Baldrich: General del pueblo argentino

Baldrich Generla del pueblo argentino

La defensa de los recursos naturales para industrializar el país.

Colaboración con La Baldrich 

Militar, ingeniero y escritor comprometido con la causa nacional, quien junto con su compañero, el General Enrique Mosconi, participó del desarrollo de la petrolera estatal YPF y de la lucha contra la injerencia de los trusts ingleses Royal Dutch y Anglo Persian y el estadounidense Standard Oil. Fue General de Brigada y lideró la Dirección de Parques Nacionales. 

Es considerado uno de los principales exponentes del nacionalismo económico, cosmovisión que bien puede resumirse en una de sus máximas:  “En todas partes se cree como dogma económico que el capital extranjero es indispensable para el desarrollo de los recursos naturales, y nadie parece advertir que ese desarrollo hace rico a los extranjeros y deja más pobres que antes a los naturales; y que lo que se necesita es la organización interna del propio capital.”

Nació el 17 de enero de 1870 en San Nicolás de los Arroyos. Su padre, Juan Esteban, había sido capitán del ejército español y vino a Argentina radicándose en San Nicolás de los Arroyos.

Estudió en Rosario y luego ingresó como soldado al 1° Regimiento de Infantería de Línea y posteriormente al Colegio Militar. Abanderado de este último, egresó ocupando el primer puesto de su promoción como subteniente del arma de artillería, pasando después a la de ingenieros.

En 1903, junto con Enrique Mosconi, egresó como ingeniero civil de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UBA. Una amistad indestructible nació entre ambos, que se afianzó en una comunión de ideales cuando vislumbraron la dependencia económica del país y se comprometieron ante sí mismos para redimirlo. Quizás sus primeras coincidencias surgieron en las noches de vigilia en el campamento de Orán, donde ambos trabajaban en la Comisión de Estudio del Ferrocarril Central Norte (F.C.C.N.) que debía extender las líneas de la Sección Norte en Salta y Jujuy, convirtiéndose en su primer destino como ingeniero militar. Esta Comisión, integrada por ingenieros civiles, dibujantes e ingenieros militares, entre ellos el también capitán Enrique Mosconi, fue la encargada del tendido de líneas entre Perico y Ledesma (Jujuy) habilitada en 1904, y de proyectar el trazado entre esta y Oran (Salta).

En este orden de ideas, en 1911 cuando el entonces teniente coronel regresó de su instrucción en Alemania, se hizo cargo del Batallón N° 5 de Ingenieros con asiento en San Miguel de Tucumán, donde contó en su plantel de oficiales a los subtenientes de ingenieros Manuel Savio y Benjamín Matienzo, recién egresados del Colegio Militar. De modo que tanto el padre de la siderurgia nacional como el precursor de nuestra aviación, tuvieron en su formación la gran contribución de Alonso Baldrich, quien diría años más tarde: “Como jefe alumbré a un general, Savio, y a un héroe, Banjamín Matienzo”.

En cuanto al tema hidrocarburífero, el debate sobre la nacionalización del petróleo creció gradualmente entre 1910 y 1927. En 1910 se publicó la obra seminal “El Petróleo”, por Jorge Newbery y Justino Thierry; que inspiró un proyecto de ley del diputado radical Carlos Melo en 1916, sin obtener resultados favorables. Al año siguiente el diputado del partido conservador Rodolfo Moreno propuso la misma ley, pero fue nuevamente rechazada. En 1919 y 1921, el presidente Hipólito Yrigoyen envió dos proyectos que resultaron bloqueados en el Senado por la mayoría que ostentaba el partido conservador. Aun así, la presencia del tema en discusiones públicas fue en aumento por el trabajo de Manuel Ugarte y de José Ingenieros, quien en 1925 apoyó la fundación de la Unión Latinoamericana.

Años antes, en 1916, Baldrich se había hecho cargo del Arsenal de Puerto Borghi, que condujo con eficiencia ejemplar. Su administración innovó sobre todo en el trato con los obreros, a quienes procuró vivienda y abaratamiento de los alimentos. Luego, en 1923, Mosconi lo designó administrador de los yacimientos petrolíferos de Comodoro Rivadavia. Allí, organizó y reglamentó los servicios, redujo a la tercera parte del costo el precio de los subproductos, así como el tiempo empleado en montaje de máquinas y torres, rebajó el costo de perforación y aumentó el rendimiento. Luego, se hace cargo de la Dirección General de Ingenieros. En esa época colaboró con Mosconi en la lucha contra los trusts ingleses Royal Dutch y Anglo Persian y el estadounidense Standard Oil. La ofensiva en América Latina de la Standard Oil fue cada vez más avasalladora, ya que su política se inscribió dentro de la mayor influencia que el capitalismo norteamericano pasó a ejercer sobre la Argentina. Mosconi libró, por entonces, una dura batalla legal para contener ese avance.

Desde su inmensa tarea en nuestra petrolera de bandera, Baldrich afirmaba: “La industria petrolera estatal resulta esencial para promover el desarrollo industrial argentino, prevenir el dominio extranjero sobre el petróleo del país y garantizar la seguridad militar nacional.”

Ante la política imperialista de la Standard Oil, que ejercía una influencia avasallante en Bolivia, y buscaba expandirse a los yacimientos del Norte Argentino, Baldrich participó en la fundación de Alianza Continental en 1927, una organización liderada por Arturo Orzábal Quintana con el objetivo de promover una ley de nacionalización de los yacimientos petrolíferos. Durante ese año Baldrich recorrió el país dando discursos en Buenos Aires, Bahía Blanca, Córdoba, Rosario, Tucumán y Montevideo.

En febrero de ese mismo año, disertó sobre: “El petróleo: ¿Por qué desde hace 15 años no surge esa ley (de nacionalización del petróleo) que se pidió y por qué no se trata, por qué esa demora, no obstante haberse presentado catorce proyectos y tener cuatro de ellos a despacho de Comisión y por cuarta vez haberla pedido este Poder Ejecutivo?”.

En junio, reiteró su tesis de apoyo a la Ley de Nacionalización Petrolera y a las limitaciones que debían imponerse a ciertas organizaciones internacionales que, como en Salta, tenían directa o indirectamente monopolizada la mejor zona de la provincia a través de ilícitos que incluían la contratación de abogados emparentados con el gobernador, la impartición de justicia por mano propia, y la enajenación ilegal de tierras. Baldrich publicó artículos en los diarios La Nación y El Intransigente, logrando despertar gran interés por el tema. A raíz de sus filosas palabras contra el imperialismo invasor, Baldrich afirmó que “la aspereza en el lenguaje es virtud, cuando se fustiga con indignación a la villanía”.

En esa época, Manuel Ugarte le escribió desde Niza: “Cuando recibí sus admirables y valientes trabajos sobre el problema del petróleo en la República Argentina adiviné las resistencias que debía levantar su actitud… Yo quiero a mi Argentina con el máximo cariño que se puede ofrendar a la Patria; y, lejos de hacerle injuria, creo, como usted, servirla en sus intereses finales denunciando los peligros que se ciernen directa o indirectamente sobre ella…”. Pero la patriada del general Baldrich resultó molesta al Ministro de Guerra, el general Agustín P. Justo, que estaba enredado en conspiraciones para frustrar la reelección de Yrigoyen. El futuro golpista retiró a Baldrich del servicio activo del ejército por “exceso de edad”. El hecho motivó una imponente demostración de sus amigos, entre ellos Mosconi y el general Severo Toranzo.

En esos tiempos, así como en los actuales, era necesario para la lucha por la defensa del petróleo refrendar una Ley concebida y ejecutada de forma nacional. Esta anhelada Ley de Nacionalización del Petróleo tuvo como cabeza el pedido de los generales industrialistas Baldrich y Mosconi quienes solicitaban la implementación de los siguientes puntos:

“Nacionalización de todo el combustible, Monopolio estatal de la explotación, Control estatal de la exploración, Monopolio estatal del transporte del combustible, Autonomía de YPF, Prohibición de transferir las concesiones.”

En setiembre de 1928, con el voto mayoritario de la bancada yrigoyenistas, la Cámara de Diputados aprobó el proyecto de Ley de Nacionalización y Monopolio del Petróleo que disponía la expropiación de los yacimientos petrolíferos y sus correspondientes instalaciones en manos de particulares extranjeros. Se facultaba al Poder Ejecutivo a declarar la caducidad de las concesiones de cateo, indemnizando a sus beneficiarios. El Senado, entretanto, con mayoría conservadora, inmovilizó el proyecto de ley venido de diputados con media sanción. Al no tratarlo lo condenaban a morir. Por entonces, el 19 de diciembre de 1929, Baldrich fue nombrado director del periódico “La Argentina” y desde allí denunció al Senado que tenía inmovilizado el proyecto de ley. Asimismo, el 21 de diciembre, en primera página denunció al senador Rudecindo Campos, apoderado de Leach, socio de Standard Oil: “Excusación improcedente”. Luego, publicó un extenso informe: “La Alianza Continental frente a la Comisión Especial del Petróleo. La demora del Senado es deliberada”.

Poco después, insistió: “…¡Alerta transmitimos con voz de orden al país, porque lo amenazan de muerte los piratas que desean impedir la realidad magnífica de nuestra independencia económica que es una suprema aspiración y un supremo objetivo de los que aman a la Patria!”.

El 6 de enero publicó “La defensa de la industria”. Allí afirma: “Es necesario dar a la industria elaborativa su verdadero significado económico y social. La usina que se levanta rinde beneficios a quien la mantiene, pero su influencia se diluye en todo el medio en que actúa. Da pan al obrero, tranquilidad a los hogares cuyos jefes se disciplinan en el trabajo, reduce las compras en el extranjero y pone en circulación fuertes capitales que salen al mercado bajo la forma de salarios y de compra de las materias primas…”.

El 19 de enero, en “La conspiración del silencio”, volvió a denunciar la obstrucción de la mayoría del Senado. El día 25, en “El Senado no sancionará la Ley del Petróleo”, anunció que han resuelto tratar todas las leyes incluidas en el mensaje del Poder Ejecutivo, menos aquella. A Baldrich lo atacaron, le dijeron loco y quijote petrolífero. Él se defendió: “Los niños y los locos según la afirmación popular dicen la verdad…”. El 12 de abril, en “La palabra de América”, defendió la postura del presidente Yrigoyen en su conversación telefónica mantenida en la víspera con Herbert Hoover, presidente de los Estados Unidos: “Los órganos que representan una influencia yanqui en el país han censurado el mensaje del presidente Yrigoyen a Mr. Hoover. No es agravio para una Nación decirle que no se participa de sus puntos de vista… Bien ha hecho el presidente Yrigoyen de emitir los conceptos fundamentales que ha expresado, puesto que ellos son un Evangelio de Libertad…”. El 4 de mayo de 1930, el general Baldrich dejó la dirección de “La Argentina” por problemas financieros, pero anunció que seguiría abogando por la Ley de Nacionalización y Monopolio del Petróleo.

El 7 de septiembre de 1930 debían realizarse las elecciones en Mendoza y San Juan, teniendo el yrigoyenismo grandes probabilidades de ganar 6 senadores, con lo que se hubiese roto la mayoría conservadora en la Cámara alta y se hubiese logrado, acto seguido, la aprobación de la ley de nacionalización del petróleo, asegurando la exploración, explotación y transporte para el monopolio estatal. Lamentablemente, sólo un día antes, el 6 de septiembre de 1930, tuvo lugar el golpe de Estado.

Al producirse el golpe militar de Uriburu, Mosconi y Baldrich fueron detenidos. Puestos en libertad, no permanecieron impasibles ante el vuelco total de la política petrolera llevada a cabo por YPF. Ambos jefes fueron estrechamente vigilados. Uriburu les temía por su prestigio en el Ejército: a Mosconi los desterró a Europa mientras que a Baldrich lo confinó en Bariloche, desde donde partió meses después para Paraguay y luego al Brasil hasta 1932, año en que Justo gana la presidencia en elecciones fraudulentas.

Luego, en 1934, Baldrich dio una conferencia titulada «El problema del petróleo y la guerra del Gran Chaco», donde hacía referencia a los intereses de las compañías petroleras extranjeras y cómo culminaron embarcando en una guerra a Bolivia y Paraguay.

En ese mismo año, 1934, el Congreso aprobó la Ley 12.103 que estableció la Dirección de Parques Nacionales. Baldrich fue vocal de la misma hasta 1938 y luego director hasta 1940. Desde allí, apoyándose en dicha ley para solicitar recursos, se desveló para argentinizar la Patagonia, muy conocida por este “general del Pueblo” en su acción en el yacimiento fiscal de Comodoro Rivadavia. Teniendo en cuenta que radicar gente era la primera condición y la segunda industrializarla, esbozó un revolucionario programa:

“¿Qué debemos hacer para argentinizar la Patagonia? … Continuando el plan del Superior Gobierno de la Nación, destacar más unidades del ejército … Creación de escuelas con internado y programa regional con talleres y chacras, defendiendo a la niñez de la desnutrición y los inconvenientes de las distancias … [enviar colonos] dándoseles no sólo la tierra, sino que también la vivienda y los implementos de trabajo, constituyendo y acrecentando los núcleos de población capaces de abastecer zonas de consumo. Proteger ampliamente ese trabajo en lo técnico y lo económico. Completar la red caminera, propuesta por la Dirección de Vialidad. Prolongación de las líneas ferroviarias. Tarifas de fomento, sin vista a la ganancia o al dividendo. Orientación de los argentinos hacia la vida y la industria del mar. Puertos libres y controlados para artículos de consumo, a fin de abaratar la vida, excluyendo artículos de lujo… Funcionamiento del Registro Civil y enrolamiento de votantes, lo que suprimirá irregularidades perjudiciales para el país. Designar gobernadores y jueces de paz a vecinos arraigados. Votar más recursos a la Dirección de Parques Nacionales a fin de que intensifique y amplíe su acción nacionalista y de progreso con vista al turismo, y que le asigna la ley de su creación, como ser: construcción de caminos, puentes, escuelas, líneas telegráficas y telefónicas, muelles, puertos, desagües, hospitales, construcción de hoteles, funiculares, estaciones de servicio para automóviles, control de tarifas de las empresas de servicios públicos…”

En los años previos a su fallecimiento se retiró a la vida privada y fue espectador de lujo de la batalla por la siderurgia nacional que libró un discípulo suyo, el general Savio. Alonso Baldrich pasó a la inmortalidad en Buenos Aires a la edad de 86 años, un 24 de agosto de 1956. Este soldado de la causa nacional dejó un legado de su lucha y pensamiento inquebrantable en defensa de los recursos naturales y en miras a la industrialización del país.

Fuentes:
Lopa, Ricardo Alberto – Coord. Galasso, Norberto. Los Malditos Vol. I. Pág. 131.. Ed. Madres de Plaza de Mayo
Larra, Raúl. El general Baldrich y la defensa del petróleo argentino. Ed. Mariano Moreno

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