desde la vuelta de Lula al poder político, aumentó su participación en el plano internacional. Esta semana, en el marco de la COP 28, el presidente carioca, junto al presidente paraguayo Peña, consiguieron acordar el financiamiento de Emiratos Árabes Unidos para el corredor bioceánico de nuestra región. Nuevamente, la infraestructura, vital para la internacionalización de las empresas brasileras, marca la agenda regional. Mientras tanto, nosotros vemos cómo los pueblos boliviano, paraguayo, uruguayo, peruano, ecuatoriano y colombiano se nutren de sus manufacturas cuando décadas atrás consumían el valor agregado argentino.
Volviendo a la semana de Lula, también anunció que Brasil participará de la OPEP+, el espacio ampliado de la OPEP creada a mitad del siglo pasado para coordinar y acordar los precios y flujos mundiales del petróleo. Sin embargo, el mandatario confirmó que Brasil no participará del núcleo de la OPEP
Como suele ocurrir en diferentes esquemas internacionales, los espacios ampliados se fomentan por su marketing político, a fines de otorgar a la opinión global una evidencia de multipolaridad, transparencia y participación igualitaria, pero siempre es detrás de escena donde se corta el bacalao. La mesa chica del petróleo mundial sigue siendo la OPEP. Por ende, Lula no contará con un asiento en el espacio más decisorio del petróleo mundial.
Lo llamativo de esta decisión está en el interés brasilero de sumarse al espacop. Prestemos atención a la declaración que realizó el propio Lula: «Creo que es importante que participemos en la OPEP+, porque tenemos que convencer a los países que producen petróleo de que tienen que prepararse para reducir los combustibles fósiles».
Hablando en criollo, Lula quiere meterse en la casa de los países petroleros a decirles que reduzcan la venta de petróleo. Una idea por lo menos llamativa. A la hora de buscar explicaciones, recordemos que Brasil es el segundo productor mundial de biocombustible, es decir, el combustible hecho con alimentos y madera que pretende posicionarse como principal fuente de energía para reemplazar el crudo convencional. ¿estará Lula jugando al caballito de Troya?
4 | Zafar de otro quilombo
Esta semana nos desayunamos otra de las tantas coincidencias entre los funcionarios del gobierno saliente y los del gobierno entrante.
En este caso, hablamos de política exterior: el gobierno argentino venía trabajando desde la época de Macri, en conjunto con el brasilero y los representantes de la Unión Europea, con motivo de celebrar un tratado de libre comercio entre el Mercosur y el bloque del viejo continente.
Una vez comenzada la etapa política de 2019, sorprendentemente, quienes nuevamente promovían la celebración del acuerdo eran Brasil y Argentina, mientras que desde la Unión Europea algunas naciones como Francia buscaban frenarlo ya que ponía en peligro la producción agropecuaria local.
Nuestros dirigentes parecían mirar a un costado en las nefastas consecuencias de ciertos tratados de libre comercio, en tanto suponen para nuestro país la sumisión a ser proveedores de materias primas y alimentos, mientras que otras potencias cumplen el rol de producir las manufacturas que luego compramos.
Como nos enseñó el ALCA y tantos antecedentes de aperturas comerciales del pasado, libre comercio significa para la Argentina la destrucción de la industria nacional.
Mientras en los pasillos se preanunciaba la inminente firma del tratado con la Unión Europea, fue Diana Mondino, la canciller entrante del nuevo gobierno, quien solicitó encarecidamente al gobierno nacional que firmara el acuerdo. Al mismo tiempo, también era Lula quien clamaba por la firma y sostuvo desde la COP28 en Dubái que estaban “cerca de cerrar” el Tratado.
Nuestra Confederación General del Trabajo advirtió en un comunicado que ese tratado significaba una destrucción inminente de miles de puestos de trabajo en áreas clave que pasarían a ser reemplazadas por la manufactura brasilera y europea.
Finalmente, el final es feliz, no por mérito de nuestros representantes políticos, sino por la clase dirigente de Francia, que se opuso terminantemente a que Macron firmara un acuerdo con el Mercosur, en tanto suponía un peligro para su producción agropecuaria.
Sin embargo, sorprende cómo en materia de política exterior, de pronto, todos estaban de acuerdo en condenar a Argentina a ser proveedora de energía del viejo continente, que ante las guerras suscitadas en Ucrania y en el Valle del Jordán, quedó en jaque el abastecimiento de sus industrias.
5 | Aerolíneas Argentinas: desarrollo sustentable
En un contexto histórico de desguace y desmantelamiento infraestructural de nuestro país, siendo el octavo más grande del mundo, esta semana nos llega una buena. Aerolíneas Argentinas alcanzará este año, por primera vez tras su reestatización en 2008, el equilibrio financiero.
El presidente de la compañía, Pablo Ceriani, anunció que se calcula una ganancia de 32 millones de dólares para este año. Lo principal de esta noticia es que el rendimiento positivo de Aerolíneas se da sin el requerimiento de fondos del Tesoro Nacional. De hecho, este año la compañía transfirió 176 millones de pesos al Estado Nacional. El año pasado, ya se había ejecutado solamente un 67% de lo designado.
Además del récord de ventas en pasajes, la rentabilidad de este año se explica también por el crecimiento de la unidad de negocios Aerolíneas Cargo, destinada a la logística de cargas. Mientras que este sector trabaja para eficientizar la actividad, en el mes de abril se presentó el primer avión 100% carguero de bandera nacional.
Aún después de conocer esta buena noticia, no debemos dejar de prestar atención a la complejidad que implica dejar en manos del Estado las áreas estratégicas de la Nación, que por estar justamente allí han sufrido la conducción de ideologías globalistas y promotoras del vaciamiento.
En este sentido, toca recordar postulados históricos que nos han demostrado que el interés permanente de la Nación no radica en la estructura del Estado sino en el conjunto del pueblo trabajador organizado.