Arturo Jauretche y el medio pelo argentino

Nacido en Lincoln un 13 de noviembre de 1901 y descripto por sus amigos como una persona que no dejaría trasuntar sus sentimientos, la fecha nos invita a conocerlo. Su niñez y adolescencia transcurrieron en Lincoln, para luego trasladarse a Buenos Aires donde se sumó al movimiento de integración social de la Unión Cívica Radical de la mano del sector de Hipólito Yrigoyen. 

La influencia de Homero Manzi y sus escritos fue fundamental en su formación: “ante ese drama de ser hombre del mundo, de ser hombre de América, de ser hombre argentino, me he impuesto la tarea de amar todo lo que nace del pueblo, todo lo que llega al pueblo, todo lo que escucha el pueblo”.

A partir del segundo mandato presidencial de Yrigoyen, en 1928, se incorporó como funcionario del gobierno hasta que dos años más tarde las fuerzas armadas llevaron adelante el primer golpe de Estado de la Argentina constitucional. Nuestro amigo Arturo combatiría con cuerpo y mente al nefasto gobierno resultante del golpe de Estado, que marcaría el comienzo de la llamada Década Infame.

En mayo de 1935 la Convención Nacional de la Unión Cívica Radical, controlada entonces por el sector “galerita” de Alvear, decidió disolver la Convención Metropolitana donde participaba el grueso del movimiento radical yrigoyenista. Marcelo Torcuato había acordado con el régimen oligárquico y conservador consolidado a partir del pacto Roca-Runciman entre Argentina e Inglaterra de 1933, al que Jauretche denominaría como el “estatuto legal del coloniaje”.

Tras lo ocurrido, Jauretche y sus compañeros conformaron una agrupación para enfrentar la capitulación de Alvear. Una frase de Yrigoyen inspiró la nueva hazaña: “Todo taller de FORJA parece un mundo que se derrumba”. Nacía así la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA).  

El “Manifiesto al Pueblo de la República” representó la aparición pública y la huella histórica de FORJA. “Somos una Argentina colonial, queremos ser una Argentina libre”.

Fue así que nuestro amigo, tras la revolución de junio de 1943, entabló relación con Juan Domingo Perón, cuando éste adquiría relevancia en el gobierno a partir de su posición y sus acciones en la Secretaría de Trabajo y Previsión Social. 

Se encontraban frecuentemente y don Arturo le transmitía las cuestiones estratégicas que desde su punto de vista hacían a la posibilidad de construir una nueva Nación. Sobre esto, Jauretche contaba que se sorprendía de cómo Perón luego repetía la misma información y reflexiones que él le ofrecía, pero en un lenguaje llano, sencillo y profundo ante el pueblo trabajador que lo escuchaba atentamente.

Apoyado por Domingo Mercante, gobernador de la provincia de Buenos Aires, así como también muy cercano al programa económico industrial de Miguel Miranda, que promovía la utilización de la renta agroexportadora para transformar el perfil productivo del país, Jauretche fue honrado con el cargo de presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires en 1946, donde desarrolló una política crediticia generosa para proyectos de industrialización. 

Entre sus legados más importantes, reconocidos y simpáticos, el amigo Jauretche nos dejó lo que hoy conocemos como el “medio pelo argentino”, tan presente en nuestros días.  

En su caso, tratándose de un pensador tan prolífico y que tanto legado en palabras nos dejó, elegimos dejar algunas de sus citas de “El medio pelo en la sociedad argentina. Apuntes para una sociología nacional”. 

En principio, decir que un individuo o un grupo es de medio pelo implica señalar una posición equívoca en la sociedad; la situación forzada de quien trata de aparentar un status superior al que en realidad posee (…) Medio pelo es el sector que dentro de la sociedad construye su status sobre una ficción en que las pautas vigentes son las que corresponden a una situación superior a la suya, que es la que se quiere simular (…) El medio pelo se esfuerza por buscar un estatus superior, pero no es esto lo que provoca lo ridículo de la situación, sino que la búsqueda no tiende a la afirmación de su personalidad sino a simular situaciones falsas que los obligan a ocultar la realidad, adoptando pautas que corresponden a otro grupo”.

Sobre el papel de las clases medias en la revolución nacional y el pensar distinto a la Argentina, dirá don Arturo: “Las clases intermedias fueron las precursoras del movimiento político-social que correspondió a la tentativa del país para marchar por la industrialización hacia la integración de su economía (…) esas clases intermedias fueron las que primero tuvieron conciencia del hecho nacional; las que nutrieron en los años preparatorios del año 1945, desde el nacionalismo, desde F.O.R.J.A. y desde los sectores más capaces y tradicionales de la intransigencia radical la siembra de la conciencia emancipadora. En las instituciones armadas, en el clero, entre los profesionales, los estudiantes, los pequeños comerciantes e industriales, se formaron los primeros cuadros de la lucha. Mucho después llegó el proletariado a la misma para nutrirla con el elemento básico que le faltaba (…) Pero a pesar de haber correspondido a las clases intermedias la primera toma de conciencia de los problemas nacionales y ser las beneficiarias más directas, especialmente la burguesía naciente, del cambio de condiciones, no hubo una correlación en la marcha con la toma de conciencia de su papel histórico en la oportunidad que el destino les brindaba.”

En ese contexto fue cuando apareció “el medio pelo argentino”. “Se trata del sector de la misma más calificado intelectualmente, según las viejas medidas de nuestra cultura y ubicado en los niveles más altos de la clase. Es, como lo señalo, el que más provecho sacaba de la nueva situación, pero el más incapacitado para comprender su papel histórico por su falsa situación que lo coloca en el filo de la clase media y la burguesía, y al mismo tiempo fuera de ellas por su atribución de un status que cree superior a las mismas. Íntimamente no se siente parte de ellas. Esta gente, por su procedencia, es de clase media, pero psicológicamente ya está disociada de la misma. Económicamente también; podría hablarse respecto de ella de clase media alta, pero su comportamiento difiere de lo que se ha tenido por tal, ya que sus recursos y su manejo se sale del tradicional conservatismo ahorrista que tipifica ese nivel de la clase media, y de la discreción en la exteriorización de su prosperidad. Es ostentosa como corresponde a la burguesía. En realidad, es la burguesía incipiente de un país que comienza a construir su propio capitalismo. Pero la cuestión es que no quiere ser burguesía y rehuyendo  el status adecuado entra en la simulación de otro que no le pertenece. No es ni «fu ni fa», ni «chicha ni limonada»”

En definitiva, fue a tal punto amigo de su pueblo que a partir de la ley Nº 25.844 de 2003, los días 13 de noviembre se conmemora en Argentina el “Día del Pensamiento Nacional” en homenaje al día de su nacimiento. 

En caso de don Arturo, lo reconocemos como un amigo por sus ideas, compartidas por tantas otras personalidades de su generación y de las que siguieron, que hoy nos permiten, o al menos nos facilitan, pensar y proyectar una Argentina distinta a la que se busca imponer en interés de unos pocos y en perjuicio de casi todos.

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