Antártida Argentina, 119 años de Soberanía – Sucesos de la Historia #2

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Allá por 1904, un 22 de febrero como hoy, un pibe de 18 años llamado Hugo Alberto Acuña se convertía en el primer argentino en izar nuestra bandera en territorio antártico.

Escriben Federico Tavarozzi y Ariel Duarte

Ilustración de portada: Jazmín Arribas

El entonces gobierno nacional presidido por Julio Argentino Roca decidió instalar una estación meteorológica y una oficina de correo en la Antártida, en la cual el joven Acuña pasó a desempeñarse como empleado del Ministerio de Agricultura de la Nación de entonces. 

Hoy funciona en ese mismo lugar, bajo la administración de la Armada Argentina, la Base Orcadas, que es, ni más ni menos, el establecimiento humano permanente más antiguo en la Antártida a nivel mundial. 

La Base se encuentra en el archipiélago de Islas Orcadas del Sur y forma parte de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. Es un importante polo científico no solo de Argentina sino del mundo, en donde durante todo el año se desarrollan actividades logísticas de interés nacional y estudios climatológicos, ambientales y oceánicos, entre otras.

Desde aquel hito simbólico que hoy recordamos, Argentina mantiene su presencia ininterrumpida en la Antártida, sumando a lo largo del tiempo, y como política transversal a los distintos gobiernos que se fueron sucediendo, un total de trece bases en el territorio, lo que nos convierte también en el país con mayor presencia en la región.

Desde Repliegue aprovechamos el Día de la Antártida Argentina –así establecido por Ley nro. 20.827 de 1974– para recordar y celebrar esta tradición de nuestro pueblo que debemos tener más presente que nunca en estos tiempos. 

Nos encontramos en un mundo donde ya suenan los tambores de guerra a causa de conflictos limítrofes y de intereses económicos en disputa, principalmente ligados a recursos energéticos, con un orden que parece morir a la fuerza para darle lugar a uno nuevo. 

En este contexto, desde nuestra posición como octavo país más grande en cuanto a extensión territorial –incluido, lógicamente, el gigante territorio marítimo–, con presencia en dos continentes y con un rol clave como proveedor de alimentos y recursos naturales en el esquema global, más que nunca debemos estar atentos en proteger nuestra independencia y velar por el pleno ejercicio de soberanía sobre la totalidad del territorio nacional. 

Más aún, teniendo presente que el territorio antártico nacional se encuentra formalmente disputado por Chile y Reino Unido, en marco del Sistema del Tratado Antártico desde 1959. 

Como bien sabemos, el Reino Unido ocupa ilegalmente nuestras Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, utilizándolas como un enclave para sus intereses geopolíticos y coloniales en el Atlántico Sur, y nos somete mediante los vergonzantes Acuerdos de Madrid, otra de las deudas pendientes de la democracia.

El accionar inglés es vergonzoso, desoye todas las órdenes de negociación de Naciones Unidas y explota en forma indiscriminada las riquezas energéticas e ictícolas de la zona, militariza el Atlántico Sur y se sirve de las islas como base logística para sus operaciones en el Continente Blanco y el control del comercio entre Oriente y Occidente. 

Esto sucede mientras Argentina cede su soberanía sobre esos recursos, existentes en enormes extensiones marítimas que le corresponden de acuerdo a su plataforma continental, prescinde de contar con una flota marítima mercante y militar a la altura de las circunstancias –a partir de un triste proceso de desguace operado desde fines de la década del 70–, encontrándose prácticamente disgregada en su integridad territorial e indefensa ante eventuales conflictos militares. 

En caso de Chile, no debemos perder de vista las históricas disputas territoriales existentes en cuanto a la determinación de los límites geográficos con Argentina, con epicentro en la zona del Canal de Beagle. Si bien, en principio, se encuentran resueltas por vía del Tratado de Paz y Amistad de 1984 por el que se evitó un conflicto militar directo, se trata de una cuestión histórica siempre latente. 

Tal es así, que el candidato a la presidencia de Chile que perdió en segunda vuelta en las últimas elecciones –acreedor de más de 3.500.000 de votos–, expresamente se manifestó en clave expansionista sobre territorio argentino, tanto respecto de la plataforma continental como de parte de la Patagonia. 

Para peor, nos encontramos con expresiones lamentables por parte de personajes más que relevantes en la dirigencia política nacional y especialmente reproducidos por los medios de comunicación de gran alcance. 

Solo como ejemplos, Alfredo Cornejo, entonces presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical y senador nacional, abiertamente se manifestó a favor y hasta promovió la eventual secesión de la provincia de Mendoza, entre otras, de la República Argentina. 

Por su parte, Patricia Bullrich Luro Pueyrredón, presidente de Propuesta Republicana (PRO), llegó al punto de decir en una entrevista televisiva que Argentina “podría haber dado” las islas Malvinas a cambio de vacunas en el marco de la última pandemia. 

En este contexto geopolítico, y ante semejantes realidades, la tradición antártica argentina es todo un ejemplo de ejercicio de soberanía que debemos cuidar, replicar y profundizar.

Sin embargo, no se defiende lo que no se conoce, y a lo largo de décadas se encargaron de desmalvinizar y quitar de la conciencia nacional nuestra soberanía sobre el gigante blanco del Sur, a tal punto de instaurar cartografías que minimizaban la superficie de nuestra propia Nación.

¿Qué debemos saber sobre la Antártida?

El continente antártico se une al americano a través de cadenas montañosas que nacen de la Cordillera de los Andes y se sumergen en el Atlántico Sur, para luego emerger sobre el nivel del mar en las Georgias y Sandwich del Sur y luego en la península de la Antártida.

Nuestra primera presencia oficial en aguas antárticas data de septiembre de 1815, durante la guerra de independencia, cuando el entonces Coronel de Marina Guillermo Brown, a bordo de la fragata Hércules fue arrastrado por un temporal al sur de la convergencia antártica.

La disputa de la Antártida en el derecho internacional surge durante la Guerra Fría, tanto la Unión Soviética como el interés anglosajón llevaron la discusión sobre el continente blanco. Si bien Argentina y Chile propugnaban sus reclamos contra el Reino Unido, existían intereses que proponían la internacionalización del continente a través de un régimen supranacional diferenciado o en el marco de la ONU.

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Nace el Sistema del Tratado Antártico

En 1959, con la participación de 12 Estados (Argentina como sede, Australia, Bélgica, Chile, Estados Unidos, Francia, Japón, Noruega, Nueva Zelanda, Reino Unido, Sudáfrica y la URSS) se firmó el Tratado Antártico. De esos 12, sólo 7 formalizaron reclamos, mientras que EEUU y la URSS reservaron su derecho a realizarlo con posterioridad.

El Sistema del Tratado Antártico se compone de los 14 artículos originales del mismo se complementan con nuevos aspectos incorporados con posterioridad a su firma. El ámbito de aplicación del Sistema abarca todo lo que sigue al sur del grado 60 latitud Sur.

A modo de cronología sobre este Sistema, después 1972 se produjo la Convención para la Conservación de las Focas Antárticas, en 1980 la Convención de los Recursos Vivos Marinos Antárticos, en 1991 el Protocolo sobre la Protección del Medio Ambiente -más seis anexos- y en 2004 el Acuerdo de Sede para la Secretaría del Tratado Antártico.

El Sistema del Tratado Antártico tiene tres grandes misiones: 1) la utilización pacífica de la Antártida; 2) la libertad en la investigación científica; 3) la cooperación entre las naciones hacia ese fin. A su vez, se conformó como el primer lugar del mundo en el cual se prohíbe cualquier tipo de ensayo nuclear.

El tratado no pretendió resolver las disputas de soberanía ni delimitar el continente, sino preservar los reclamos y promover un marco pacífico para que las disputas no supusieron un freno en el desarrollo del conocimiento del territorio antártico.

Los Estados participan en el Sistema del Tratado Antártico como miembros consultivos y miembros adherentes. En el primer caso son aquellos que suscribieron el Tratado y los cuales realizan actividades científicas a través de bases y programas. A su vez, cuentan con voz y voto en las Reuniones Consultivas, son 29 en la actualidad. Los miembros adherentes son 25 Estados, los cuales participan en forma indirecta, sin capacidad de tomar decisiones en las Reuniones Consultivas ni con presencia de bases.

También participan actores no estatales en las actividades del continente y las Reuniones Consultivas, como observadores y expertos invitados. En este sentido se conformaron a lo largo de los años el Consejo de Administradores de Programas Antárticos Nacionales (COMNAP) y la Comisión de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA). Del primero, participan la Coalición Antártica y del Océano Austral (ASOC) y la Asociación Internacional de Operadores Turísticos de la Antártida (IAATO). Por último, el Comité Científico para la Investigación Antártica, cuya sede se encuentra en Londres.

Actualmente, la sede de la Secretaría del Tratado Antártico se encuentra en Buenos Aires.

El Tratado no tiene vencimiento, sino procesos de revisión y enmienda sobre su funcionamiento y contenido. Al mencionarse el año 2048 como su fecha límite es porque el Protocolo sobre Protección del Medio Ambiente prevé que a los 50 años de la entrada en vigencia se puede realizar una conferencia para revisar la aplicación del mismo, si algún Estado lo peticiona. Dicho protocolo prohíbe las actividades relacionadas a hidrocarburos y minerales, aunque se permite la investigación científica sobre tales áreas.

El Protocolo establece la posibilidad de crear Zonas Antárticas Especialmente Protegidas o Zonas Antárticas Especialmente Administradas, ya sea para la protección de valores científicos, estéticos, históricos y naturales, o bien para la coordinación de tareas y la cooperación entre países. A su vez también pueden promoverse Sitios y Monumentos Históricos que no pueden ser destruidos ni dañados.

Otro mecanismo de protección es el de la creación de Áreas Marinas Protegidas (AMP), actualmente existen dos en la zona antártica: una en la plataforma sur de las Islas Orcadas del Sur y otra en el Mar de Ross.

Actividades económicas en la Antártida

Desde un origen en la Antártida se realizó explotación pesquera y luego se incorporó la actividad del turismo. Sin embargo, el interés mundial sobre el continente blanco es la mayor reserva de agua dulce del planeta.

En la actualidad es la pesca la actividad más importante, siendo el Krill una de las especies que más se capturan, aunque también existe una importante demanda de austromerluza negra, austromerluza antártica y draco rayado por parte de varios estados, entre ellos El Reino Unido y Argentina.

Por otro lado, otra de las actividades económicas del Sistema del Tratado Antártico es la del turismo. Según los propios datos del STA, entre 2019 y 2020 se contabilizaron alrededor de 74 mil pasajeros turistas hacia la Antártida.

A partir de la Decisión 6 del 2021 de la Reunión Consultiva del Tratado Antártico se elaboró el “Manual de reglamentos y directrices relevantes para las actividades turísticas y no gubernamentales en la Antártida”, donde fueron sistematizadas todas las regulaciones de la actividad aplicables a la zona.

En la actualidad, más de 100 compañías de distintos países se conforman como miembros de la Asociación Internacional de Operadores Turísticos en la Antártida, organización que a su vez es invitada como experta en las Reuniones Consultivas del Tratado Antártico.

Otra de las actividades económicas desplegadas es la de bioprospección genética, que busca estudiar la naturaleza y el material genético en organismos vivos, a fin de otorgarles usos y beneficios comerciales en diversas ramas de la producción. Si bien entre 1988 y 1989 se encontraba registrada una sola patente con proveniencia de bioprospección antártica, para 2013 ya eran 185.

Argentina y la Antártida

Argentina ha manifestado ante el Comité de Límites de la Organización de las Naciones Unidas su carácter bicontinental, reafirmado en el ordenamiento jurídico local a partir de la ley 26.651 y el antecedente del decreto 8944/46, por cuando se proyecta su territorio continental sobre el sur del Americano y el Norte del Antártico. En términos jurisdiccionales, la ley 23.775 establece que la Antártida Argentina es parte de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.

Los primeros antecedentes de soberanía sobre la Antártida se remontan a las concesiones de caza de focas en 1818 por parte de las Provincias Unidas del Río de la Plata. 

Luego, en 1829, un decreto nacional determinaba la creación de la Comandancia Político Militar de las Islas Malvinas, cuyo aspecto fundamental era la protección y conservación de la fauna en las islas adyacentes al Cabo de Hornos, es decir en las islas antárticas.

Posteriormente, en 1879 se creó el Instituto Geográfico Argentino que expondría a la Antártida como una prioridad de la exploración argentina.

En 1880, el entonces presidente Julio Argentino Roca dio apoyo a una expedición austral científico polar. El 10 de octubre de 1900 se decidió la participación en la expedición antártica internacional, donde se encomendó el establecimiento de un observatorio magnético y meteorológico en la Isla de los Estados.

A mediados de noviembre de 1901 comenzó la instalación del faro. También fue de suma importancia el apoyo brindado a la expedición sueca del Dr. Nordenskjöld, donde participó el Alférez de Fragata José María Sobral. Los miembros de tal expedición fueron los primeros en invernar en la Antártida instalándose por espacio de un año en 1902.

A partir del año siguiente, el 22 de febrero de 1904, la Argentina comenzó a habitar el continente antártico en forma ininterrumpida, al comprar la pequeña estación meteorológica del escocés Bruce, en la islas Laurie de Orcadas del Sur.

Argentina fue el país con mayor presencia permanente e ininterrumpida en la Antártida desde aquella época, aunque a partir de la Segunda Guerra Mundial fue un objetivo definido por el Gobierno de aquella época. La agenda gubernamental de aquel entonces propuso consolidar y profundizar la presencia en territorio antártico a través de la instalación de bases científicas.

Reclamo Antártico

La teoría soberana que sustentó la posición argentina fue la de los sectores polares, pues los límites soberanos se fijaban en los meridianos 74 y 25, delimitados por la Cordillera y las Islas Sandwich del Sur, hacia el paralelo 90° del Polo Sur.  El Sector Antártico Argentino tiene una superficie de 965.597 km2, el 25% del total, y sus espacios marítimos son el 41% de la superficie marítima nacional.

Desde su origen, la presencia británica en la Antártida representó un peligro tanto para la Argentina como para Chile. Eso llevó a que entre 1947 y 1948 se realizaran reconocimientos recíprocos por parte de ambas naciones latinoamericanas sobre sus reclamos de soberanía en el continente blanco. Todo ese proceso desembocó en el abrazo simbólico de 1953 entre ambos presidentes.

Hacia 1965, ya firmado el Tratado Antártico, se llevó a cabo la Operación 90, por el cual una misión del Ejército alcanzó el Polo Sur por vía terrestre en la Antártida e hizo la bandera argentina.

Argentina argumenta su reclamo soberano sobre la ocupación efectiva del territorio, título jurídico que requiere actos sucesivos y permanentes que denotan un despliegue real sobre la zona reclamada, lo cual se hizo desde 1904.

La cuestión legal

Con respecto al ordenamiento jurídico interno, el decreto 61.852/40 creó la Comisión Nacional del Antártico, en el ámbito del Ministerio de Relaciones Exteriores e integrada por el Servicio Meteorológico y la Marina.

Luego, el decreto 8507/46 amplió la Comisión a especialistas en materia científica, económica y militar y los demás ministerios. Con el decreto 7338/51 se creó el Instituto Antártico Argentino y la ley 18513 de 1969 dio origen a la Dirección Nacional del Antártico, en el ámbito del Ministerio de Defensa.

Tras la vigencia del Sistema del Tratado Antártico, el decreto 2316/90 determinó la Política Antártica Nacional, en consonancia con una política nacional de integración regional y el objetivo de afianzar los derechos argentinos de soberanía.

Desde el año 2004 que la DNA se encuentra bajo la órbita del Ministerio de Relaciones Exteriores y ejecuta el Programa Antártico Argentino, en conjunto con el IAA que opera bajo su órbita. Para ello, elabora el Plan Anual Antártico con cuatro áreas: 1) actividades científico técnicas; 2) actividades de gestión ambiental; 3) actividades de apoyo logístico; 4) actividades de servicio. Todas ellas se realizan mediante las Campañas Antárticas, con un año de duración.

Otra columna fundamental del Programa Antártico Argentino es el del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas. A partir del decreto 207/03 es responsable primario de la planificación, dirección y ejecución de la actividad logística antártica. Su actuación se realiza por intermedio del Comando Conjunto Antártico (COCOANTAR), cuyas partes que lo componen son la Dirección de Asuntos Antárticos de la Fuerza Aérea Argentina, la Dirección Antártica del Ejército Argentino y el Comando Naval Antártico de la Armada Argentina, y su regulación puede observarse en el decreto 368/18.

Actividades Económicas Argentinas

En cuanto a las actividades económicas realizadas en la Antártida, Argentina no se encuentra entre las naciones que explotan recursos pesqueros en la actualidad.

Sin embargo, en lo que respecta al turismo Argentina fue pionera en tal rubro, y desde el verano de 1958 comenzaron los primeros viajes turísticos hacia la Antártida, con un impulso especial por parte de la Dirección Nacional de Turismo y la Empresa Líneas Marítimas Argentinas.

En la actualidad, Ushuaia es el puerto desde el cual se desarrolla la infraestructura turística hacia la Antártida. Según los datos que informa el Ministerio de Relaciones Exteriores, el 90% del turismo antártico se realiza en cruceros, mientras que el 80% de los mismos recalan o zarpan desde Ushuaia. Los turistas que se dirigen hacia la Antártida son en su mayoría provenientes de Estados Unidos y China.

Defensa Nacional

En lo que respecta a la defensa, la cuestión antártica se encuentra dentro de la Directiva Política de Defensa Nacional (DPDN), aunque la democracia actual se ha dedicado a lo largo de las últimas décadas a desfinanciar a las Fuerzas Armadas, a tal punto de haber perdido al único submarino en actividad, el Ara San Juan, en un supuesto accidente a partir del cual el gobierno decidió espiar a los familiares de las víctimas.

Debido al Sistema del Tratado Antártico, las actividades militares y nucleares en esa zona se encuentran vedadas y la presencia de las Fuerzas Armadas en el continente blanco se limita a servir de sostén logístico para el resto de las actividades económicas y científicas.

Tal plafón logístico se ejecuta mediante unidades proporcionadas por las fuerzas en el marco del COCOANTAR, en particular el Rompehielo “Almirante Irizar”, el Transporte “Canal Beagle”, el Aviso “Bahía Agradable”, helicópteros Bell 212, Super Puma, el avión Hércules C-130 y el avión Twin Otter. En 2021 se anunció desde el Ministerio de Defensa que Astillero Tandanor iniciaría la construcción de un buque polar.

A su vez, Argentina suscribió un convenio con Chile, vigente desde 1998, por el cual se formó una Patrulla Antártica Naval Combinada, que brinda apoyo logístico y ejercicios de salvamento y rescate.

Bases en la Antártida

Argentina cuenta en el presente con 13 bases en la Antártida, de las cuales 6 son permanentes y 7 temporarias. Sin embargo, este número es mucho menor a las bases que se proyectaban, en tanto con anterioridad al Sistema del Tratado Antártico ya contábamos con 10 bases y 37 refugios temporales.

La diferencia entre bases temporales y permanentes radica en el clima y la infraestructura, ya que existen sitios donde sólo es posible asentarse durante la temporada de verano.

Por otro lado, las bases científicas de la Antártida se sirven de la Patrulla SAR (Search and Rescue), en el marco del Convenio Internacional sobre Búsqueda y Salvamento Marítimo, del cual Argentina es parte.

Uno de los proyectos logísticos y turísticos de la Argentina es la construcción de una base naval integrada y un polo logístico de operaciones para brindar servicios. También se encuentra en etapa de planificación la creación de un Centro Interinstitucional, en el cual se integrarían el Instituto Antártico Argentino, el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero, universidades nacionales y el Centro Austral de Investigaciones Científicas.

El objetivo más importante en la actualidad se relaciona con la proyección de un Polo Logístico Antártico, así como un Centro Logístico para el Sostenimiento de la Actividad Antártica. Por otra parte, se prevé la reconversión de la Base Petrel como permanente, a través de la construcción de dos pistas de aterrizaje, un muelle, tratamiento de líquidos cloacales, potabilización, salita de emergencias, tres laboratorios y una casa para alojar setenta personas.

También es importante mencionar que muchos estudios se realizan en estrecha colaboración con el Alfred Wegener Institute (AWI), bajo el marco del Convenio de Cooperación entre Argentina y Alemania suscripto en el año 1994 y que contempla la administración conjunta (IAA- AWI) del Laboratorio Dallmann en las instalaciones de la Base Carlini.

Para concluir

La Antártida es una de las principales causas de soberanía nacional de nuestro pueblo. La proyección Argentina sobre el continente blanco implica la posibilidad de ejercer nuestros derechos sobre la navegación de uno de los principales océanos del mundo.

Las principales reservas de agua corren riesgo de ser depredadas por el interés de potencias extracontinentales, que ven la Pampa Blanca como un reaseguro de sus actuales desmedidos privilegios.

Es fundamental que tomemos conciencia sobre el territorio nacional en el cual nuestra comunidad debe organizarse, porque nuestra Patria ha sido y será tierra de paz y amor hacia todos los pueblos del mundo, y debemos ofrecer hacia las futuras generaciones las bases logísticas y de defensa para que no hagan del Atlántico Sur lo que hicieron con el resto de las aguas del Norte, verdaderos océanos de sangre, miseria y sufrimiento.

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